Se
oían voces y ruidos de vasos,
y una
música triste, derrumbada,
una
canción distinta, pero intensa.
Todo
se hallaba absurdamente detenido
dentro
de una burbuja de desdicha,
de
distancia sin aire, de muralla de hielo.
--F. Aguirre--
Repantingada en su hamaca de la piscina municipal pasaba Noa la mañana. Sus hijas chapoteaban en la parte menos honda de la pileta. Dislocadas y bulliciosas saltaban y brincaban sobre el agua entre risas agotadoras, lo que hacía que su madre no les perdiera ojo; son muy pequeñas.
Le suena el móvil:
--“Buenos días, ¿Noa González?"---dice alguien al otro lado de la línea cuando quiso saber quién llamaba.
--"Somos de su banco. Hemos detectado un intento fraudulento de sacar 5.000 euros de su cuenta y lo hemos evitado a tiempo. Por favor, díganos su contraseña para asegurarnos de que no lo vuelven hacer".
Noa, entre miradas a sus hijas pendiente de sus seguridad y el propio nerviosismo por el incidente, ni lo piensa, le da la contraseña. Cosa lógica, creyó en ese momento.
Pero no queda tranquila. Algo le dice en su interior que va haber problemas. De manera apresurada saca a las niñas de la piscina, vuelve a su casa y enciende el ordenador. Mira su cuenta. .¡¡Dios mío, le han birlado 15.000 euros en tres tacadas!! El disgusto es tremebundo, son todos sus ahorros.
Noa llamó rápidamente al banco. Le han dicho que es un robo característico que está ocurriendo últimamente, y que jamás tenía que haber dado contraseña alguna. Ya es tarde, le dicen
Hoy 20 de abril de 2024, nueve meses después del timo, todavía anda pleiteando con su banco esperando recuperar el dinero, pero lo tiene difícil, le han advertido..
Por cierto, es una historia real, ayer volvimos hablar del asunto. Noa y yo, somos vecinos. Le pregunto de vez en cuando.
Joaquín
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