Dos horas para soñar
El
cine no es un trozo de vida, sino un pedazo de pastel.
--Alfred
Hitchcock--
“Lo
bueno del cine es que durante dos horas los problemas son de otros”.
Extraña manera esta de definir lo que es el cine, según Pedro Ruiz.
Pero no va muy mal descaminado este catalán ocurrente y no demasiado
alto.
Alguien
dijo también que el cine es una fábrica de sueños. He de
confesarles que para mí la mejor. Si alguien pidiese mi
opinión, yo pondría a ésta disciplina entre los inventos más
sobresalientes jamás creado por el hombre. Si hoy tuviésemos que
vivir sin él, después de haberlo saboreado, la vida se nos pondría
muy cuesta arriba.
¿Quién ante cualquier acontecimiento personal suyo surgido en un
momento dado no se ha visto reflejado en alguna película? Pocos podrán negar que durante un momento triste de algún penoso
día de su existencia no se hayan sentido reconfortadas ante las
escenas conmovedoras de, por ejemplo Qué bello es vivir, de
Frank Capra.
El cine se hizo industria durante la Gran Depresión de 1929 por la gran demanda de sueños y quimeras que
exigía el pueblo llano ante la falta de bienes y sustento. Los cines
se llenaban de gente que mitigaban su desesperanza comiendo palomitas
y engañándose así mismas durante una hora y media. Olvidaban, de
paso, su oscuro presente. Ellas suspirando y compartiendo los
anhelos de Escarlata O´hara en Lo que el viento se llevó. Y ellos sintiéndose cómplices imaginarios del héroe de
la honestidad y aplomo varonil que encarnó a la
perfección Rick (Humphrey Bogart) en Casablanca.
Los
norteamericanos han sabido sacarle buena tajada a esta industria y
han saneado una
historia propia no tan prolífica ni tan amable como nos la han
querido mostrar. Los dueños de las grandes corporaciones
cinematográficas: Metro, Wagner, Paramount, Universal etc. con ayuda
de las autoridades del momento han conseguido que cualquier
ciudadano de cualquier país conozcamos al dedillo su exiguo pasado.
Miren si son listos estos yanquis que han logrado que personajes ficticios
o reales con tan poca entidad como: Búfalo Bill, Al Capone o Billy
el Niño, sean súper conocidos por todo el mundo, a pesar de
tratarse de seres insignificantes en la historia real. También
épocas o situaciones nos son tan familiares que parecieran
hechos trascendentales en el devenir de la humanidad; la
historia del oeste americano es un buen ejemplo de ello.
Para
dar a conocer al mundo su facilona y oportunista colonización del
oeste han materializado la mini-hazaña en ingente cantidad de
películas del llamado,
Western, que
se han rodado: Solo ante el
peligro o La
Diligencia son
joyas que nadie debiera perderse. También para mostrarnos la
complicada vida urbana de sus enormes y recién creadas
ciudades se rodaron muchas de las películas del denominado,
Cine Negro… La Jungla de asfalto o El
Halcón maltés,
son dos filmes esenciales.
Es
obvio que Hollywood a tratado todos los temas habidos y por haber.
Sin ir mas lejos ¿Qué me dicen del asunto religioso?. Ha hecho más
el cine para el conocimiento de la biblia, con películas como…Los
diez mandamientos, Ben Hur , o Quó
Vadis,
que siglos de catecismos o misas. Estarán de acuerdo conmigo
que gracias al celuloide le hemos puesto rostro y aspecto a:
Moisés o a San Pablo, protagonistas de esas películas tan
imprescindibles, y que volvemos, por cierto, a visualizar una y otra
vez cada Semana Santa. Incluso a Barrabás, o al propio
Jesucristo en otras muchas, del tipo… La
pasión de Cristo o La
túnica sagrada.
Es
evidente que para una mayoría de personas de casi todo el mundo
el cine es un asunto fundamental. No se discute ni se rivaliza como
en los deportes, pero forma parte de nuestras vidas.
Una
buena película puede tener la capacidad de alterar nuestra
sensibilidad, permitiéndonos, incluso, salir de la sala
empatizando con las desgracias ajenas Fuga de Alcatraz.. O
tristes y con los ojos hinchados, después de una llorera
emotiva con La leyenda del indomable. Pero
también eufóricos y felices con El golpe, ¡y cómo no!, románticos y con ganas de besar a todo el mundo a la
salida de Vacaciones en Roma o Grease… Sin
embargo después de ver Esplendor en la hierba o Memorias
de África, acabamos con un regusto amargo
difícil de digerir. Todo esto demuestra a la perfección el poder y
magnetismo del cinematógrafo.
¿Quién
no ha derramado alguna lágrima al terminar de ver Titanic?.
¿O maldiciendo a los nazis con La lista de Schindler? También
desconsolados al finalizar La vida es Bella o Gran
Torino. Y no digamos melancólicos después
de contemplar Los puentes de Madison cuando
Robert Kincaid (Clint Eastwood) espera la decisión de su amada
Francesca (Meryl Streep) bajo la persistente lluvia de Iowa.
Sabemos
que la mayoría de las películas son versiones cinematográficas de
libros anteriormente escritos, pero es evidente que estas
historias han calado más en el imaginario y corazones de la gente en
este tipo de formato, es decir, el cine.
A mi sí
me formularan la inevitable pregunta sobre.. ¿Qué tres cosas
te llevarías a una isla desierta?. No dudaría ni un instante… Una
colección de libros, otra de cintas en donde no faltaran El
padrino, Casablanca o Encadenados, y
la tercera.., ummm, me la reservo para otro artículo.
Joaquín
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