El tren desapareció de nuestra vista, y con él la silueta de mi amigo agitando su mano diciéndonos adiós desde la ventanilla. Igual que él, que se iba, yo que me quedaba también lloré. Ella, su novia, que estaba a mi lado, se mostró sin embargo serena y distante. Me sorprendió lo que me dijo al quedarnos solos. Siempre creí que se mostraría inconsolable llegado este momento:
---Joaquín, al fin y al cabo sólo dos meses va a estar en Madrid, y no es plan de permanecer tristes por mucho tiempo.
Dejamos la estación y nos dirigimos al centro de Zafra en busca de un restaurante; la invité yo a cenar antes de regresar a Fuente de Cantos. Encontramos uno en la Plaza Grande. Casi tres horas permanecimos en el local. Cenamos, bebimos y hablamos de muchas cosas; también de él, su novio, aunque menos de lo que sería esperable..
Al salir, quizás influenciados por las copas de más que nos habíamos tomado, antes de llegar a mi coche aparcado cerca, nos besamos. Sucedió de manera espontánea; fue el preludio del amor que hicimos después de manera apasionada, a las afueras.
Terminamos exhaustos, pero arrepentidos, al menos en mi caso. Nunca olvidaré el pesar que sentí. Durante todo el viaje de vuelta al pueblo no nos dijimos ni palabra. A partir de ahí, avergonzados por nuestro feo proceder dejamos de hablarnos, ella y yo..
Mi amigo jamás supo de la traición de su novia conmigo, su mejor amigo. Meses más tarde formalizaron la boda. Por esas fechas yo buscaba impaciente la mejor manera que contarle todo sin que sufriera demasiado. No lo hice, y luego me arrepentí.. Desde aquella tarde una enorme barrera se interpuso entre él y yo, una barrera de vergüenza y torpeza por mi parte que enfrió nuestra amistad. Poco después después me vine a Madrid y eso contribuyó al total alejamiento.
Han pasado muchos años de aquello. No obstante cada vez que vuelvo al pueblo, en vacaciones, no pierdo la esperanza de recuperarlo, aunque ya no le contaré nada, ¡claro!. Ahora tienen hijos y son felices, creo..
Joaquín

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ResponderEliminarPero que Jeta, como pudieron, ninguno eran de fiar
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