lunes, 3 de enero de 2022

Y llegará un día que...

                                                                                     


En el balcón, un instante

nos quedamos los dos solos.

Desde la dulce mañana

de aquel día, éramos novios.

--El paisaje soñoliento

dormía sus vagos tonos,

bajo el cielo gris y rosa

del crepúsculo de otoño--

Le dije que iba a besarla,

bajó, serena, lo ojos

y me ofreció sus mejillas,

como quien pierde un tesoro.

--J.R.Jiménez--



El Cisne negro” es una película americana de aventuras de los años cincuenta cuyo argumento va de piratas del Caribe. Ayer estuve viendo algunas escenas de ella; más que nada por la pereza de no cambiar de canal, aunque acabé por hacerlo. El actor principal es Tyrone Power, un tipo intrépido y resultón que, por cierto, murió aquí en Madrid a los 44 años de un infarto mientras rodaba “Salomón y la reina de Saba”. La heroína de la que se enamora perdidamente el guapete de Tyrone en la peli, es la hermosa irlandesa Mauren O' Hara.

El único oficio de estos piratas de la película (decían ellos) era matar españoles, (igual que Simón Bolívar, ahora tan de moda) y asaltar sus barcos cargados de oro y plata procedentes de nuestras colonias. Estos corsarios actuaban impunemente bajo la protección del gobierno inglés. Es una película, pero la realidad fue muy parecida, incluso, como se suele decir supera la ficción.

Los ingleses y sus herederos los norteamericanos se venden de maravilla, son una piña a la hora defender lo suyo: sus tradiciones, su historia y su orgullo como nación; cosa que nosotros, los gualdrapas españoles, no hacemos ni de coña, con perdón.

Los españoles hemos llegado a un punto de desmotivación e indolencia patriótica tal, que ocurren aberraciones como que a uno le llamen facha por sentirse simplemente español. Muchos, miles, incluso millones de compatriotas nuestros viven desconcertados ante la ola de relativismo que nos invade desde hace un par de décadas. 

Uno, o una, se puede vanagloriar de cualquier región o nacionalidad, aunque sea inventada e idolatrar sus símbolos pero... ¡Ay, amigo! si se te ocurre alardear de español te cae la del pulpo. Lo menos que te pueden decir además de facha y racista, es machista o intransigente.

Imagino que como cualquier moda que sobreviene y a la que se apuntan enseguida los más gregarios, pasará y volveremos a valorar nuestro orgullo. Aunque temo que cuando recuperemos ésa cordura sea demasiado tarde y el país esté ya irrecuperable en su unidad.

Y es que muchos españoles nos sentimos como los indios americanos de las películas que hablaba al principio, y vemos resignados cómo España se deshace en múltiples Reinos de Taifas, en donde cada cual anuncia su próxima y factible independencia, mientras, cabizbajos, debemos callar bajo pena de ser excluidos y excomulgados del panorama sociopolítico actual. 

No es nuevo, ya ha pasado en otros países, a fuerza de otorgar y callar aparecerá un líder potente y un partido que aglutine estas depauperadas huestes, las recomponga y pasen a la ofensiva. Y mucho me temo tengan las de ganar porque, entienden que siguen siendo mayoría, la otrora mayoría silenciosa... 

Joaquín



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