domingo, 25 de noviembre de 2018

Que nos perdone el Papa Francisco pero...



Amiga..
Tan tenue es la línea que separa
tu realidad y mi fantasía que las confundo..
Tan leve y sutil el hilo que engancha
tu vida y mis sueños que me desorienta..
¡Qué próxima y real tu maravillosa certeza!..
¡Qué ilusas mis ficciones!..
Lo sé, vivo de utopías y quimeras.
Prefiero tenerte en mis sueños.
Y es que la realidad me angustia.
Sé que no me quieres..
Joaquín--


¿Si yo les dijese que un Papa de Roma; sí, nada menos que el jefe de la Iglesia Católica, el intermediario entre Dios y los hombres aquí en la tierra fue apalizado y muerto por un tipo que lo pilló en la cama con su señora se lo creerían? Pues créanselo, porque es verdad.
Al marido cornudo le costaba creer que su mujer, lozana y hermosa pero tan casta, yaciera en la cama nada menos, que con el mismísimo Papa. Pero ante las evidentes pruebas que le proporcionaba un amigo suyo, ujier del Vaticano para más señas, no tuvo más remedio que ir a comprobarlo con sus propios ojos.
Cierto día de mayo y gracias a la inestimable ayuda que le suministró su amigo fue capaz de traspasar los controles que daban acceso a los aposentos papales. Entró sigilosamente en la cámara privada del Papa y los pilló “in fragti”. Allí estaban, los dos duro que te pego jadeando de placer como posesos..
Se ignora qué pasó por la cabeza del cornudo, pero tuvo que ser algo muy gordo. Posiblemente se pusiera rojo de ira y, a punto de estallar, se lió a palos con el Sumo Pontífice hasta dejarlo molido a golpes. Incluso algún grueso bastón de mando o báculo papal repujado con bronce y oro, quizás expuesto en alguna vitrina a modo magnificencia y poder, sirviera al interfecto que ni de perlas para soltarle una retahíla de garrotazos. Imagino que el Pontífice garañón no tuvo tiempo siquiera de saltar de la cama, tapar sus vergüenzas con su túnica, ni calzar sus desnudos pies para salir “por patas” de aquel infierno de mamporros que le había caído encima...
Al pobre Juan XII, que ése era el nombre del Papa apaleado, no creo que le quedaran ganas de repetir hazañas amorosas. Posiblemente arrepentido de su furor sexual que le llevó a quedar postrado sin poder mover ni las pestañas del dolor, relataría sus enormes pecados a su confesor antes de morir. Tiempo tuvo para eso; agonizó durante tres días... Nada se sabe, por cierto, del marido cornudo ni de su lozana mujer, aunque por nada del mundo me hubiese gustado estar en el lindo pellejo de está última... Éste episodio sucedió en el año 964 del Señor, pero...
En 1490, es decir, un par de años antes de que Colón llegara a América, se contabilizaron en la ciudad de Roma, según un censo realizado por encargo del Papa Inocencio VIII, 6.800 prostitutas y cortesanas al servicio del disoluto clero romano; ¡vamos!, a disposición de cardenales, obispos y algún Papa que otro.
No quiero que piensen que incido con cierta ojeriza en airear las lindezas de algunos indignos mandatarios que han posado su trasero en el solio vaticano; nada más lejos de mi intención, pero es que lo buenos Papas, que lo han habido y muchos, no son noticia. De sobra nos es conocido uno de los más inmorales y fornicadores de todos, nuestro compatriota Alejandro VI, el Papa Borgia, pero hubo otro que le superó en perversidad, el Papa de la paliza, Juan XII.
Si, éste pájaro hizo de todo y nada bueno para llegar al pontificado. Por ejemplo fue nombrado Papa a los 17 años, imagínense. Nada más llegar al poder se hizo rodear de una pandilla de maleantes y asesinos a sueldo que le ayudaban en sus malvadas correrías. Según cuentan las crónicas se quedó con el tesoro pontificio para pagar sus deudas de juego. En palabras de algunos contemporáneos, el Vaticano era un burdel repleto de sus muchas amantes. Y miren hasta qué punto alcanzó su malicia que llegó a violar peregrinas que iban a San Pedro en penitencia. En fin, siendo así la cosa, justa muerte tuvo este mangante...
Dicho queda...

Joaquín 



No hay comentarios:

Publicar un comentario