Hemos tirado al fondo de vetustos armarios
los velos amarillentos.
Ya nunca más seremos sumisas ni perfectas.
Perdón, madre, por las impertinencias
de gallinas viejas y copetudas
que sólo saben cacarearte bellezas
de hijas dóciles y anodinas.
Perdón por no habernos quedado
donde nos obligaba la tradición
y el buen gusto.
Por atrevernos a ser nosotras mismas
al precio de destrozar todos tus sueños.
--D. Zamora--
¡Uy!, qué historia más extraordinaria os voy a contar; es real como la vida misma. Sucedió en Fuente de Cantos hace ya muchos muchos años.
Fijaos:
Érase una vez un niño fuentecanteño, Alonsito Molina se llamaba, juguetón, travieso: por los alrededores de la Plaza se le veía corretear, pero tuvo que emigrar. Sí, tan pronto..
Apenas nueve años tenía cuando se fue con sus padres y su hermano a México. Pero no era fácil viajar tan lejos entonces, porque se trataba de una travesía infernal, con carabelas, naos y mares embravecidos y tenebrosos.
Los padres de Alonsito (fuentecanteños ambos) tuvieron que ser unos aventureros de cojones, porque largarse a México en 1523, es decir, recién conquistado aquel país por Hernán Cortés, y encima con dos niños pequeños, era digno de alabanza.
Al llegar al nuevo continente y, mientras sus padres se dedicaban a sus asuntos, ¡qué vete a saber qué asuntos! Alonsito y su hermano pasaban los ratos jugando con los niños indígenas de su edad (había cambiado la Plaza por la selva), y ya sabéis cómo son los niños, es decir, rápido aprendió aquel idioma.
Ningún español conocía entonces la lengua mexicana indígena. Un fraile franciscano que se percató de la viveza del niño fuentecantín, pidió a su madre, que ya había quedado viuda, permiso para llevarse al niño al convento que acababan de fundar y proporcionarle toda clase de medios para que profundizara en el conocimiento de aquella lengua rara y desconocida.
Y así fue como Alonsito, (Alonso de Molina ya de adulto) se hizo un sabio lingüista. Terminó por vestirse los hábitos de fraile y escribió sesudos libros sobre el idioma náhuatl mexicano y diccionarios para traducirlo, que luego vino de maravilla a los conquistadores y administradores españoles para organizar el poderoso Imperio Español en América.
O sea, tomad nota: no sólo estupendos pintores han nacido en nuestro pueblo ¡¡¡TAMBIÉN HEMOS TENIDO TODO UN SABIO!!!
Por cierto, si miráis en la Wikipedia, leeréis que Fray Alonso de Molina nació en Extremadura, sin especificar. No hagáis caso, nació en Fuente de Cantos, seguro, como yo.
En fin.
Joaquín
calle Real
calle San Quintín
calle Raso
calle Real
calle Real
calle Real
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