La sombra de una duda sobre mi se levanta
cuando llega el arrullo de tu voz a mi oído;
miedo de conocerte; pero en el miedo hay tanta
pasión, que me parece que ya te he conocido.
--Andrés E. Blanco--
Conocí a la mujer de mi vida una noche de verano en la discoteca. Entre el gentío que abarrotaba el local me la tropecé de frente, era forastera, guapísima. Aproveché, le pedí un baile. Accedió encantada ¡Qué ilusión!.
Quedé felizmente estupefacto, pues resultaba que ella se había fijado antes en mi y esperaba ansiosa que la sacara a bailar, ufffff.. No me lo dijo así exactamente, pero eso deduje por su complacencia..
Este fue el inicio de mi sufrimiento, porque acabé muy enamorado de ella y ella no tanto de mi.
Al poco de salir juntos ya empecé a hacer tonterías de las mías. Como era tan atractiva, algunos tipos pululaban a su alrededor como moscas a la miel de su hermosura, y a mi me mataban los celos.
En su coquetería, ella disfrutaba con aquellas miradas furtivas, no era pecado, ¡claro!. No, pero un día le dije, de farol, que la iba a dejar por eso. Se me echó a llorar, ¡qué os parece!. Fue el día más feliz de mi vida, lloraba por mí.
Luego resultó que, en mi inmadurez, a partir de ahí multipliqué mis escenas de celos, y lo nuestro empeoró. Un día se cansó de mis tonterías y me abandonó, pero lo hizo de la peor manera posible, ¡poniéndome los cuernos!..
Con un tipo de Almendralejo, formal, con buen trabajo y con coche se me largó. A los tres meses me enteré que se casaban. Ni os cuento mi sufrimiento.
Ha pasado ya mucho tiempo de aquello. Jamás volví a verla, pero ya os dije al principio, nunca la olvidé.
Acabo de enterarme de que está divorciada, que lo pasó fatal en su matrimonio y que tiene tres hijos. No sé que hacer. Sé donde vive.. ¿Qué hago?.. Estoy casado, pero la tengo extremadamente idealizada..
Joaquín
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