martes, 10 de agosto de 2021

Fuente de Cantos por los pelos..

                                                                                     




Lloraba en mis brazos, vestida de negro;

se oía el latido de su corazón;

cubríale el cuello los rizos castaños

y toda temblaba de miedo y amor.

¿Quién tuvo la culpa? La noche callada..

Yo iba a despedirme. Cuando dije: Adiós,

ella, sollozando, se abrazó a mi pecho

bajo aquel ramaje de almendro en flor.

Velaron las nubes la pálida luna..

Después, tristemente, lloramos los dos.

--Rubén Darío--



Es curioso, y perdónenme ser un poco indecoroso pero... para que vean lo que cambia el cuento: el vello púbico y el que se arremolina también en nuestras axilas, tan molestos, tan poco estéticos, sobre todo para la damas, tenían antaño una utilidad manifiesta, servían precisamente para retener el olor corporal.

Si, y si persisten aún en el pubis y sobacos es precisamente para eso, retener mejor las feromonas sexuales que emitimos para atraer a la pareja. ¡Ya veis, justo lo que ahora queremos evitar y que camuflamos con toda clase de ungüentos y colonias!..

Según hemos ido evolucionando hemos ido perdiendo pelo a marchas forzadas en casi todas partes menos en la cabeza y la barba en los hombres; en el resto del cuerpo va a menos la cosa. Aunque es verdad que pocos lugares del cuerpo todavía están libres de ellos. Sólo los labios, los pezones, los genitales y los reversos de pies y manos se ven rasurados de vello..

¿Sabían que cada uno de nosotros desarrollamos unos ocho metros de pelo durante una vida entera? Sin embargo ningún mechón de pelo puede llegar a medir más de un metro de largo, ¡y es que todo pelo se cae en un momento u otro!...

Por cierto, dichosos los que posean hermosas cabelleras. Digan lo que digan, un pelo bonito en la cabeza es un plus de belleza para la persona que lo posea, sea hombre o mujer. 

Claro que, a mis años, el pelo para mi es ya una cosa del pasado, lamentablemente. Pero os cuento un secreto: mis buenas lágrimas me he llevado cuando de joven me lo cortaban.

La historia era como sigue.. mi padre visitaba a Torino, el barbero, en el Altozano del Olmo; se pelaba él y pagaba su corte y el mío, pero antes le quedaba dicho que, cuando yo fuera a pelarme, no tuviera compasión y entrara a matar conmigo.. Luego iba yo tan campante.. y...

--¿Cómo te corto hoy, Joaquinito? --Me preguntaba Torino socarronamente..

--No me cortes mucho, Antonio, sólo las puntas--  --le decía yo, ingenuo y confiado, mientras me repantingaba en el sillón de pelar..

El resultado: justo lo que mi padre le había ordenado, es decir, rapado al canto, y para compensar, un exiguo flequillo de un centímetro de largo.. lloro, despotrique al llegar a casa y dos días sin salir, por la vergüenza..

Huyendo de la alargada influencia de mi padre con los años me cambié a Perche, en la calle Pizarro.. ¡Y por fin, conseguí que el pelo me tapara las orejas!. Aunque he de deciros que poco tiempo pude disfrutar de esa soñada experiencia, enseguida vino el Servicio Militar y volví al trasquilado.. 

En definitiva, mi vida ha sido una lucha constante contra el rapado y a favor de mis pelos; lucha que perdí, por cierto, irremisiblemente.. Ahora apenas tengo pelo, pero ya no lloro..

Joaquín.




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