lunes, 19 de noviembre de 2018

Más allá del amor y del sexo.





En costa lejana
y en mar de pasión,
dijimos adioses
sin decir adiós.
Y no fue verdad
la alucinación.
Ni tú la creíste
ni la creo yo
(Gabriela Mistral)


Hubo una vez en la antigua Grecia una cortesana o Hetaira (prostituta de lujo), Mnesarete se llamaba; era tan guapa que según las crónicas de época quizás fuese la mujer más hermosa de la historia de ese país. Sirvió de modelo al gran escultor Plaxíteles para realizar la famosa “Venus de Cnido”. También inspiró al pintor Apeles para su “Afrodita”.
Un día Mnesarete rechazó al rico ciudadano Eutías que quería yacer con ella, y éste, indignado, la denunció por impiedad; lo peor que podían acusar a un ciudadano griego en esa época. Durante el juicio, su abogado defensor viendo que los argumentos no valían para exculparla, le dijo que se desnudara, y dirigiéndose al jurado les previno: “Olvidad si os parece los anteriores argumentos” ¿No lamentaréis condenar a ésta Diosa? Tan convincentes fueros sus palabras y la visión del cuerpo de la chica que salió absuelta.
Esto del sexo, en la mayoría de la gente debe ser, imagino, una necesaria prioridad entre los quehaceres sentimentales o físicos cotidianos, pero hay excepciones puesto que para algunos individuos el sexo lo es todo. Pero nada más lejos de mi intención criticar voluntades, allá cada cuál con su deseos y apetencias, faltaría más. Incluso éstos están de suerte, hoy en día hay terapias que ayudan a superar esta, digamos, erótica adicción. Antiguamente, sin embargo, no era así, porque miren qué historias más curiosas...
No sé si habrán oído hablar de la gran Lola Montes, la bailarina y cantante del siglo pasado. A pesar de que ella aseguraba haber nacido en Sevilla, realmente lo hizo en Irlanda, aunque su madre era andaluza. Era muy bella y ya desde pequeña se dio cuenta que podía sacar buen provecho de su maravilloso cuerpo. Tuvo infinidad de amantes, gente importante de toda Europa se la rifaban, como el compositor Franz Liszt, Alejandro Dumas, el escritor, o nada menos que el rey Luis I de Baviera, que se enamoró de ella hasta las trancas.
Pero no solo era bella, sino que fue mejor amante. Una vez éste rey le contó a un escritor amigo suyo que: “la Montes podía realizar milagros con sus partes intimas” y se convenció de ello cuando “logró que tuviese diez orgasmos en un periodo de veinticuatro horas”. Y mira cómo se las gastaba la guapa Lola, que una vez rechazó acostarse con el virrey de Polonia, nada menos, porque tenia dentadura postiza. Y no le faltaba razón  a la moza...
Lo de Charles Dickens, el mejor escritor inglés de la historia, también tiene migas la cosa. No solo se acostaba con su mujer, Kate, cosa lógica, sino que lo hacía con las dos hermanas de ésta, Mary y Georgina. Vivían todos juntos juntos en la misma casa... Ignoro si estos regocijos eran consentido por todas...
Y, qué me dicen del enemigo público número uno de Los Estados Unidos, John Dillinger. Éste delincuente, el más buscado por la policía, fue muerto a tiros en 1934. Pues resulta que cuando fueron a hacerle la autopsia el compadre tenía un miembro descomunal, media, pásmense, 50 centímetros, y no me refiero a su pistola, precisamente. Y es que teniendo en cuenta que la media del común de los mortales masculinos es de unos 15 cmts. No digo más; mejor me callo...
Otro que tampoco la tenia pequeña fue el “memo” de Fernando VII. Pero la historia de éste patán es más conocida. A la pobre María Cristina le aconsejaron que usara una almohadilla con un agujero en el centro y se la colocara en la vagina cada vez que tuvieran relaciones. Claro que, otra cosa sería el brío del pene, teniendo en cuenta que su dueño estaba ya hecho una piltrafa...
Mucho más placentera fue la vida sexual de nuestro insigne Lope de Vega. Éste fue excesivo para todo; para escribir, para vivir, para el sexo, en fin... Se le reconocen docenas de amantes e hijos. Fíjense si fue garañón el tío que con más de sesenta años se amancebó con una chica de veinte, Marta Henares que le dio otro hijo, y después con Jerónima Burgos, otra jovencita. Para tapar su vergüenzas amatorias se metió en un convento pero, no crean que acabaron aquí sus andanzas sexuales, ¡Qué va! Él "pavo" siguió conquistando, y amando hasta el final de sus días. Lo dicho, los hay que nacen con estrellas...


                                                                          Joaquín Yerga
                                                                         19/11/2018



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