miércoles, 22 de febrero de 2023

El hombre que huía de inútilmente de su destino

                                                                                   





Yo no soy más que una arcilla sin valor,

pero viví un tiempo con la rosa.

Todos los hombres desean únicamente

librarse de la muerte; pero

no saben librarse de la vida.

Somos tan pequeños como nuestra dicha;

sí, pero tan grandes como nuestro dolor.

--Amado Nervo--


Qué coraje debe dar morirse de una manera estúpida después de una vida larga o intensa; incluso aunque haya sido breve e insulsa, da igual. 

No sé, todos esperamos de nuestra muerte que sea, además de rápida, solemne cuando llegue, digna, colofón a una vida vivida como Dios manda; algo así como la mía..😁😁😁

Me acordaba de todo esto por las muertes más ridículas que tuvieron algunos personajes extraordinarios; tipos como...

Esquilo el famoso autor de tragedias griegas como La orestiada o Las replicantes (aún se representan en teatros de medio mundo como el de Mérida), que vivió en Atenas sobre el siglo V a.c. Bien, pues Esquilo visitó el famoso oráculo de Delfos, que le vaticinó que moriría aplastado en su casa. 

El hombre, preocupado porque se cumpliera la terrible profecía que pendía sobre su cabeza, se fue a vivir al campo, pero, ¡Ay!, con tan mala suerte que no mucho tiempo después, un caparazón de tortuga (su casa) que llevaba en el pico un águila se desprendió desde las alturas y fue a caerle justamente en su cabeza; murió al instante. ¡Vaya muerte!.. Al traste su prestigio.

Porque la muerte debería ser plácida, inesperada, enigmática, majestuosa, sublime, imponente... pero nunca estúpida; puede echar por tierra la reputación de toda una vida extraordinaria..

Por cierto, quizás sería acertado pensar que cuando creamos tener mala suerte en la vida, nos acordemos del pobre Esquilo.. 

En fin 

Joaquín




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