Sobre ilusiones y esperanzas...
Muy
cerca de mi ocaso, yo te bendigo, vida,
porque
nunca me diste ni esperanza fallida,
ni
trabajos injustos, ni pena inmerecida;
porque
veo al final de mi rudo camino
que
yo fui el arquitecto de mi propio destino;
que
si se extraje las mieles o la hiel de las cosas,
fue
porque en ellas puse hiel o mieles sabrosas:
cuando
planté rosales , coseché siempre rosas,
...Cierto,
a mis lozanías va a seguir el invierno.
¡mas
tú no me dijiste que mayo fuese eterno!.
Hallé
sin duda largas las noches de mis penas;
mas
no me prometiste tan solo noches buenas,
y
en cambio tuve algunas realmente serenas.
Amé
fui amado, el sol acarició mi faz.
¡Vida,
nada me debes! ¡Vida, estamos en paz!
(Amado
Nervo)
Había
una vez escritor holandés del siglo XIX, Eduard Douwes se llamaba,
que dejó la cómoda carrera de funcionario del gobierno de su país
para dedicarse de lleno a la literatura. Él sabia de su
incertidumbre económica y laboral que a partir de entonces se le iba
a presentar, pero lo hizo. Afortunadamente para sus lectores, sobre
todo los holandeses, perdieron a un anodino funcionario de carrera,
pero ganaron un magnifico escritor; hoy en día está muy considerado
en su país...
El
hecho de mencionarlo hoy no es por haber leído alguna de sus obras,
que jamás lo hice, sino por unas cuantas frases que se le atribuyen
que acabo de ver, y que a nada que se le eche una pensada tienen
mucho sentido, por ejemplo dijo una vez, “Las ilusiones perdidas
son verdades halladas”..., porque, hablando de ilusiones perdidas,
no sé ustedes, pero yo constantemente me las voy creando, y
perdiendo poco después (la realidad se impone) y, aunque suelen ser
de poca envergadura las necesito para ir tirando...
Entiendo
que todos y cada uno de nosotros hagamos lo mismo, es decir, cada
cual se agarrará a sus pequeñas satisfacciones o gozos que
compensen los severos y continuos disgustos cotidianos. No
comprendería que algunos no tuviesen las suyas por muy mediocres que
fueran...
Ya
sabemos que no debemos tener ilusiones desmedidas y confiar en ellas
a rabiar, porque luego si no se cumplen, y aunque se cumplan, nos
venimos abajo emocionalmente, pero son imprescindibles para muchos;
el secreto es no dejarse hundir en la desesperanza e ir a por otras
que compensen, porque haberlas siempre haylas...
“Las
ilusiones perdidas son hojas, ay, desprendidas del árbol el corazón”
Esto lo decía mi paisano Espronceda, pero.. ¡claro! él era el
paradigma supremo del romanticismo y todo lo veía con ojos
super-sensibles de romántico enamorado. Por cierto, su mayor ilusión era ser
correspondido por Teresa, su amante. Sin embargo ésta, a pesar de
haber tenido a una hija clandestina con él, Blanca, le abandonó por
su legitimo marido. A la muerte de Teresa, y pasado el desconsuelo
por su desaparición, le dedicó uno de los más sublimes cantos
románticos de nuestra literatura, “A Teresa”... No tardó
demasiado en reunirse con ella, allá, en el Paraíso de los amantes...
Fijense
qué recomendación nos dio alguien una vez, pero del cual hemos olvidado
su nombre: “Nace y vive con ilusiones, pero muere con recuerdos, no
con sueños” personalmente creo haber entrado ya en está última
fase... Por cierto, el escritor holandés del que hablaba al principio tenía como seudónimo, y por el que era verdaderamente conocido, "Multatuli", es una palabra latina y significa "mucho he sufrido"..., pero ignoro la vida privada de este buen hombre..
Dicho
queda...
Joaquin
Yerga
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