martes, 15 de enero de 2019

Era guapa y no lo sabía




Comprendedlo, señora: Nada podrá el rocío,

ni siquiera las lágrimas. Ya todo será en vano;

pues no hay nada más triste que un retoño tardío,

y el amor es un poco de ceniza en la mano...

--J. A. Buesa--



Decía Confucio que en el mundo cada cosa tiene su belleza, pero no todos pueden verla...

Bueno, los menos agraciados, dirán que la belleza está en el interior de cada uno, que lo es su alma; pudiérase no lo discuto. Otros, tal vez los más románticos, apostarán porque la belleza reside en el que mira y no en el objeto observado; también esta teoría tiene lo suyo.

No obstante existe unos cánones de belleza universales, unas normas, aunque son cambiantes según civilizaciones y épocas. Acordaos de las famosas “Tres Gracias” de Rubens, y los rosados y orondos cuerpos de las mujeres allí retratadas. 

Esa exhibición de la belleza de entonces plasmada en los cuadros de Rubens hoy en día serian "carne de cañón" de dietistas y de clínicas de adelgazamiento.

Si mucho no me equivoco la cosa ésta del modelo de belleza empezó a cambiar en Francia a finales del siglo XIX con la irrupción de corrientes artísticas como el expresionismo, el cubismo o el surrealismo. Sí, porque, ya no sólo era bello lo real y perfecto, sino que entró en escena lo raro, lo extraordinario. 

Decía el famoso poeta maldito Baudelaire, autor de “Las flores del mal”: La irregularidad, lo inesperado, la sorpresa, lo asombroso, constituye una parte esencial y característico de la belleza; y en eso consistía precisamente pinturas de, por ejemplo, el cubismo, sino ya me dirán: 

Aun así a ver quién es el guapo que encuentra la belleza en un lienzo de Miró.. Si la encuentran díganmelo, yo por más que miro no la veo..

En fin..

Joaquín 




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