lunes, 5 de noviembre de 2018

La decisión de Rosa..





Sobre las cumbres

hay paz,

en las copas de los arboles

apenas puedes

percibir un aliento,

los pájaros han enmudecido.

Espera, pronto

descansarás tú también.

(Goethe)


Rosa mira con ternura a su hijo dormido a su lado. Luego se incorpora de la cama y echa un vistazo al reloj de la mesilla; las cinco y cuarto de la madrugada le indican las manecillas. Toda la noche lleva sin pegar ojo, dando vueltas y más vueltas sin ser capaz de conciliar el sueño,. Y así lleva semanas. A veces cree volverse loca...

Mientras espera las claras del día y con los ojos como platos, abiertos, los mismos pensamientos de siempre vuelven a su cerebro, como la repetición mil veces de una mala película... Y se le aparece la imagen de él, cada vez ya más difusa. 

Desde el divorcio y hace ya tres meses de eso, no es capaz de olvidarlo. Y eso que ella deseaba la separación tanto como él porque, si bien es verdad que la convivencia se había vuelto imposible, lo cierto es que no estaba preparada para estar sin él, y lo demuestra claramente la tristeza que le acompaña y sus pocas ganas de vivir.

Pero ya no hay remedio -piensa resignada-. Los últimos fueron unos meses de malos entendidos, de discusiones, de enfados por tonterías y orgullos estériles. que ahora en la distancia que marcan los días le parecen insignificantes en comparación con los años de felicidad y alegría que vivieron juntos.

Las noches sin dormir le están pasando factura; cada vez se ve peor. Apenas come nada. Incluso la leve depresión que le diagnosticó el psicólogo de la Seguridad Social se está quedando corta para lo que siente y sufre...

Todo se le hace eterno. Hay momentos en los que no le importaría morir para no seguir así. Sólo su niño la mantiene en pie. Esperar a la una de la tarde y recogerlo del colegio le permite simular como que vive, como que siente, como que respira.. Alguna vez ha pensado despedirse de él; darle un abrazo infinito al dejarlo en el cole; después volver a casa, echarse en la cama y no despertar jamás ¡Ojalá fuera así de fácil!. Seguro que ya lo hubiera hecho, pero su hijo no se lo perdonaría nunca!. Está convencida de que un hijo tiene que tener siempre a su madre al lado..

Desde que volvió de Jaén donde fueron tan felices no ha vuelto a ver a su marido. El juez se hizo cargo de su amor de madre y el niño se quedó con ella. De otra manera no lo hubiera soportado. 

Aquí, en Murcia, donde ella nació y creció, y donde ahora ha vuelto a vivir con su madre, que se esfuerza, por cierto, en ayudarle lo que puede, todo el mundo la conoce, todo el mundo la saluda, y le pregunta, pero nadie sabe de su sufrimiento, nadie conoce su pena. ¡Ay!, si le miraran a los ojos verían su tristeza infinita...

Son ya más de las seis de la mañana y empieza a clarear. La tenue luminosidad de un rayo de luz entra por la ventana de la habitación de ese décimo piso del enorme bloque de viviendas donde vive con su madre, y le turba los ojos, ¡sigue sin dormir!. Los minutos pasan y su torturada mente bulle sin control. Una especie de embotamiento mental la domina, Su corazón vuela descontrolado y ya casi no es racional su pensamiento. Se le hace muy cuesta arriba volver a pisar la calle otro día más, disimular otro día más, sonreír sin ganas, decirle a su madre que está bien, que no pasa nada...

El estruendoso sonido del despertador le saca de sus tétricos pensamientos. ¡Las siete y media!. ¡No puede más! ¡El mundo se le viene encima!.. De repente una idea macabra le pasa por la mente ¿Y si terminara con todo de una vez? ¿Y si deja de sufrir para siempre?..

Se levanta de la cama totalmente trastornada con ésa idea fija en la cabeza y ve la solución a sus males. Coge a su hijo en brazos. El niño empieza a llorar. Algo ve en los ojos de su madre que no es normal. Ella lo aprisiona entre sus brazos hasta casi hacerle daño y se coloca junto a la puerta de la terraza. Aún no es tarde para rectificar, pero.. ¡No, no hay vuelta atrás! ¡Lo tiene bien claro!--

Abre la puerta de la terraza y salen al exterior. Una suave brisa procedente del cercano Mediterráneo le refresca la cara, pero no lo suficiente como para hacerle cambiar de idea. Aprieta su cara con la de su hijo empapándola con las lágrimas que acaban de brotarle. Lo abraza aún más fuerte sin oír ya siquiera su desconsolado llanto, y se lanzan al vacío.


P. D. Justo hoy hace dos año de estos hechos. Los restos de Rosa y su hijo reposan ya en paz en el cementerio de Nuestro Padre Jesús de Murcia.. Si acaso, la madre de Rosa aún llora sin consuelo por ellos, y el padre del niño. 

Joaquín


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