lunes, 25 de noviembre de 2024

Confidencias de mi vecina, una chiquilla

                                                                                       

   

Coincidí anteayer con una vecina en el ascensor. Se trata de una chica jovial con la que alguna vez había intercambiado unas palabras, pocas. Subíamos callados los dos.. Rompí yo el silencio. Le hablé del tiempo ¡qué novedad!... Tras un rato conversando y saber ella de mi jubilación, la tía no se cortó un pelo... fijaos lo que me preguntó:

---¿Y qué se siente siendo ya un viejo?..

Qué os parece, ¡qué chiquilla!.. Aproveché para decirle:

---Marta (sabía que se llamaba Marta) envejecer es un regalo. No cambiaría nada de lo que tengo por unas cuantas arrugas menos o un vientre plano.

---Ya ya, pero...---titubeó la niña

El ascensor se detuvo en el cuarto piso, donde íbamos los dos. Parados en el rellano aún tuve tiempo de explicarle un par de cosas:

---Y te digo más, Marta, estoy orgulloso de haber vivido lo suficiente para tener el cabello gris. Otros, para su desgracia, ya no pueden decirlo, así que, ten tú cuidado, disfruta de tu juventud y recuerda siempre que la vida es muy breve; en un santiamén te colocas en mi edad. Y no sé si lo sabes, pero la misma tontería que piensas tú de los viejos, la pensaba yo hace prácticamente cuatro días.. Por cierto, por el tiempo que me quede, amaré la vida como lo he hecho hasta hoy, simplemente.

Nos despedimos. Vivimos justo enfrente uno del otro. Por un instante pensé que su madre, amiga mía, le habría hablado de mi y dicho que: que acabo de jubilarme, que soy muy educado y siempre sonrío, que derrocho amabilidad, y que parezco muy feliz.  Eso sí, Marta solo se quedó con la copla de que soy un viejo. 

En fin, allá ella. Ya llegará.. 

Joaquín





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