Mi voluntad se ha muerto una noche de luna
en que era muy hermoso no pensar ni querer...
De cuando en cuando un beso sin ilusión ninguna.
¡El beso generoso que no he de devolver!
--M. Machado--
Llegó a Fuente de Cantos la orden de expulsión de los judíos. La sinagoga donde hacían sus ceremonias y ritos quedó, pues, vacía, abandonada.
--¡Demonios, qué hacemos con ella!--exclamaron muchos vecinos del barrio
--¿Qué os parece transformar la sinagoga en ermita?--dijo uno
--Buena idea, pero, ¿a quién la dedicamos?--preguntó otro
--Nada nada, qué mejor que a la madre de la Virgen María, Santa Ana, ya que el templo está en esta calle---opinaron varios a la vez.
Y a base de trabajo, tesón y muchos retoques, los devotos feligreses de la nueva ermita fueron quitando los símbolos hebreos y llenándola de objetos cristianos, incluida una talla de Santa Ana que habían mandado hacer
La nueva ermita de Santa Ana constaba de cuatro tramos, o sea, que era grandecita. Enseguida nombraron ermitaños que se encargarían de cuidarla. Catalina Martínez y su marido Antón García, fueron dos de los más queridos y conocidos de sus ermitaños. .
Ya no existe la calle Santa Ana, donde vivían la gente pudiente del pueblo (barrio judío) ni la ermita de Santa Ana. ¿Sabéis que nos queda de todo aquello? Pues la talla de Santa Ana (antiquísima) que se custodia en la Parroquia..
En fin..
Joaquín
Confluencia de las antiguas calles Ángeles y Esperanza, lugar donde, posiblemente, estuviera ubicada la antigua ermita-sinagoga de Santa Ana
No hay comentarios:
Publicar un comentario