domingo, 13 de enero de 2019

Cosas que perdimos con los años...







Por esa puerta huyó, diciendo: ¡Nunca!
Por esa puerta ha de volver un día...
Al cerrar esa puerta, dejó truncada
la hebra de oro de mi esperanza.
Por esa puerta ha de volver un día.

Cada vez que el impulso de la brisa,
como una mano débil, indecisa,
levemente sacude la vidriera
palpita más aprisa, más aprisa
mi corazón cobarde que la espera.

Desde mi mesa de trabajo veo
la puerta con que sueñan mis antojos,
y acecha agazapado mi deseo
en el trémulo fondo de sus ojos.
(Amado Nervo)


Los jóvenes de hoy aman el lujo, tienen manías y desprecian la autoridad. Responden a sus padres, cruzan las piernas y tiranizan a su maestros”... Imagino que a nadie sorprende éstas afirmaciones. Incluso cualquiera de nosotros la subscribiría punto por punto. Sin embargo esta quejosa frase no la digo yo ni nadie contemporáneo nuestro, la dijo hace 2400 años, (nada menos) el filosofo griego Sócrates. ¿Será que siempre, ineludiblemente, nos parece que nuestros jóvenes son más rebeldes e indómitos que los de antes?. Claro que habría que ver qué grado de rebeldía tenían esos jóvenes de los tiempos de Sócrates y comparar con los nuestros. Apuesto que no tiene nada que ver; los de ahora son más salvajes...
Decía también el escritor norteamericano Mark Twain, un tipo satírico y listo como nadie, autor entre otras de “Las aventuras de Tom Sawyer” o “El príncipe y el mendigo” que es mejor ser un joven abejorro que una vieja ave del paraíso. Evidentemente aludía Twain a que cada edad tiene sus connotaciones y a la juventud le toca hacer el chorra las mas de las veces; ya habrá tiempo de ser ave del paraíso, recomendaba...
A mi permítaseme discrepar de Mark Twain; yo soy partidario de llevar una juventud placentera, nada de excesos, aunque comprendo que el superávit de adrenalina obligue a veces hacer majaderías... Y planteo así el tema porque, en mi terror a malograr una vida futura plena, prefiero andar con mucho cuidado con los desmanes de los jóvenes pues... ¿Cuántos se ha quedado en el camino por los desafueros de su adolescencia? ¿Cuántos han perecido por creerse infalibles, inmortales..?. Tengan en cuenta que jóvenes apenas nos llevará unos pocos años; de adultos toda una eternidad...
Mark Twain fue siempre un rebelde, y le salió la cosa medio regular pues murió a los 74 años, aunque en su vida pasó de todo, incluida muchas desgracias; pero no todos los jóvenes sobreviven a esa enfermedad, que decía aquel, y que solo se cura con los años. Recuerden, sólo los jóvenes mueren por sobredosis de drogas, solo los jóvenes perecen a mansalva en las guerras, sólo los imberbes agonizan a causa de multitud de juegos peligrosos, y lo que es peor, sólo ellos malogran su existencia postrado en silla de ruedas o en el lecho el dolor de un hospital por llevar al limite de lo admisible su despendole... Yo por desgracia he padecido los estragos de ésa arriesgada juventud, algún amigo del alma se me fue por ella.
De todas maneras no me digan que no es para echarse a llorar; de jóvenes, cuando tenemos vitalidad y energía nos falta experiencia y mesura y eso da lugar a insatisfacciones y desgracias, y luego, cuando adquirimos ésa destreza y maestría son las fuerzas y las ganas las que han huido. Entiendo que todas las especies vivas del planeta sufrimos el mismo dilema, para llegar a viejos debemos pagar un duro peaje en vidas o calidad de las mismas; muchos se dejarán su vida en el inevitable aprendizaje hacia la madurez.
Estarán conmigo en la cantidad de buenos momentos que hemos perdido, el aprecio y el cariño desinteresado de nuestros padres que no hemos valorado, de amores perdidos y nunca recuperados por la estulticia de una juventud desarbolada... A mi que no me digan, pero yo dejo gustosamente mi apasionada juventud, paso olímpicamente de mi inmortalidad falsamente creída, y de mis amores púber; a cambio, eso sí, recibo con entusiasmo ésta madurez sosegada, vivida, saboreada.... aun con sus inconvenientes...
Recuerdo mi juventud y aquel sentimiento que nunca más volverá. El sentimiento de que yo podría ser inmortal, durar más que todo, más que el mar, más que la tierra, más que todos los hombres” así hablaba uno de los hombres más inquietos y trotamundos de la historia, Joseph Conrad. Él sacó buen partido a sus peripecias juveniles; las plasmó en los muchos libros de aventuras para jóvenes que escribió. Ése es mi ideal de ser joven, aventuras todas, pero a través de los libros, el resto del tiempo, estudios, buena vida y preparación para el futuro, pero, ¡claro! si todos pensaran como yo no se hubiera hecho nada en la vida. En fin...
Dicho queda...
Joaquin Yerga



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