Y cada uno está donde su coraje le ha llevado... o donde su cobardía le ha dejado.
--Anónimo--
Ha pasado solo un año desde que el parlamento catalán proclamara la fantasmagórica República Catalana pero, realmente, pareciera haber pasado veinte. Recordad aquellos días: De golpe, lo que parecía iba a ser un caos, anarquía pura y dura, una revolución similar a la francesa del siglo XVIII, por su colosal efecto mediático se quedó en nada, mucho ruido y pocas nueces...
Y es que la montaña parió un ratón. Cuando todos esperábamos, al menos, algaradas en las calles y miles de jovenzuelos de la CUP, palo en mano, haciendo estragos en las tiendas de la Diagonal despotricando por el 155, resulta que nos encontramos con un lunes (día siguiente) normalito, como todos, y con los ciudadanos en sus quehaceres, ejercitando sus habituales y anodinas vidas. Y así siguen...
Cuando todo el mundo estábamos en ascuas pendientes de los acontecimientos en Cataluña y la atroz repuesta que se suponía nos preparaban los indepes; en fin, algo parecido a la Barcelona ardiendo por los cuatro costados de la Semana Trágica de principios del siglo XX, en donde se contabilizaron mas de doscientos muertos, resulta que bastó solo que el sosete de Rajoy desde su atril de Moncloa proclamara serenamente las cuatro medidas elementales… y, mano de santo... aquí no pasó nada.
Imagino que todos, (o muchos) se temían lo peor; o cuanto menos algo de resistencia activa en las calles, ¡y mira por donde! Solo con la aplicación suave del 155,... y el golpe se descabezó. Que conste que algunos vaticinábamos poca obstinación y rebeldía. Y es que la mayoría de ellos son gente que han sufrido poco; revolucionarios de pacotilla y de moqueta. Muchos niños de papás malcriados y caprichosos que han tenido de todo. Para éstos tipos, todo ha sido como un juego virtual que han ganado siempre y sin apenas despeinarse por las circunstancias que todos sabemos, pero que en cuanto toca mojarse de veras, se mojan sí, pero de orina en los pantalones.
Los otros, los urdidores del llamado Procés, la oligarquía catalana del barrio de Grácia esperaban que la cosa fuese más sencilla. Estos, que tiraban la piedra y escondían la mano, se equivocaron el día que contemplaron atónitos cómo un millón y medio de vociferantes manifestantes en la Diada, atosigados por la crisis reclamaban los derechos de siempre. Entendieron que les daba vía libre para proclamar la independencia, y de paso se tapaban las fechorías económicas que habían cometido sus dirigentes. Pero la jugada les salió mal, no contaban con la unanimidad europea entorno a la democracia española.
Espero con ahínco que con todo en contra no muestren demasiada resistencia, más bien al contrario, confío con denuedo que supliquen por lo bajines una vuelta a la normalidad cuanto antes y, donde dije digo, digo Diego... Otra vez será... Pero ¡claro! para que sigamos ganando esta guerra soterrada no debemos darles cancha ni ser blandos con ellos a cambio de permanecer unos días más en la Moncloa... ¡Ni se nos ocurra!...
Para el resto, (es decir para casi todos los españoles) que estuvimos sumidos aquellos fatídicos días en la tristeza y la amargura por tal deslealtad, el desenlace final supuso un espaldarazo a nuestra democracia. De todas maneras, y tal y como dijo recientemente un periodista, algo hemos ganado, antes pedían la independencia de Cataluña, ahora solo piden el indulto para los presos.
La penúltima vez que se declaró la independencia de Cataluña en 1934, el acto se saldó con cuarenta muertos y la república catalana apenas dos días en vigor. Esta vez ha sido peor, la cosa terminó con una carcajada general, unos cuantos políticos sediciosos en la cárcel, y Puigdemont, el jefe del cotarro, en Flandes pidiendo asilo. El ejercito ni se inmutó, no hizo falta...
Joaquín
P. D.
Este articulo de arriba, tal cual, lo escribí a finales de octubre de 2017, había pasado un año de la aplicación del 155. Podíamos haber terminado con esto de una vez si no les hubiéramos dado cancha pero, como siempre, nos pueden más los intereses personales y de partido, y por culpa nuestra que no de ellos, hemos vuelto a la casilla de salida; otra vez están creciditos, y no sólo eso, ahora incluso mandan en España.. En fin, definitivamente, no tenemos arreglo..
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