Mi lista de amantes...
No
habrá sino recuerdos.
Oh
tardes merecidas por la pena,
noches
esperanzadas de mirarte,
campos
de mi camino, firmamento
que
estoy viendo y perdiendo...
Definitiva
como un mármol
entristecerá
tu ausencia otras tardes.
(Borges)
No
se escandalicen pero, ¿Sabían que el gran Abderraman II, ése emir
de Córdoba, tatarabuelo del califa Abderraman III, sólo hacia el
amor con jóvenes vírgenes? Jamás se acostó con mujeres que no lo
fueran, y os aseguro que lo hizo con miles de ellas. Bueno, perdonen
que empiece con esta cruda franqueza, y a estas horas, pero es que el
asunto va de amores, con derecho a roce.
Y
para que vean que aquí no hacemos distinción de métodos ni de
sexos, hablemos de Catalina “La Grande” ésa zarina de todas las
Rusias, que lo fue desde que destronó a su marido Pedro III. A
Catalina le costó a la pobre gozar del sexo porque su marido padecía
de fimosis. Pero hete aquí que en cuanto llegó al poder y se echó
su primer amante se desmadró la tía. Según sus biógrafos
practicaba sexo seis o siete veces al día y llegó a tener,
pásmense, hasta treinta amantes fijos, aunque alguna vez la lista
pasó de los ochenta. Y, miren qué curioso, aun tenia tiempo para
hacer voyeurismo. Su médico personal y su dama de compañía
probaban personalmente a sus amantes antes de aconsejar a su
majestad.
Reconozco
pecar de cierta curiosidad, a veces rayana al morbo, cuando de
asuntos sexuales y amatorios ajenos se trata, tal vez denote algún
tipo de carencias infantiles, no lo sé, aunque imagino que de alguna
manera a casi todos seduce un poco de éstas, digamos picantes
cuestiones.
Es
lógico que de personajes importantes cuando no famosos lo sepamos
todo. De sus vidas publicas por supuesto, pero también de lo
privado; siempre habrá alguien a su alrededor que nos cuente
extraoficialmente de esto último. Y apuesto que muchos seremos lo
que los escuchemos o leamos con verdadero ahínco los detalles.
Es
en la historia de donde con más fascinación podemos extraer
intimidades de alguna celebridad importante, sean estos políticos,
escritores o artistas, porque hoy en día, sí, siempre podemos
recurrir a la cutrez de Sálvame o cosas parecidas para saciarnos con
las obscenidades de cuatro mindundis de medio pelo, pero ya ven que
bobadas...
Miren
lo que contaban del gran Napoleón ¡Nada a menos!. Porque notoria
era su incesante actividad sexual durante su matrimonio explosivo con
Josefina. Si hacemos caso a fuentes bien informadas, los gritos y
jadeos de la pareja cuando hacían el amor asustaban a todo el
palacio; también cuando hacían la guerra. Según Josefina a
Napoleón le gustaba el sexo veloz y furioso. Una vez, incluso, el
perro de Josefina le mordió creyendo que le estaba haciendo daño a
su dueña.
Y
sorpréndanse de los métodos de ligón Casanovas para mantenerse tan
activo en la cama, se desayunaba a diario treinta o cuarenta ostras.
Y ¿saben que sistema usaba para no quedar embarazas a sus cientos de
amantes? Pues nada menos que les introducía en la vagina una canica
de oro de 60 gramos... Imagino que ellas estarían de acuerdo
¡claro!..
No
menos sorprendentes fueron las cualidades amatorias de la reina
Cleopatra. Ésta interesante mujer, que no guapa, era capaz de yacer
con cien jóvenes en una noche. Y seguro que lo haría estupendamente
para que, sin ser una radiante belleza encandilara a Julio César y
Marco Antonio..Pero...
Tal
vez si Cleopatra hubiese nacido dos mil años después y conocido al
rey de Rumanía Carol II, no le hubiera echo falta esos cien hombres,
se hubiera apañado solo con él. Éste portento de hombre (murió
hace poco) era un atleta sexual. Parece ser que su miembro viril era
descomunal y muy activo. A alguna de sus amantes hubo que ampliarle
quirúrgicamente la vagina para que no sufrieran desgarros...
Tampoco
el general chino Chin Chang Chang debió tener muchos problemas a la
hora de encontrarse el pene para miccionar. Éste oficial emérito
era conocido y admirado por sus cualidades amatorias. Ignoro si esto
tiene algo que ver, pero al menda le llamaban “El general de las
tres piernas” y también “Chang, cañón del 72” No sé,
juzguen ustedes...
En
fin, no quiero ponerles los dientes largos tan temprano, no son
horas, pero la verdad es la verdad, lo diga Agamenón o su
porquero...
Joaquín
Yerga
No hay comentarios:
Publicar un comentario