Tu pupila es azul, y cuando ríes
su claridad suave me recuerda
el trémulo fulgor de la mañana
que en el mar se refleja.
Tu pupila es azul, y cuando lloras
las transparentes lágrimas en ella
se me figuran gotas de rocío
sobre una violeta.
--Bécquer--
Tuve suerte, sí, porque después de todo lo que hice aún contaba con los favores de Dios. Ya me lo dijo mi madre una vez en un momento de bajón “No te preocupes hijo mío siempre me tendrás a tu lado”. Incluso me confesó que yo sería siempre su preferido, su hijo del alma; ya que mi hermano gemelo lo era de mi padre. Y lo comprendí puesto que nuestras costumbres son muy claras: “el primogénito tendrá todas las prerrogativas de su padre”. Y él nació primero, qué le vamos hacer...
Y mirad si mi madre estaba conmigo "a muerte", que fue ella la que me aconsejó aquel día que le ofreciera aquel plato de lentejas, con vino y pan abundante, y pedir a cambio los papeles de su progenitura. Y la cosa salió a pedir de boca. Aún me acuerdo de la cara de satisfacción de mi hermano cuando vio el plato calentito y a rebosar. No lo dudó ni un instante; cansado y hambriento que venía del campo, se sentó a la mesa y se puso a engullirlo como un salvaje ¡Qué poco le importó dejar de ser el mayor y perder los derechos en esos momentos!..
Pero todavía me faltaba la bendición de mi padre, ¡y eso era harina de otro costal!. Menos mal que con el apoyo de mi querida madre pude conseguirlo. Sé que no fue una acción por la que deba sentirme orgulloso, pero ése es mi carácter y tengo que asumirlo; y vosotros comprenderlo...
No, no fue fácil engañarle, pero estaba ya muy viejo y ciego y eso facilitó mi osadía. Un día se nos ocurrió (a mi madre y a mí) hacerme pasar por mi hermano. El problema era que él tenia más pelos que yo por todo el cuerpo, y para la bendición, mi padre tenía que tocarme y posar sus manos en mis brazos y manos. Así que entre mi madre y yo matamos un par de cabritillos y me envolví con sus pieles... ¡Y mano de santo!. Mi pobre padre cayó en la trampa. Y aunque receló un poco al principio, todo hay que decirlo, acabó tragándose el cuento. Y ya no había vuelta de hoja, una vez bendecido y según nuestras costumbres, es para siempre.
No hará falta deciros el lio que me busqué. En cuanto mi hermano recapacitó y se dio cuenta de mi jugarreta me buscó para matarme. ¡Si mi madre no me advierte a tiempo no lo cuento!. Enseguida tuve que poner tierra por medio.. Y si os dije antes que aún contaba con la protección de Dios, es cierto, no mentía, pero después de esto me abandonó una larga temporada. Y no me extraña, claro..
A mi padre le costó bastante tiempo perdonarme. Sé que el engaño le dolió mucho. Aún así y previendo un terrible conflicto en casa, hizo por mí el favor de hablar con mi tío (hermano suyo) para que consintiera aceptarme en su familia una temporada; por supuesto a cambio de trabajo. Y es aquí donde comprobé en mis carnes el abandono de Dios porque...
Después de un tiempo con ellos volví "a las andadas", me enamoré de su hija pequeña, Raquel (mi prima hermana), guapísima, por cierto. A cambio, mi tío, me prometió que si quería casarme con ella tenia que trabajar para él durante siete años...
Y eso hice, trabajé duro en su negocio hasta hacerme ampollas en las manos. Después de ése tiempo fui a hablar con él y le recordé su promesa ¡Me equivoqué de rabo a cabo!.. Me engañó el muy ladino como yo había hecho con mi hermano. Me dijo que si quería casarme lo hiciera con Lía, su otra hija, fea y tuerta. Y para más recochineo volvió a decirme que si trabajaba otros siete años entonces, de verdad, me daría en matrimonio a Raquel. No tuve más remedio que aceptar, ¡qué iba hacer!, me gustaba demasiado. Además la otra era muy fea.
Y pasaron esos siete años, y me planté ante mi tío otra vez y le reclamé su promesa. Esta vez accedió y pude casarme con Raquel que, para desesperación mía, resultó que era estéril, si, ¡no podía tener hijos!..
Casarme con Raquel implicaba que tenía que abandonar la casa de mi tío y montarme por mi cuenta. Así que garré mis bártulos, mis ovejas y mis criados y nos fuimos a otras tierras que compré. Por cierto, Lia, su hermana la fea, se vino con nosotros, y os voy a contar un secreto.., acabé acostándome con ella.
No, no os escandalicéis todavía, tuve con Lia seis hijos, pero a Raquel le pareció correcto mi proceder, de hecho lo hicimos de mutuo acuerdo con ella. Os recuerdo que era estéril. Al final acogió a los hijos de su hermana en su regazo como si fueran suyos. Entre todos nos acoplamos y llegamos a formar una gran familia numerosa de la cual yo era su patriarca.
Y el tiempo pasó inexorable y los hijos fueron creciendo, y nosotros cada vez más viejos. Con Dios a estas alturas ya había hecho las paces y recobré sus favores. Reconozco que no soy un modelo a seguir de honradez y decencia pero el Señor se fijó en mí y gracias a eso fui conocido y respetado...
Por cierto, soy el hijo de Rebeca y de Isaac y me llamo Jacob. Engañé a mi hermano, traicioné a mi padre, tuve seis hijos con mi cuñada y tres más con mi esclava, pero eso no cuenta, debe habérseme perdonado todos mis pecados. Ahora soy todo un Patriarca...
Si queréis conocer el resto de mi vida lo encontraréis escrito en la Biblia...
Joaquín Yerga
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