Junto
a las tres palmeras
se amansa el sol.
Existe
el agua. Y Dios deja un
momento
que los pobres camellos se
arrodillen...
Junto a las tres
palmeras,
el árabe, tendido, al fin,
sonríe
y suspira... Damasco
lejos
aún le aguarda. Los confines
del
horizonte brillan encendidos.
Un
silencio terrible
llena el aire...En
la arena
tiembla la sombra elástica
de un tigre.
--M. Machado--
Dos años después de descubrirse América, en 1494, Fuente de Cantos rondaba ya los 5.000 habitantes (veinte años más tarde habíamos perdido la mitad) y administrativamente pertenecíamos a Montemolin. Allí vivía el comendador general, encargado de nuestras finanzas y seguridad.
Por cierto, ¿sabéis en qué empleaban el tiempo aquellos fuentecanteños de hace 500 años?. Os lo digo, todo giraba entorno al trabajo y la devoción.
Los hombres, y en general toda la familia incluidos los hijos, trabajaban de sol a sol y sólo los domingos libraban, por la misa. Eso sí, días festivos había a tutiplén. No había santos que no tuviera su misa y procesión.
La mayoría de la gente entonces, nuestros antepasados más remotos, era ruda, tosca, sacrificada, unos pocos instruidos y la inmensa mayoría analfabeta.
Los domingos por la tarde los aprovechaban los hombres en las tabernas jugando a los dados y a las cartas. Los más jóvenes se entretenían jugando a la pelota en las paredes de la Parroquia y de la Ermita de la Hermosa.
¿Y las chicas? Bueno, estas se reunían alrededor de las fuentes y caños del pueblo; allí reían y murmuraban entre ellas mientras esperaban la llegada de las pandillas de chicos. Algunas veces recorrían juntos las calles cantando canciones populares..
Contábamos en el pueblo con dos curas párrocos y ocho capellanes, amén de monaguillos, seglares, campaneros, ermitaños encargados de las ermitas etc. etc. Ellos se encargaban de preparar las numerosas misas y procesiones de entonces.
¿Nuestro medio de vida? Pues casi como ahora, la agricultura y en menor medida la ganadería. Tambien oficios de carácter artesano, como los relacionados con el lino, el esparto o el mimbre. Llegamos a tener hasta 500 telares caseros. Con ellos las familias se hacían su propia ropa..
En fin, que sepáis que mientras Colón descubría América, aquí abajo, en Fuente de Cantos, nosotros a lo nuestro, a trabajar y rezar...
Joaquín
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