miércoles, 23 de septiembre de 2020

Igual que rosas..


 




Como en un libro abierto

leo de tus pupilas en el fondo.

¿A qué fingir el labio

risas que se desmienten en los ojos?



¡Llora! No te avergüences

de confesar que me has querido un poco.

¡Llora! Nadie nos mira.

Ya ves; yo soy un hombre.., y también lloro.

--Bécquer--



La de cosas curiosas (entendiendo estas como inusuales, poco habituales de ver, raras) que deben existir y que nos sorprenderían de conocerlas.. Lo digo porque tengo en mis manos un librito que me cuenta infinidad de ellas, y sorprendido estoy.

Me habla el libro en cuestión de, por ejemplo, olores, y de como las mujeres huelen mejor que los hombres. Conste que no hablo del perfume a embadurnarse, ¡que va!, que en eso nos ganan de sobra, sino del olor natural del sudor que emanamos. Y capacidad para detectar tenemos de sobra lo mismo machos que hembras; unos 50.000 aromas podemos percibir..

¡Y digo yo! Menos mal que el sudor de las féminas sea más atrayente, porque también he leído en alguna parte que sus pedos son más fétidos que el de los caballeros, debido quizás a una cantidad mayor de azufre en sus flatulencias. Además tengo entendido que el retener más tiempo los gases en el estomago por cuestiones de cortesía los hacen más putrefactos. Ya sabéis que los tíos los soltamos con más, digamos, asiduidad y naturalidad.. Pero volviendo al olor natural, que sepáis que es tan particular y único en cada individuo como las huellas dactilares de los dedos.. En fin.. Perdónenme por estas simplezas..

Joaquín

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