viernes, 29 de noviembre de 2024

El viejo y el mar

                                                                                          



Qué lástima, muchacha,

que no te pueda amar...

Yo soy un árbol seco que sólo espera el hacha,

y tú un arroyo alegre que sueña con la mar.

---J. A. Buesa--


Había una vez un señor muy anciano que apenas podía ver. Cuando estaba en la mesa para comer, no podía sostener la cuchara, dejaba caer la copa en el mantel, y algunas veces se le escapaba la baba.

Su nuera y su propio hijo estaban muy enfadados con él y decidieron dejarlo en un rincón de un cuarto, donde le llevaban su escasa comida en un plato viejo de barro.

Un día, el abuelo se cayó al suelo y rompió el cuenco de sopa que apenas podía sostener con sus propias manos. Entonces, su hijo y su nuera le compraron una cazuela de madera para evitar que se rompiera.

Días después, su hijo y su nuera vieron a su niño de cuatro años, muy ocupado en reunir algunos pedazos de cazuela que había en el suelo.

¿Qué haces?—preguntó su padre.

Una tartera para dar de comer a papá y a mamá cuando sean viejos— contestó el pequeño.

El marido y la mujer se miraron por un momento sin decir palabra. Después rompieron a llorar, y volvieron a poner al abuelo en la mesa. Desde ese momento, el abuelo comió siempre con ellos, siendo tratado con mayor amabilidad.

Moraleja: es un cuento antiguo de los hermanos Grimm con final feliz, pero que ya no está de moda. Los viejos continúan (y más que estarán) apartados en el rincón; la diferencia es que los hijos ni se inmutan por verlos ahí languidecer. 

Joaquín




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