Fuente de Cantos (Badajoz)
Era diplomático y poeta, y conoció a Ana Cecilia en el barrio latino de París, por casualidad.. Días más tarde, en un café de la rue Saint Michel, entre miradas de complicidad, ella le advirtió:
---Tienes que saber que no soy mujer para una noche.
A él le supo a gloria esa afirmación. Entre risas de gozo le preguntó:
---¿Entonces? ¿Para cuántas?.
Se carcajearon. A partir de ahí se hicieron amantes..
Viajaron juntos por media Europa: Berlín, Roma, Londres... y fueron dichosos. Eran la pareja más feliz de la tierra, el mundo les sonreía. Pero no eran matrimonio (ella aún estaba casada y tenía una hija), así que, mantuvieron su amor en secreto.
Un día le trasladan a Madrid y se instalan los dos en un apartamento del número 15 de la calle Bailen. En ciertos ambientes culturales algunos le reconocen a él y le saludan, empieza a ser un poeta famoso. Ana Cecilia, su amante, sólo es una misteriosa dama que ni el propio portero de la finca sabe de su relación con el poeta.
Pero todo se fue al traste una fría mañana de diciembre, su querida Ana contrae el tifus y agoniza prematuramente en sus brazos. La noche de su muerte los dos están solos, y la llora en silencio como jamás hombre alguno ha llorado a una mujer.
Enterró a Ana Cecilia en el cementerio de San Lorenzo y San José, justo enfrente de su apartamento, donde habían pasado días inolvidables. Desde la ventana veía la tumba, y a diario le llevaba flores. Él murió poco después acordándose siempre de ella.
La sepultura de Ana Cecilia está ya olvidada y casi abandonada, apenas sobresale de entre la maleza.. La de él está en México, en la Rotonda de Hombres Ilustres, con todo el boato del mundo y visitada cada año por miles de admiradores.
Si alguna vez pasáis por la tumba de Ana, en Madrid, por favor, no derraméis ni una sola lágrima, ella fue afortunada, se fue de este mundo feliz por haber estado diez años al lado de un hombre que la adoraba.
Por cierto, el tipo del que os hablo no es otro que Amado Nervo, uno de los mejores poetas en lengua castellana. La heredera universal de su bienes fue la hija de su amante, Ana, a la que quiso siempre como propia.
Joaquín
Varias veces acaricié la culata de mi pistola que
automáticamente podía disparar hasta seis balas
y volarme la cabeza. Pero me asustó, no la
aprehensión vulgar de la muerte, sino el horror
de una ausencia todavía más terrible, el no poder
estar con Ana más allá, en el cielo. Ella me diría:
¡Desgraciado, no hagas eso! ¡No te mates por unirte
a mi! ¡Tu muerte así provocada, nos separaría
sin esperanza y abriría entre nosotros abismos
que millones de años no bastarían para franquear!
¡Vuelve en ti! Soporta la vida, que, por larga que
sea, no dura más que un grano de arena. Para
aguantar el tiempo, piensa en la eternidad, en que
podemos amarnos siempre.
Y he aquí como ideas espiritualistas, que desde
mi infancia anclaron en mi alma, ahondadas por
tantas lecturas, me han impedido la muerte; gracias
a ellas.. ¡ni puedo vivir ni puedo morir!
Amado Nervo (poeta)
Triste historia de amor, pero de un amor verdadero.. emotivo blog si señor ☺️ feliz día Joaquín ☕😚
ResponderEliminarGracias, María, me alegro que te haya gustado. Un besito. Felices sueños
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