Átense los machos que viene Vox
En
el balcón, un instante
nos
quedamos los dos solos.
Desde
la dulce mañana
de
aquel día, éramos novios.
--El
paisaje soñoliento
dormía
sus vagos tonos,
bajo
el cielo gris y rosa
del
crepúsculo de otoño--
Le
dije que iba a besarla,
bajó,
serena, lo ojos
y
me ofreció sus mejillas,
como
quien pierde un tesoro.
(J.R.Jiménez)
“El
Cisne negro” es una película americana de aventuras de los años
cincuenta cuyo argumento va de piratas del Caribe. Ayer estuve viendo
algunas escenas de ella; más que nada por la pereza de no cambiar de
canal, aunque acabé por hacerlo. El actor principal es Tyrone
Power, un tipo intrépido y resultón, que por cierto, murió
aquí en Madrid a los 44 años de un infarto mientras rodaba “Salomón
y la reina de Saba”. La heroína de la que se enamora perdidamente
el guapete de Tyrone en la peli, es la hermosa irlandesa Mauren
O´Hara.
El
único oficio de estos piratas de la película (decían ellos) era
matar españoles y asaltar sus barcos cargados de oro y plata
procedentes de nuestras colonias. Estos corsarios actuaban
impunemente bajo la protección del gobierno inglés. Además
alardeaban de ello. Era una película, pero la realidad fue muy
parecida, incluso, como se suele decir supera la ficción.
Evidentemente
la cinta era americana, es decir, rodada y escrito el guión por
primos hermanos de los ingleses, y como en todas las de ésta índole,
a falta de indios como en las del oeste, los españoles somos los
malos, los bellacos, y hasta los feos si me apuran.
Los
ingleses y sus herederos los norteamericanos se venden de maravilla;
no olvidemos que fueron ellos los inventores del marketing. Pero, no
solo saben vender sus productos y edulcorar su (a menudo) canalla
historia, sino que son una piña a la hora defender lo suyo, como son sus tradiciones, su historia y su orgullo como nación; cosa que nosotros,
los gualtrapas españoles, no hacemos ni de coña, con perdón.
Los
españoles hemos llegado a un punto de desmotivación e indolencia
patriótica tal, que ocurren aberraciones como que a uno le llamen
facha por sentirse, simplemente, español. Muchos, miles, incluso millones de
compatriotas nuestros viven desconcertados ante la ola de
relativismo que nos invade desde hace algo más de una década. Porque, uno se puede vanagloriar de cualquier región o nacionalidad,
aunque sea inventada, e idolatrar sus símbolos pero... ¡Ay, amigo!
si se te ocurre alardear de español te cae la del pulpo. Lo menos
que te pueden decir además de facha y racista, es machista o
intransigente. En fin, hasta ése punto hemos llegado.
Imagino
que como cualquier moda que sobreviene y a la que se apuntan
enseguida los más gregarios, dure más o dure menos, pasará y
volveremos a valorar nuestro orgullo, aunque temo que cuando
recuperemos ésa cordura sea demasiado tarde y el país esté ya
irrecuperable en su unidad.
La
izquierda en un malentendido progresismo hace buenas migas con los
nacionalistas, les subyugan estos, y si ahora están crecidos es
gracias a su inestimable ayuda. La derecha, acomplejada, no ha sido
capaz de luchar con solvencia contra ése fenómeno, con lo que
muchos españoles llevan años sintiéndose huérfanos de una
estructura política que les aglutine y pregone sin complejos sus
mismas ideas y principios; por eso, que venga ahora un partido
político como Vox, a ocupar ése espacio vacío, era una llegada
largamente anunciada.
Era
muy raro que en todos los países europeos hayan surgido partidos de
ultraderecha con cada vez más expectativas de votos y en España
no. Sin embargo, muy al contrario, tenemos una organización de
ultraizquierda con cierto apoyo, aunque estimo debido a ciertas
circunstancias económicas y de mangoneo.
Un
partido como Vox que abogue por elogiar nuestros valores,
nuestra historia y nuestros símbolos tiene mucho que ganar. Un
partido que reproche la entrada masiva de inmigrantes, a tutiplén y
sin control, y que anteponga el mantenimiento de lo conseguido con
tanto esfuerzo en sanidad y empleo, tendrá votos a mansalva, sino al
tiempo.
Pasó
en Francia y está pasando en Alemania, en Austria y más países,
los antiguos feudos electorales de la izquierda se están decantando
a la ultraderecha en la creencia de que lo políticamente correcto
que hacen gala los bien-pagados políticos patrios solo les favorece
a ellos para conservar el cargo, y a los ricos que disponen de mano
de obra barata para sus negocios. Y no les falta mucha razón,
creo, porque, si algunos quedan perjudicados por ésta irrupción
descontrolada de emigrantes son los más pobres que ven cómo las
ayudas estatales de las que ellos eran beneficiarios van ahora a los
recién llegados, y contemplan atónitos cómo la sanidad y la
educación se masifica deteriorando los antaño buenos servicios.
Y
es que muchos españoles se sienten como los indios americanos de las
películas que hablaba al principio, y ven, resignados, cómo España
se deshace en múltiples Reinos de Taifas, en donde cada cual anuncia
su próxima y factible independencia mientras ellos, cabizbajos,
deben callar bajo pena de ser excluidos y excomulgados del panorama
sociopolitico actual. No es nuevo, ya ha pasado en otros países, a
fuerza de otorgar y callar aparecerá un líder y un partido que
aglutine estas depauperadas huestes, las recomponga y pasen a la
ofensiva, y mucho me temo tengan las de ganar porque, entienden que
siguen siendo mayoría, la otrora mayoría silenciosa...
Conste
que el escrito es, sólo, la exposición de la realidad que percibo.
No es, ni una advertencia interesada ni yo me manifiesto participe en
ella...
Joaquín
Yerga
29/11/2018
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