Dos meses hacía que nos habíamos visto por primera vez y en esos sesenta días habíamos bailados, cenados juntos y acostados muchas veces, y hasta llegamos a conocernos a fondo, o eso creía yo, pero ella no se fiaba de mi, incluso no hacía más que preguntarme:
---Joaquín, ¿no te da miedo enamorarte de una mujer que antes de ti ya tuvo un gran amor?.
Yo había temido esa pregunta siempre y sabía que tarde o temprano tendría que caer. Desde que la conocí no había dejado de hablarme de su exmarido, su gran amor, según ella.
---No me da miedo---le respondí---al contrario, estoy enamorado de ti y con eso me basta, no pido más.
Le gustó mi respuesta, pero no fue determinante porque seguía insistiendo:
---Ya ya, pero para alguien como yo que ya conoció al amor de su vida, tú sólo serás el sustituto, alguien que tape el agujero dejado por un profundo desamor, y te pondré las cosas difíciles.
---No te preocupes, cariño---reiteré yo impaciente---ya verás como olvidas a ese hombre, te lo aseguro. Te voy hacer tan feliz que no te apetecerá mencionarlo.
Pero ella nunca quedaba satisfecha. Llegué a pensar que necesitaba tanto cariño, estaba tan dolida que no se conformaba con medias tintas; buscaba mi entrega total.
---No sé, Joaquín---insistía---¿Y si por más que te esfuerces nunca lo logras?, porque el nombre que está tatuado en mi corazón no es el tuyo.
Al final me salí con la mía, olvidó ese primer amor, al menos dejó de mencionarlo. Estoy seguro que, en su corazón fue mi nombre tatuado el que sustituyó al otro, pero no por mucho tiempo, pues unos años después nos dejamos. Ignoro si ha retatuado otro nombre sobre el mío, no he vuelto a verla.
Por cierto, ¿Quién dijo que el primer amor es el más autentico? Me da la nariz que el amor es cosa de intensidad no de orden de llegada...
Joaquín
No hay comentarios:
Publicar un comentario