lunes, 30 de enero de 2017

A propósito de Trump.




El populismo ama tanto a los pobres que los multiplica. 
M.Grondona


Soplan aires inquietantes en el mundo. La crisis recién padecida y ya pasada, al menos en su etapa más virulenta, nos ha dejado unos posos turbios y un sabor amargo difícil de digerir. Las causas, mas o menos las conocemos; las consecuencias las sufriremos. Me explico…
Es cierto que hemos disfrutado de unos años de abundancia y relajación en cuanto a la economía. Y que esto permitió (debido a la confianza y falta de vigilancia) que emergieran aprovechados y malos gestores que al final nos llevaron, al saqueo unos y a la bancarrota otros.
La gente mal informada, también llamada el pueblo llano, que siendo casi mayoría permiten con sus votos formar gobierno, se han decantado por soluciones fáciles y creerse a pies juntillas la demagogia de los nuevos politiquillos advenedizos y aprovechados que prometen darle la vuelta como un calcetín a todo y solucionar en un santiamén unos problemas tan difíciles, que nos han llevado décadas hacer las leyes adecuadas para ellos.
Y es que la crisis ha sido tan profunda y los damnificados tantos que muchos están airados con los políticos de siempre. Otros, debidamente inoculados de rabia por tantas imágenes de mandatarios saliendo o entrando en los juzgados a la hora de los telediarios, están que trinan y son capaces de tirar por tierra, en actos irresponsables, tantos años de ésta democracia exquisita de la que disfrutamos.
Aunque ahora no esté de moda decirlo, nunca en Europa hemos vivido tan bien tanta gente. Los derechos de casi todos están recogidos en las leyes de cada país y las de la UE en general. La mejor muestra de ello es que todos los ciudadanos del mundo quieren venirse aquí porque se sienten protegidos. Pero hasta llegar a este grado de modernidad y defensa de los derechos humanos han tenido que pasar muchas décadas, porque legislar para que la mayor parte de la gente se sienta beneficiada y pocos perjudicados, es complejo. Sin embargo ahora pareciera que setenta años de esplendor no contasen y tan solo unos cuantos de crisis y malversación de fondos es lo relevante.
Ya antes pasamos por lo mismo, porque la historia suele repetirse siempre; la memoria humana es a veces insufriblemente débil. Después de terminar la Primera Guerra Mundial vinieron como es lógico los felices años veinte, de abundancia y excesos, para acabar en el Crack del veintinueve, que generó una crisis galopante con millones de parados y miseria. ¿Y cuál fue la solución que buscaron muchos? Pues igual que ahora, las recetas más fáciles para problemas muy complejos. Y las multitudes agasajaron a los nuevos profetas que iban a solucionar todo. Les enumero algunos… Hitler en Alemania, Mussolini en Italia, Stalin en Rusia etc.etc. Imagino que no hace falta que les diga el resultado, aun así les recuerdo, millones de muertos y Europa arrasada.
Una de las diferencias entre el momento actual con el de entreguerras es que en los Estados Unidos de entonces, a pesar de los inmensos daños de la crisis, siguió conservando el gobierno democrático. Eso le permitió una recuperación más o menos rápida y ocupar poco después la posición de país más rico del mundo. Ahora, sin embargo, parece ser que también allí llegó el populismo.
Creo sinceramente que la respuesta no está en estos populismos de tres al cuarto, sean de derechas o de izquierdas, que pretenden arreglar con cuatros brochazos gruesos lo que a políticos muy preparados les ha llevado décadas. Ésta estaría, pienso, en perseverar, porque el fin del túnel se vislumbra en lo económico y a los juzgados. También a las cárceles van llegando en largas filas los aprovechados.
En otro orden de cosas aunque muy relacionado con lo que está pasando, tenemos que gran parte de la culpa la tiene la globalización generalizada y el ansia merecida que tienen los países pobres por salir de la miseria, unas veces deslocalizando empresas con la consiguiente desindustrialización de occidente y por otra provocando un verdadero éxodo de gentes del mundo pobre al rico, con el inevitable desasosiego de éstos últimos. Pero esto es ya inevitable en el mundo actual por muchos muros y alambradas que queramos colocar.
Dicho queda…
                                      Joaquín Yerga
                                        30/01/2017


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