sábado, 17 de noviembre de 2018

Mi lista de amantes...






No habrá sino recuerdos.
Oh tardes merecidas por la pena,
noches esperanzadas de mirarte,
campos de mi camino, firmamento
que estoy viendo y perdiendo...
Definitiva como un mármol
entristecerá tu ausencia otras tardes.
(Borges)


No se escandalicen pero, ¿Sabían que el gran Abderraman II, ése emir de Córdoba, tatarabuelo del califa Abderraman III, sólo hacia el amor con jóvenes vírgenes? Jamás se acostó con mujeres que no lo fueran, y os aseguro que lo hizo con miles de ellas. Bueno, perdonen que empiece con esta cruda franqueza, y a estas horas, pero es que el asunto va de amores, con derecho a roce.
Y para que vean que aquí no hacemos distinción de métodos ni de sexos, hablemos de Catalina “La Grande” ésa zarina de todas las Rusias, que lo fue desde que destronó a su marido Pedro III. A Catalina le costó a la pobre gozar del sexo porque su marido padecía de fimosis. Pero hete aquí que en cuanto llegó al poder y se echó su primer amante se desmadró la tía. Según sus biógrafos practicaba sexo seis o siete veces al día y llegó a tener, pásmense, hasta treinta amantes fijos, aunque alguna vez la lista pasó de los ochenta. Y, miren qué curioso, aun tenia tiempo para hacer voyeurismo. Su médico personal y su dama de compañía probaban personalmente a sus amantes antes de aconsejar a su majestad.
Reconozco pecar de cierta curiosidad, a veces rayana al morbo, cuando de asuntos sexuales y amatorios ajenos se trata, tal vez denote algún tipo de carencias infantiles, no lo sé, aunque imagino que de alguna manera a casi todos seduce un poco de éstas, digamos picantes cuestiones.
Es lógico que de personajes importantes cuando no famosos lo sepamos todo. De sus vidas publicas por supuesto, pero también de lo privado; siempre habrá alguien a su alrededor que nos cuente extraoficialmente de esto último. Y apuesto que muchos seremos lo que los escuchemos o leamos con verdadero ahínco los detalles.
Es en la historia de donde con más fascinación podemos extraer intimidades de alguna celebridad importante, sean estos políticos, escritores o artistas, porque hoy en día, sí, siempre podemos recurrir a la cutrez de Sálvame o cosas parecidas para saciarnos con las obscenidades de cuatro mindundis de medio pelo, pero ya ven que bobadas...
Miren lo que contaban del gran Napoleón ¡Nada a menos!. Porque notoria era su incesante actividad sexual durante su matrimonio explosivo con Josefina. Si hacemos caso a fuentes bien informadas, los gritos y jadeos de la pareja cuando hacían el amor asustaban a todo el palacio; también cuando hacían la guerra. Según Josefina a Napoleón le gustaba el sexo veloz y furioso. Una vez, incluso, el perro de Josefina le mordió creyendo que le estaba haciendo daño a su dueña.
Y sorpréndanse de los métodos de ligón Casanovas para mantenerse tan activo en la cama, se desayunaba a diario treinta o cuarenta ostras. Y ¿saben que sistema usaba para no quedar embarazas a sus cientos de amantes? Pues nada menos que les introducía en la vagina una canica de oro de 60 gramos... Imagino que ellas estarían de acuerdo ¡claro!..
No menos sorprendentes fueron las cualidades amatorias de la reina Cleopatra. Ésta interesante mujer, que no guapa, era capaz de yacer con cien jóvenes en una noche. Y seguro que lo haría estupendamente para que, sin ser una radiante belleza encandilara a Julio César y Marco Antonio..Pero...
Tal vez si Cleopatra hubiese nacido dos mil años después y conocido al rey de Rumanía Carol II, no le hubiera echo falta esos cien hombres, se hubiera apañado solo con él. Éste portento de hombre (murió hace poco) era un atleta sexual. Parece ser que su miembro viril era descomunal y muy activo. A alguna de sus amantes hubo que ampliarle quirúrgicamente la vagina para que no sufrieran desgarros...
Tampoco el general chino Chin Chang Chang debió tener muchos problemas a la hora de encontrarse el pene para miccionar. Éste oficial emérito era conocido y admirado por sus cualidades amatorias. Ignoro si esto tiene algo que ver, pero al menda le llamaban “El general de las tres piernas” y también “Chang, cañón del 72” No sé, juzguen ustedes...
En fin, no quiero ponerles los dientes largos tan temprano, no son horas, pero la verdad es la verdad, lo diga Agamenón o su porquero...
                                                                      Joaquín Yerga
                                                                      

No hay comentarios:

Publicar un comentario