domingo, 9 de enero de 2022

Cinco horas con Mario..

                                                                                   




          Nunca te dejé de querer, sólo dejé de insistir.


Mi amigo Mario y yo nos llevamos muy bien, aunque nos vemos poco. Ayer me llamó por teléfono y me contó lo que le había pasado con su exmujer. ¡Es tremendo!, os lo voy a detallar con pelos y señales, tengo tiempo..

El otro día se acercó a  Zafra invitado a su casa por un amigo suyo. Vive éste cerca del antiguo cine Alcázar, en un bonito chalet adosado dentro de una urbanización, yo la conozco bien, suelo pasar por allí a menudo.

Pero antes de entrar---me dijo---se lo pensó dos veces, porque todo había sido muy precipitado. Me explicó que el día anterior había tropezado casualmente con su amigo Juanjo, al que hacía mucho tiempo que no veía. Se saludaron y tomaron unos cafés en un bar de la Plaza Grande. Allí, entre añoranzas y recuerdos, Juanjo le fue contando lo bien que le iba en la vida...

Le dijo, entre otras cosas, que se había divorciado de su primera mujer con la que había tenido un hijo, y que ahora estaba a punto de volverse a casar con una chica estupenda. Estaba viviendo, según le dijo a Mario, su etapa más feliz. Económicamente había prosperado bastante —siguió contándole---y le suplicó que le visitara en su nueva casa. Incluso llegó a ofrecerle compartir juntos un negocio inmobiliario del que él era socio. Esto último le animó, pues no está pasando por su mejor momento económico.

Mi amigo Mario no está pasando ni un buen momento económico ni sentimental, más bien al contrario, pues hace algo más de un año que se separó y todavía lo está pasando mal. Cuando lo del divorcio ella se fue de Fuente de Cantos y no ha vuelto a saber nada. Pepi había sido la mujer de su vida, y no exagero. Pero las cosas terminaron mal, no se entendieron, ¿o tal vez hubo algo más?. En fin, no sé..

Pero, bueno, como os iba diciendo, Mario estaba allí, en Zafra, parado frente la casa de su amigo Juanjo y dudando si tal vez se apresuró un poco al aceptar su invitación. Decidió poner fin a sus cavilaciones y tocar el timbre.

En unos segundos una criada le hizo pasar a un amplio vestíbulo indicándole con un gesto que se sentara. Luego le anunció que Juanjo le estaba esperando y que en un momento le recibiría..

Mientras esperaba ser recibido, con curiosidad fue observando el amplio recibidor posando su mirada aquí y allá, sobre todo en los objetos más destacados de la estancia. 

Sobre una mesita de madera, situada en medio de dos sofás, resaltaba un marco de plata de buena ley con una foto de familia, en la que destacaba su amigo Juanjo ataviado con ropa veraniega. Sostenía en sus brazos a un hermoso niño rubio de unos dos años de edad. La foto, en la que se veía a los dos sonrientes mirando el objetivo de la cámara, parecía hecha (según los barquitos que se distinguían al fondo) en un puerto de mar. Por el aspecto de Juanjo, Mario calculó muy reciente la ejecución del retrato.

Por un momento volvió a pensar en su futuro, pues teniendo en cuenta el magnífico recibimiento y las muestras de cariño mostradas por su amigo Juanjo hacia él, sin olvidar tampoco las interesantes proposiciones empresariales ofrecidas por éste, tenía motivos suficientes para la esperanza.

Le despabiló de esos agradables pensamientos la aparición de Juanjo que, con rostro saludable y alborozado, iba yendo hacia él dispuesto a darle un fuerte abrazo. Detrás de él divisó la que parecía una hermosa mujer trayendo de la mano, ¿tal vez al niño de la foto? dispuesta también a saludarle.

Cuando Mario, jubiloso, después de abrazar a Juanjo, levantó su mirada hacia la que iba a ser la mujer de su amigo, su rostro demudó de súbito mientras todo su cuerpo sufría un espasmo de emoción  ¡No podía creer lo que veía!  ¡Dios mío, Joaquín!--me dijo ayer todavía alterado--¡ésa mujer, la que iba a casarse con su amigo, no era otra que la suya, Pepi!!.

Anonadado, completamente fuera de sí, sin saber que hacer ni qué decir se comportó con ellos como un pelele que mueve el viento. Necesitó tiempo para reponerse.. Evidentemente no fue aquél el mejor día de su vida.

Cuando ayer me contó por teléfono la sorprendente aventura con su exmujer y su amigo, todavía le vi muy tocado anímicamente.. Y os digo una cosa, creo que no todo fue tan casual como parece

Ahora está destrozado el hombre. Ésta misma noche le llamaré a ver si me cuenta algo más, porque sospecho que aquí hay gato encerrado..

Joaquín





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