Y que llegues por fin a la escondida
playa con tu minúsculo universo,
y que logres oír tu propio verso
en que palpita el alma de la vida.
--Enrique González-- (siglo xix)
Han transcurrido ya cincuenta años de su muerte pero, incomprensiblemente sigue habiendo rosas rojas recién cortadas sobre la tumba de aquella extraña mujer. Nadie sabe quién las lleva.. ¿Un amante inconsolable? ¿Un admirador secreto?..
No obstante una calurosa mañana de julio de hace, no demasiado tiempo, de repente dejaron de verse las rosas rojas sobre tumba.. ¿Murió el amante? ¿Se olvidó, por fin, de ella?.
La tumba ya no tiene flores, está casi olvidada. Nadie que pase por allí puede imaginar siquiera, que la chica que allí yace una vez fue amada hasta la extenuación.
La chica, a tenor de los que la conocieron y amaron, era bellísima. Personajes de la talla de Manuel Machado (todo un dandi) o Jacinto Benavente, todo un señor y en la cúspide de su fama, cayeron en sus brazos. Se llamaba Consuelo y quizás su nombre no os diga nada, pero fue una de las más famosas estrellas del espectáculo de su tiempo.
Por su belleza y figura, Consuelo llegó a ser la mejor y más espectacular vedette del momento en Europa; Norma Duval en sus mejores tiempos sería una principiante a su lado. En París, la ciudad de sus mayores triunfos, era la reina, pero, ¡Ay!, le tiraba su tierra.. Después de unos años de fulgurante fama y triunfos volvió a Madrid donde, con delirio entusiasmó a la multitud.
Pero Consuelo murió de repente y en pleno éxito a los 30 años de edad. El dolor fue inmenso; todo Madrid acudió a su entierro. Las escenas de amargura y tristeza que se vieron en la comitiva que acompañó al féretro al cementerio fueron inenarrables, según la prensa.
Ha pasado el tiempo y la gente ha olvidado pero, que sepáis que, a veces, una tumba perdida, ignorada en un vulgar cementerio, puede cobijar a gente que amó y fue amada de veras..
Por cierto, el nombre artístico de Consuelo fue, “la Fornarina”, y toda Europa la conocía.
Su amante-admirador debió quererla con locura para llevarle rosas rojas frescas al cementerio durante más de cincuenta años.
Joaquín
Consuelo
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