miércoles, 30 de enero de 2019

Sobre ilusiones y esperanzas...




Muy cerca de mi ocaso, yo te bendigo, vida,
porque nunca me diste ni esperanza fallida,
ni trabajos injustos, ni pena inmerecida;

porque veo al final de mi rudo camino
que yo fui el arquitecto de mi propio destino;

que si se extraje las mieles o la hiel de las cosas,
fue porque en ellas puse hiel o mieles sabrosas:
cuando planté rosales , coseché siempre rosas,

...Cierto, a mis lozanías va a seguir el invierno.
¡mas tú no me dijiste que mayo fuese eterno!.

Hallé sin duda largas las noches de mis penas;
mas no me prometiste tan solo noches buenas,
y en cambio tuve algunas realmente serenas.

Amé fui amado, el sol acarició mi faz.
¡Vida, nada me debes! ¡Vida, estamos en paz!
(Amado Nervo)


Había una vez escritor holandés del siglo XIX, Eduard Douwes se llamaba, que dejó la cómoda carrera de funcionario del gobierno de su país para dedicarse de lleno a la literatura. Él sabia de su incertidumbre económica y laboral que a partir de entonces se le iba a presentar, pero lo hizo. Afortunadamente para sus lectores, sobre todo los holandeses, perdieron a un anodino funcionario de carrera, pero ganaron un magnifico escritor; hoy en día está muy considerado en su país...
El hecho de mencionarlo hoy no es por haber leído alguna de sus obras, que jamás lo hice, sino por unas cuantas frases que se le atribuyen que acabo de ver, y que a nada que se le eche una pensada tienen mucho sentido, por ejemplo dijo una vez, “Las ilusiones perdidas son verdades halladas”..., porque, hablando de ilusiones perdidas, no sé ustedes, pero yo constantemente me las voy creando, y perdiendo poco después (la realidad se impone) y, aunque suelen ser de poca envergadura las necesito para ir tirando...
Entiendo que todos y cada uno de nosotros hagamos lo mismo, es decir, cada cual se agarrará a sus pequeñas satisfacciones o gozos que compensen los severos y continuos disgustos cotidianos. No comprendería que algunos no tuviesen las suyas por muy mediocres que fueran...
Ya sabemos que no debemos tener ilusiones desmedidas y confiar en ellas a rabiar, porque luego si no se cumplen, y aunque se cumplan, nos venimos abajo emocionalmente, pero son imprescindibles para muchos; el secreto es no dejarse hundir en la desesperanza e ir a por otras que compensen, porque haberlas siempre haylas...
Las ilusiones perdidas son hojas, ay, desprendidas del árbol el corazón” Esto lo decía mi paisano Espronceda, pero.. ¡claro! él era el paradigma supremo del romanticismo y todo lo veía con ojos super-sensibles de romántico enamorado. Por cierto, su mayor ilusión era ser correspondido por Teresa, su amante. Sin embargo ésta, a pesar de haber tenido a una hija clandestina con él, Blanca, le abandonó por su legitimo marido. A la muerte de Teresa, y pasado el desconsuelo por su desaparición, le dedicó uno de los más sublimes cantos románticos de nuestra literatura, “A Teresa”... No tardó demasiado en reunirse con ella, allá, en el Paraíso de los amantes...
Fijense qué recomendación nos dio alguien una vez, pero del cual hemos olvidado su nombre: “Nace y vive con ilusiones, pero muere con recuerdos, no con sueños” personalmente creo haber entrado ya en está última fase... Por cierto, el escritor holandés del que hablaba al principio tenía como seudónimo, y por el que era verdaderamente conocido, "Multatuli", es una palabra latina y significa "mucho he sufrido"..., pero ignoro la vida privada de este buen hombre..
Dicho queda...
Joaquin Yerga



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