viernes, 21 de octubre de 2022

Quiso Dios que aquella fuentecanteña no fuera para mi

                                                                                     



¿No veis la luna, que brilla fulgente en el cielo?

¿No oís del arroyo el suave y callado rumor?.

Pues eso que brinda la luna tranquila, es consuelo.

Pues eso que dice el arroyo en el bosque, es amor.

--Rubén Darío--



Estábamos sentados, ella y yo, en una mesa junto a la ventana, en la cafetería de la Estación, justo en el mismo lugar donde meses atrás nos habíamos visto por primera vez. Dos jarras de cerveza  sobre la mesa eran los únicos testigos de nuestra conversación. 

Le contestaba yo a una insinuación suya:

---¿Qué si la quise me preguntas? Más que eso, amiga, creo que me obsesioné con ella

Ni me imaginaba yo que, Pepi, la mujer con la que me sinceraba esa noche, algún día se podría haber casado conmigo y haberme hecho feliz. Pero eso lo supe después, porque en aquellos tiempos aún era mi confidente, la chica con la que me desahogaba de mi primer fracaso sentimental.

---Fui yo el que le dije adiós para siempre---continué con mi monólogo---aunque realmente fue ella la que dio el primer paso cuando me puso los cuernos. Todavía sufro al contarlo.

Había conocido a Pepi de casualidad, esperando una mañana el autobús. Aún arrastraba yo la amargura de mi primer amor. 

---Era una chica guapísima y eso fue mi perdición---seguía explicándole---no había hombre que no la mirara o intentara ligar con ella en cuanto me despistaba, y eso a ella le encantaba.

Pepi soportaba estoicamente mi estúpida conversación. Todavía, después de varios meses de salir juntos, de cenar, de bailar, de hacer el amor casi a diario con ella, aún seguía yo con la matraca de la infidelidad. Incluso le enseñaba fotos de la otra que conservaba en mi cartera.. ¿Se puede ser más tonto?..

Bueno, no sé si tonto, pero si ingenuo; aunque bien es verdad que nunca creí que podría haber pasado por la vicaría con ella. Según me confesó después, a esas alturas ya se había enamorado de mi; le espantó mi dañina insistencia con aquel primer amor perdido.

Una noche de verano, después de bailar con ella y de hacer el amor en mi viejo automóvil, aparcado detrás de la discoteca del Gitano, se vistió sin decir palabra y se despidió de mi para siempre. 

Mientras se ajustaba su ropa me fue diciendo que estaba segura de que yo era un buen chico, que había empezado a quererme, pero que no podía compartir su vida con alguien tan obsesionado con otra mujer. La vi incluso llorar, pero se fue. No volví a saber de ella..

Durante años me quedó la duda sobre si llegué a enamorarme de Pepi tanto como de la otra.. 

Joaquín



                                                                                  


                                                             





 



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