El hombre que sabía demasiado
Todos
somos muy ignorantes, lo que ocurre es que no todos ignoramos
las mismas cosas.
Einstein
“No
creo que Dios, que nos ha dotado de intelecto y de sentidos, nos
impida desarrollarlos
y evite que podamos: conocer”.
Con este amargo lamento terminaba la carta que el
sabio Galileo envió a la gran duquesa Cristina de
Suecia. Aludía el gran científico italiano del siglo XVII al
proceso que la Inquisición instigaba contra él por haber dicho que
la tierra se movía alrededor del sol.
Galileo
Galilei posiblemente sea el primer hombre de ciencias moderno de
la historia. Y después de Newton el más importante, por lo menos
hasta Einstein. Nació en 1564 en Pisa y su padre quiso que estudiara
matemáticas, pero él, influenciado por la obra de Euclides, (el
más brillante astrónomo griego de la antigüedad)
se
entusiasmó por ésta rama de las ciencias y se puso manos a la obra
con ella.
Siendo
aun joven supo de la existencia de unos telescopios rudimentarios que
habían inventado en Holanda y ni corto ni perezoso se dispuso a
construir él mismo unos parecidos. Como era un “manitas”
la cosa salió bien y oteando el firmamento con ellos se llevó la
sorpresa de su vida, contempló un universo desconocido hasta
entonces para el ojo humano.
Poco
a poco, y perfeccionando sus instrumentos fue descubriendo estrellas
nuevas y llegó a observar las lunas de Júpiter y los anillos de
Saturno. Algo
impensable y que nadie sabía que existían. Invitó a mucha gente a
mirar por su tosco telescopio para que vieran lo que él, pero
asustados pensaban
que se trataba de cosas de magia negra o alucinaciones promovidas
por el Diablo..
No
tardó demasiado en llegar a la conclusión de que Copérnico tenía
razón cien años antes cuando dijo que el centro del universo no era
la tierra, como se había creído hasta entonces, sino el Sol (teoría
heliocéntrica)
y
que la tierra se movía alrededor de él. También descubrió las
fases de la luna y razonó el porqué de las mareas. Por pensar y
difundir éstas ideas a punto estuvo de ingresar en prisión. Solo le
salvó algunas amistades y su avanzada edad el
momento.
Como
todos los hombres sabios no solo revolucionó la astronomía, también
la mecánica. En ésta última disciplina concibió varias leyes
pioneras e importantísimas para el desarrollo posterior de la
ciencia. Por ejemplo una de las más conocidas fue
la primera ley del movimiento. Se decía, aunque no está del todo
demostrado, que desde la torre inclinada de su ciudad --Pisa-- dejó
caer al vacío una bola de plomo y otra de madera, las dos a la par,
pretendiendo demostrar que: todo
objeto,
independientemente
del tamaño y materia del que esté hecho, alcanzan la misma
velocidad y deberían caer al mismo tiempo en el suelo. Por
supuesto acertó, desmintiendo las teorías de Aristóteles que eran
las que habían permanecido como aceptables hasta entonces. Con ésta
increíble demostración llegaríamos a una desconcertante conclusión: que una pluma y una bola de plomo llegarían al
suelo las dos a la vez si las arrojáramos desde algún lugar
elevado. La única condición que necesitábamos para que esto
ocurriera era que no hubiese aire que rozara los dos objetos. Para
argumentarlo inventó la bomba de aire, con lo que demostró sin
paliativos su asombrosa teoría.
Galileo
murió en Florencia a los 77 años. Fue uno de los llamados Padres de
la Ciencia, junto a Newton, Maxwell y Einstein. Para su desgracia, lo
pasó regular en sus últimos años de vida con el tema de la
Inquisición. Quiso ésta
condenarlo por haber escrito en su libro —Los
Diálogos—
que la tierra se movía. Tuvo que retractarse y rectificar ante el
severo tribunal para no ir a la cárcel. Aunque
cuentan que por lo bajines y sin que lo oyeran los jueces llegó a
decir: Eppur si
muove, lo
que es lo mismo…Y
sin embargo se mueve.
Ahora
la iglesia a destiempo, nada menos que quinientos años después,
pidió perdón. Nunca es tarde aunque la de nuestros días no tiene
la culpa. Afortunadamente ésta ha evolucionado a mejor. Juan Pablo
II, pidió perdón por todos los errores cometidos a lo largo de la
historia, que fueron muchos. También
el cardenal Ratzinger (Benedicto
XVI)
aceptó
públicamente la teoría Heliocéntrica de nuestro sistema solar.
Gracias
a hombres como Galileo Galilei hemos llegado a este punto de
modernidad y desarrollo en la tierra. La pena es que gente así solo
surgen cada doscientos años. Ya queda poco para el siguiente.
Dicho
queda…
Joaquín
Yerga
24/01/2017
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