lunes, 26 de noviembre de 2018

Qué sería de nosotros sin ellos..



¡Ay de mi!. Cuántas veces, arrobado
en la contemplación de una quimera,
me olvidé de la noble compañera
que Dios puso a mi lado.

-¡Siempre estás distraído!-- me decía;
y yo, tras mis fantasmas estelares,
por escrutar lejanos luminares
el intimo lucero no veía.

Ella, que iba conmigo de la mano,
es hoy lo más lejano:
los astros están cerca, pues los veo..
--Amado Nervo--


¿Alguna vez han pensado qué sería de nosotros si no existieran platos tan suculentos como las pizzas y los espaguetis, o bebidas como el café expreso? ¿Y cómo sería el mundo sin Miguel Ángel, sin Leonardo Da Vinci, sin El Vaticano, sin la ciudad de Roma? Evidentemente ni se lo plantean, lo tenemos ya tan asumido como algo propio, algo de toda la vida que se nos hace difícil prescindir de ellos.
Al igual que la italiana, hay tres o cuatro culturas más que sin ellas el mundo no seria tal y como lo conocemos ni de coña. Podríamos haber vivido perfectamente, y que me perdonen, sin los chinos, los japoneses o los hindúes pero, imagínense por un momento que no hubieran existido ni Alemania, ni Francia ni Inglaterra y por supuesto ni Italia como acabo de sugerir ¿Qué mundo tendríamos entonces? Pues no hace falta que hagan muchas conjeturas, un mundo muchísimo peor del que tenemos.
A estos cuatro países, a los que les debemos tanto la humanidad, les une su manera de entender la vida, principalmente en lo económico y social. Todos y cada uno de ellos son y han sido desde sus inicios de cultura occidental y economía de mercado. Sí, no exagero, todos lo han sido y por eso ahí se ha inventado todo, sino de qué... Representan apenas el 3% de la población mundial y sin embargo su influencia ha sido transcendental.
No me digan que viviríamos igual que lo hacemos sin los avances tecnológicos conseguidos, o sin los adelantos médicos y sociales, y hasta deportivos que han surgido en Europa occidental, porque no me lo creería. ¿Qué sería de nosotros sin la maquinaria alemana, sin sus músicos y filósofos?. O sin la comida francesa y sus quesos y sus vinos, y las inolvidables historias de Víctor Hugo, Alejandro Dumas o Julio Verne. Por no hablar de Inglaterra, la cuna de la civilización moderna, y también de sabios como Newton, Darwin o el mismísimo genio de las letras Shakespeare... o los Beatles. No, definitivamente, sin ellos no seríamos los mismos.
¿Y nosotros los españoles? No es por nada, pero si no hubiésemos existido tendrían que habernos inventado porque, si bien es cierto que no hemos sido precisamente unos linces en inventar nada práctico, (acuérdense de aquello que dijo una vez con ironía Unamuno “¡que inventen ellos!”), sin embargo, aunque solo sea por nuestro exotismo a ojos de aventureros y soñadores y nuestra diferencia con el resto (“Spain is diffetent” que decía el eslogan aquel de los años sesenta y tan verdadero, por cierto) ya mereceríamos un puesto de honor en la cultura europea y mundial.
Nosotros, digamos que hemos sido el contrapunto al resto, porque, no duden que pocas diferencias han habido entre cualquier país de Europa occidental, pero si las hubo y abismales con respecto al nuestro; aún las hay. Los españoles tal vez aportáramos a la civilización humana nuestra lengua, tan universal; el ser protagonistas de muchos de los guiones de novelas, libros y óperas escritas durante siglos por nuestro carácter indómito, y nuestra naturaleza tan diversa, escenario de gozo y disfrute de muchos sufridos europeos que nos escogen para descansar.
Qué duda cabe que hoy todo ha cambiado, ya no somos el referente para la humanidad, nuevas culturas como la norteamericana, la japonesa o más recientemente la china han tomado el relevo del progreso y la tecnología, pero no duden que todos ellos han mamado y copiado de la nuestra, la europea.
Dicho queda...
Joaquín Yerga





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