sábado, 22 de febrero de 2020

A propósito de la belleza.




 ¿Quién pensara jamás, Teresa mía,

que fuera eterno manantial de llanto

tanto inocente amor, tanta alegría,

tantas delicias y delirio tanto?


¿Quién pensara jamás llegase un día

en que perdido el celestial encanto

y caída la venda de los ojos,

cuanto diera placer causara enojos.


Aún parece, Teresa, que te veo

aérea como dorada mariposa,

ensueño dorado del deseo

sobre tallo gentil temprana rosa.

--Espronceda--



Leí ayer que los aragoneses son los más guapos de España, y los más altos. También leí que los extremeños y andaluces somos los más bajitos.

Pero, eso de que los maños y mañas son las más guapas hay que echarlo en remojo porque, ¡claro! de dónde sacan esa percepción tan subjetiva, ¡eso no es medible!, ¿o sí?

De todos los bienes naturales el más excelso y envidiable es la belleza corporal, don gratuito de la vida. No exige cultivo ni trabajo; se impone y cautiva a todos sin discusión. Los demás dones todos tienen sus quiebras: el talento exige un intenso trabajo, la palabra mucha práctica y mucha vida y el resto de la virtudes a veces son contraproducentes. En cambio la hermosura triunfa e impera con sólo exhibirse. 

También dicen que los más interesantes del mundo son los australianos, luego los italianos del norte, como contraste en moreno y elegancia y los terceros los argentinos. Estos últimos debe ser por la labia envolvente que poseen los tíos. Los españoles no salimos mal parados, siendo los vascos y valencianos los que reúnen eso de: físico, elegancia y saber de qué hablar--

Ay, dios, y los extremeños los últimos de la losta, como en todo..


                                                                           

                                         Distrito de Chamberí, por donde hicimos el recorrido

                                                                             

                                            calle Santa Engracia, por donde volvimos a casa

                                                                           

                                                  Plaza de Chamberí, por donde pasamos




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