domingo, 9 de enero de 2022

Amaba a esa mujer, y la temía también

                                                                               


      

         No voy a correr detrás de ti.

Y mucho menos huir de ti.

Estoy aquí, en el mismo lugar.

Tú ya sabes el camino…


Es una historia extraña la que os voy a contar. Quizás no la creáis por su inverosimilitud. Fue como un mal sueño, una fantasía sin pies ni cabeza. Sin embargo puedo dar fe de su autenticidad. Después de aquello, ¡os lo juro!, no volví a ser el mismo, me transformé en otra persona, ¿más sensible? Tal vez, pero también más desconfiado.

Fue en Sevilla hace ya un tiempo cuando vi por primera vez aquella mujer. Me impactaron sus largos y negrísimos cabellos y la mirada que me dirigió. ¡Dios, qué mirada más insinuante!. Ocurrió en el centro comercial de la Estación de Armas, no muy lejos del puente de Triana, mientras esperaba al autobús que me trajera de regreso a Fuente de Cantos.

Había entrado en el local con la intención de hacer tiempo, pero un momento antes me había llevado un gran susto al cruzar la Avenida de Colón por un “paso de cebra” bien señalizado. Un vehículo, apurando su conductor la luz naranja del semáforo que se extinguía, dio un último acelerón y casi, me atropella. En un principio deseché cualquier conexión con aquella mujer. Luego vi que no. 

La mujer vestía un pantalón negro muy ajustado y se cubría el torso con un jersey de punto fino también negro y tan ceñido que permitía a todo aquel que la miraba imaginar sus enhiestos pechos. Era tremendamente atractiva; la más bella que he visto en mi vida.

Volví verla ¿casualidad? Coincidió con otro incidente que sufrí. Una noche sentí un repentino y desagradable dolor en el pecho y, aunque me asusté, pasó pronto y no le dí más importancia. Esta vez fue un sábado por la noche, un par de meses más tarde y en una sala de cine de Mérida

Al salir del local, distraído y comentando el pequeño percance con mi acompañante, me rocé con una mujer. Giré la cabez y la miré de cerca ¡Era ella!.. Los mismos cabellos, los mismos ojos negros y la misma nariz afilada, perfecta.. Ella también me miró. Ambos nos reconocimos. Creí ver en su mirada un guiño de complicidad que no supe cómo calificar. Quedé aturdido..

A partir de ésta segunda vez anidó en mi corazón un cierto temor desconocido hasta entonces. Algo oculto y extraño emanaba de su figura, ¿tenebroso? es posible, pero a mi me cautivaba.

Y volví a verla, sí,  y os juro por Dios que me dio un vuelco el corazón al reconocerla.. Fue en un bar en la Plaza Grande de Zafra.. Estaba sola, sentada en una mesa. Yo estaba en la barra. Lucía el mismo aspecto de siempre, majestuosa y lúgubre..

Sus ojos buscaron los míos. Con la intensidad de su mirada parecía sugerirme que me acercara, que fuera hacia ella, que me estaba esperando. Temeroso me resistí por unos instantes, a pesar de que algo irreprimible me empujaba hacia ella.

Había terminado mi cerveza y también estaba solo. Pagué la cuenta e intenté acercarme a ella. Me apasionaba aquella mujer, y la temía, y aún no sabía por qué...

Alguien se había levantado de su mesa y tropezó conmigo. Por un instante la perdí de vista. Cuando quise llegar a donde estaba ella, ¡Había desaparecido! ¡Su mesa estaba vacía!.. Contrariado le pregunté al camarero que si había visto salir a la mujer que hacía un rato ocupaba aquella mesa... Con estupor le oí decir:

-Señor, aquí no ha estado nadie. Ésta mesa está reservada para cenar todas las noches y desde hace unas semanas. La reserva una mujer que nunca se ha presentado. Eso sí, inexplicablemente antes del cierre aparece un cheque con el importe de la cena encima de la mesa.

Salí del local desconcertado por el impacto del incidente y haciéndome mil preguntas acerca de su salud mental. Era ya noche cerrada  y apenas había nadie por la zona...

Caminaba hacia la calle de atrás en busca de mi coche cuando recibí aquel golpe en la cabeza que me hizo caer de bruces!.  Perdí el conocimiento, no volví a sentir nada más... hasta que…

En el ambulatorio de Zafra donde me colocaban unos vendajes por la herida en la cabeza que me hicieron dos jóvenes para robarme lo supe.. Pensareis que estoy chiflado, pero un gran infortunio me corteja; una fatalidad ronda mis pasos!. 'Ésa mujer, bella y seductora, sí, pero diabólica, no busca mi amor, como yo pensaba, ¡qué va!.. Esa mujer es ¡¡LA MUERTE!!.. Cada vez que me encuentro con ella algo grave me va a suceder

¿Premonición? ¿Mal presagio?, llamadlo como queráis.. De momento ha prevalecido mi buena estrella. Han sido tres veces, tres, las que he tropezado con ella y en todas bordeé peligrosamente el vacío. 

Soy consciente de mi fragilidad. Sin embargo me produce cierta quietud el hecho de haber pasado ya mucho tiempo sin saber nada de ella.. Aún así..¿Saber de quién?, ¡Dios mío, qué locura!..

Ésta es mi historia. No sé cómo la véis ni qué pensaréis, pero os aseguro que fue tal y como os la cuento. 

En el fondo sólo espero que todo fuera una mala racha, nada más..

Joaquín





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