Con tu desaparición
es tal mi estupefacción,
mi pasmo, que a veces creo
que ha sido un escamoteo,
una burla, una ilusión;
que tal vez sueño despierto,
que muy pronto te veré,
y que me dirás: «¡No es cierto,
vida mía, no me he muerto;
ya no llores…, bésame!».
--Amado Nervo--
--El duque de Álora, buen mozo él, tenía amores con una actriz bellísima de la que estaba muy enchochado.. Pero, ¡cosas del protocolo!, debía casarse con Margarita, una chica de su clase. Una chica que sí estaba muy enamorada de él. Era un tipo muy apuesto---
Le contaba a mi amiga ésta historia que leí hacía tiempo, una historia trágica y real. Tomábamos unos cafés y unos dulces en su casa, una fría tarde de noviembre.
--Nunca había oído hablar de él, Joaquín. Quizás cuando me lo cuentes me suene---me dijo mientras apuraba el último sorbo de su segundo café--
--Margarita tonta no era, conocía el romance de su novio con la actriz---proseguí---así que, dos días antes de la boda, reunió a sus padres, suegros y prometido y le hizo jurar delante del cura y de los evangelios que rompiera para siempre con su amante--
---Uffff, tenía carácter la chica---replicó mi amiga---
---Y tanto. Mira---le dije---el duque, cogido por sorpresa, no tuvo más remedio que prometer lo que su futura esposa le pedía. Pero un mes le duró la abstinencia, una noche, Margarita los pilló infraganti en su casita de campo, junto al rio Manzanares. A través de la ventana vio luz en el cuarto donde el duque y la actriz se revolcaban con pasión.. Se colocó junto al estanque y desde allí les llamó la atención a gritos. Ellos se asomaron, y entonces Margarita, erguida y arrogante, se dirigió a su marido, gritándole:
--¡¡Por tu culpa!!---¡y se arrojó al agua!--
Mi amiga estaba con la boca abierta escuchando la historia. Tanto, que terminamos con los dulces y dos cafés cada uno. Al verla tan interesada aceleré el relato...
--El terror de los amantes hizo que tardaran en socorrerla. Cuando acudieron al estanque con luces y criados, se había ahogado. Sobre el macizo de ladrillo que formaba el borde del estanque encontraron el abrigo y el chapín de raso de Margarita, la desgraciada nueva duquesa de Álora--
--Pobrecilla---se lamentó mi interlocutora---siempre perdemos nosotras. No sé cómo nos las apañamos--
--Bueno---concluí---la historia se tapó porque no interesaba a ninguna de las dos familias ¡tan aristocráticas! airear trapos sucios, pero sucedió, y tanto que sucedió--
Terminé de contarle. Mi amiga se incorporó del sofá, se asomó a la ventana y, un poco soñolienta, me dijo...
--Me voy, Joaquín, ya ha anochecido y mi marido habrá terminado de preparar la cena. A punto estará de llamarme--
Abrió la puerta y bajó los escalones hasta su casa, vive en el primero; yo en el tercero.. Le dije hasta mañana desde la puerta
Joaquín..
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