Perdonadme, hijos míos, si os di ésta dolorosa
existencia en un ciego minuto de placer,
acaso presentíais el dolor de la vida
cuando llorabais al nacer.
Era en la primavera; florecían las rosas
y soñaba con el laurel:
en la armonía de las cosas
libaba mi lírica miel.
Nada puedo brindaros de cuanto soñé,
pobre funámbulo del ideal;
el oro de mi sueño se ha convertido en cobre
y el hambre acecha siempre en el umbral.
Perdonadme, hijos míos, si os traje a esta podrida
vieja bola del mundo, por mi propio placer.
vosotros presentíais la angustia de la vida,
y por eso llorabais al nacer.
--Emilio Carrere--
”Tengo un sueño.. Sueño que mis cuatro hijos pequeños vivirán algún día en una nación donde no se les juzgarán por el color de su piel, sino por las cualidades de su carácter”...”Hemos aprendido a volar como los pájaros, a nadar como los peces, pero no hemos aprendido el sencillo arte de vivir como hermanos”...
¡Qué hermosas palabras estas de arriba! ¡Qué hermoso discurso pronunció Martin Luther King, el líder de los derechos civiles de los negros aquél 28 de agosto de 1963 en Washington, frente al monumento de Abraham Lincoln y ante más de 250.000 personas...
Pero Martin Luther King, premio Nobel de la Paz, tenía un lado oscuro.. Ahora sabemos que éste paladín del amor y de la concordia entre las personas tuvo relaciones extra-matrimoniales con, entre 40 y 50 mujeres, además de haber participado en alguna orgía sexual.. Y no sólo eso, sino que fue testigo directo de cómo un amigo y ayudante suyo en asuntos eclesiásticos violó a una chica en su habitación sin que él moviera un dedo..
Y ahora se nos viene a la cabeza la eterna pregunta, ¿podemos seguir queriendo y admirando a Luther King sabiendo esto de su vida privada? ¿Se puede creer de una persona el mensaje que predica si ahora tenemos dudas sobre su convicción y sinceridad? ¿Debemos gozar, disfrutar o fascinar con la obra de un autor si este ha sido un malvado?.. O seguimos esa máxima que dice: “haz lo que yo diga y no lo que yo haga” que le aplicamos tantas veces a los curas... En fin..
Joaquín
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