Busca, pues, lo mejor, te lo deseo.
Seré mil veces feliz si lo hallas.
---Shakespeare---
Una noche le propuse dejar de vernos durante un par de semanas, y luego, una vez reflexionado los dos largamente, retomar lo nuestro o dejarlo para siempre. Creí estar harto. Me reprochaba ella continuamente que me divertía con los amigos y que no le hacía caso.
En realidad nunca pensé que la cosa iría tan lejos. Siempre creí que ella, dócil y enamorada, acabaría por pedirme perdón y entregada a mis brazos. No. Se lo tomó muy mal. Tanto, que a pesar de ese amor por mi, nunca volvió.
Aguanté como pude sin suplicarle, sin pedirle que volviera; los amigos me hacían olvidarla, pero pronto vislumbré mi dependencia emocional de ella. Mi engreimiento se dio la vuelta como un boomerang, pero ya era tarde.
El tiempo pasó. Yo me divertí unas temporadas con amigos y amigas, pero todos se fueron yendo y yo me fui quedando solo. Cierto es que mantuve un par de relaciones más. Incluso creí haberme vuelto a enamorar de otra, pero nada que ver. Con todas acababa comparándola y todas salían perdiendo..
Ahora ella es feliz, me consta. Se casó con un tipo serio y posiblemente no tardara mucho en olvidarme.
Alguna vez, cuando vuelvo al pueblo en vacaciones, la veo por la calle Llerena con un par de niños cogidos de su mano. Me mira de una manera que no sé cómo calificar ¿Melancolía? ¿Pena?, No sé.. No ha perdido ni pizca de su atractivo. Es una hermosa mujer que podía haber sido mía.
Joaquín
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