Cosas que perdimos con los años...
Por
esa puerta huyó, diciendo: ¡Nunca!
Por
esa puerta ha de volver un día...
Al
cerrar esa puerta, dejó truncada
la
hebra de oro de mi esperanza.
Por
esa puerta ha de volver un día.
Cada
vez que el impulso de la brisa,
como
una mano débil, indecisa,
levemente
sacude la vidriera
palpita
más aprisa, más aprisa
mi
corazón cobarde que la espera.
Desde
mi mesa de trabajo veo
la
puerta con que sueñan mis antojos,
y
acecha agazapado mi deseo
en
el trémulo fondo de sus ojos.
(Amado
Nervo)
“Los
jóvenes de hoy aman el lujo, tienen manías y desprecian la
autoridad. Responden a sus padres, cruzan las piernas y tiranizan a
su maestros”... Imagino que a nadie sorprende éstas afirmaciones.
Incluso cualquiera de nosotros la subscribiría punto por punto. Sin
embargo esta quejosa frase no la digo yo ni nadie contemporáneo
nuestro, la dijo hace 2400 años, (nada menos) el filosofo griego
Sócrates. ¿Será que siempre, ineludiblemente, nos parece que
nuestros jóvenes son más rebeldes e indómitos que los de antes?. Claro que habría que ver qué grado de rebeldía tenían esos
jóvenes de los tiempos de Sócrates y comparar con los nuestros.
Apuesto que no tiene nada que ver; los de ahora son más salvajes...
Decía también el escritor norteamericano Mark Twain, un tipo satírico y
listo como nadie, autor entre otras de “Las aventuras de Tom
Sawyer” o “El príncipe y el mendigo” que es mejor ser un
joven abejorro que una vieja ave del paraíso. Evidentemente
aludía Twain a que cada edad tiene sus connotaciones y a la juventud
le toca hacer el chorra las mas de las veces; ya habrá tiempo de ser ave del paraíso, recomendaba...
A
mi permítaseme discrepar de Mark Twain; yo soy partidario de llevar una
juventud placentera, nada de excesos, aunque comprendo que el
superávit de adrenalina obligue a veces hacer majaderías...
Y planteo así el tema porque, en mi terror a malograr una vida
futura plena, prefiero andar con mucho cuidado con los desmanes de
los jóvenes pues... ¿Cuántos se ha quedado en el camino por los desafueros de su adolescencia? ¿Cuántos han perecido por creerse infalibles,
inmortales..?. Tengan en cuenta que jóvenes apenas nos llevará unos
pocos años; de adultos toda una eternidad...
Mark
Twain fue siempre un rebelde, y le salió la cosa medio regular pues
murió a los 74 años, aunque en su vida pasó de todo, incluida
muchas desgracias; pero no todos los jóvenes sobreviven a esa
enfermedad, que decía aquel, y que solo se cura con los años.
Recuerden, sólo los jóvenes mueren por sobredosis de drogas, solo
los jóvenes perecen a mansalva en las guerras, sólo los imberbes
agonizan a causa de multitud de juegos peligrosos, y lo que es peor, sólo ellos malogran su existencia postrado en silla de
ruedas o en el lecho el dolor de un hospital por llevar al
limite de lo admisible su despendole... Yo por desgracia he padecido
los estragos de ésa arriesgada juventud, algún amigo del alma se me
fue por ella.
De
todas maneras no me digan que no es para echarse a llorar; de
jóvenes, cuando tenemos vitalidad y energía nos falta experiencia y
mesura y eso da lugar a insatisfacciones y desgracias, y luego,
cuando adquirimos ésa destreza y maestría son las fuerzas y las
ganas las que han huido. Entiendo que todas las especies vivas del
planeta sufrimos el mismo dilema, para llegar a viejos debemos pagar
un duro peaje en vidas o calidad de las mismas; muchos se dejarán su vida en el inevitable aprendizaje hacia la madurez.
Estarán
conmigo en la cantidad de buenos momentos que hemos perdido, el
aprecio y el cariño desinteresado de nuestros padres que no hemos
valorado, de amores perdidos y nunca recuperados por la
estulticia de una juventud desarbolada... A mi que no me digan, pero yo dejo gustosamente mi apasionada juventud, paso olímpicamente de mi inmortalidad
falsamente creída, y de mis amores púber; a cambio, eso sí, recibo con
entusiasmo ésta madurez sosegada, vivida, saboreada.... aun con sus
inconvenientes...
“Recuerdo
mi juventud y aquel sentimiento que nunca más volverá. El
sentimiento de que yo podría ser inmortal, durar más que todo, más
que el mar, más que la tierra, más que todos los hombres” así
hablaba uno de los hombres más inquietos y trotamundos de la
historia, Joseph Conrad. Él sacó buen partido a sus peripecias juveniles; las
plasmó en los muchos libros de aventuras para jóvenes que escribió.
Ése es mi ideal de ser joven, aventuras todas, pero a través de los
libros, el resto del tiempo, estudios, buena vida y preparación para
el futuro, pero, ¡claro! si todos pensaran como yo no se hubiera
hecho nada en la vida. En fin...
Dicho
queda...
Joaquin
Yerga
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