Todo empezó con la historia de una carta. O mejor dicho la no historia, pues esa carta nunca existió. Aun así les aseguro que la esperé angustiosamente y que para mi desesperación ésta nunca llegó. Sin embargo la que abajo muestro es una copia exacta de la misma. Espero que me comprendan...
Quizás no sepa a donde voy, pero si sé a dónde me gustaría regresar.
Ignoro si habrás podido olvidarme, sin embargo yo sueño con volver a verte. Desde que no sé de ti algo ha cambiado en mi vida, sin duda a peor. De repente me hice mayor, y te juro que no me gusta lo que he hallado…
Ignoro si habrás podido olvidarme, sin embargo yo sueño con volver a verte. Desde que no sé de ti algo ha cambiado en mi vida, sin duda a peor. De repente me hice mayor, y te juro que no me gusta lo que he hallado…
A veces me creo que estás conmigo, y vuela mi imaginación al infinito, y
eso me permite aguantar mi angustia… Otras veces fantaseo que eres tú el que me
llamas, y cojo rápido el teléfono esperando oír tu voz vacilante al otro
lado, suplicándome que vuelva, que no
puedes más…O me creo verte desde mi ventana esperándome,
inquieto y ansioso por verme aparecer,
pero enseguida se me hace real el pasaje y ante tu ausencia
vuelvo, anímicamente vacía, a mis quehaceres.
Te
fallé es cierto, me deje llevar por su frívola provocación y no
supe rechazar unos deseos, acaso controlables. Olvidé lo esencial,
cambié por un breve rato de placer lo que más me importaba.
Te herí en lo más profundo de tu alma y a
cambio de nada perdí tu confianza y certidumbre… Aunque, no quise buscar
excusas vanas y facilonas que eximieran mi torpeza, porque existió esa ocasión,
tal vez matizada por el hecho de ocurrir una sola vez, un solo momento y
en un mal día, por cierto para olvidar.
Si te hubiera dicho, que no te merecías eso de mí, sería poca cosa para
impresionarte. Si te hubiera contado que estaba profundamente arrepentida,
posiblemente llegara tarde. Cualquier palabra mía iba a chirriar en tu
cabeza, pues me amaste generosamente y porque esperabas de mi reciprocidad,
justo lo que no supe darte…No obstante y aturdido aun como estabas por el
dolor, al comprender que te costaría aceptarlo, antes de ahondar en la
herida preferí guardar silencio.
Por disculparme podría haberte dicho, para aliviar el daño de mi fea jugada,
que fueron horas de debilidad y que no supe calcular las consecuencias…O
que fue un antojo ya olvidado…pero no te valdría, el tajo fue profundo
y no hay primeros auxilios que pudiera amparar el desatino …
Hubiera conseguido tal vez, esforzando de manera insistente mi persuasión,
atenuar el daño contándote milongas. Por ejemplo, de la ingenuidad de mis
pocos años, de aturdimiento, del despertar a la vida, pero intuirías que son
argucias, patrañas de mala perdedora, y no te lo merecías.
Incluso
podría haberte insistido que nunca más, que no significó nada para mí, que solo
fue una vez, una noche de debilidad y confusión. O que las circunstancias,
todas pertinentes, me obligaron a ello, pero me dirías… ¿Y
aquella promesa de amor eterno?... ¿Acaso no me juraste
fidelidad?...
Fue patética mi inconsistencia, no logré
adivinar siquiera que el destrozo sentimental que provocaría mi acción
seria inmenso. Ni imaginé por un momento que la convalecencia sería tan larga,
y que me correspondería volver a enamorarte, y además...te pediría perdón
mil veces si pudiera, y comprendería tu resentimiento… y aceptaría de
buen grado todo lo me pidieras…
Ahora, ha pasado el tiempo y no sé de ti, pero te sigo esperando con las mismas
ganas de siempre; perseverando, porque a pesar del distanciamiento y de
tu indiferencia, necesito creer que algún pedazo de aquel amor que
nos tuvimos todavía pervive en tu corazón, y que al menos, alguno
de los momentos felices que pasamos juntos aun lo recuerdas con
nostalgia... Ansío incluso, emocionada, que una lágrima tuya, rebelde, deambule
por tu mejilla cuando angustiado o triste, te acuerdes
de mí.
MARI
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