Pasó con
su madre. ¡Qué rara belleza!
¡Qué
rubios cabellos de trigo garzul!
¡Qué
ritmo en el paso! ¡Qué innata realeza
de
porte! ¡Qué formas bajo el fino tul...
Pasó
con su madre. Volvió la cabeza:
¡me
clavó muy hondo su mirada azul!
Quedé
como en éxtasis... Con febril premura,
«¡Síguela!»,
gritaron cuerpo y alma al par.
...Pero
tuve miedo de amar con locura,
de
abrir mis heridas, que suelen sangrar,
¡y
no obstante toda mi sed de ternura,
cerrando
los ojos, la dejé pasar!
--Amado Nervo--
Al final de la república, en Roma, la inmensa mayoría de la población era ya proletaria, es decir, pueblo llano, desocupado y ocioso que subsistían gracias a la ayuda del estado.
Para mantener a raya semejante muchedumbre sin que supusiera demasiado disgustos, el senado y los escasos patricios (ricos) les ofrecían a menudo espectáculos circenses variados para mantenerlos entretenidos. Entre ellos, lo que más les gustaban al pueblo eran la lucha de fieras y las peleas de gladiadores.
Haceros una idea: el general romano Sila pagó de su bolsillo unos juegos en los que se mataron más de 100 leones, otro general, Pompeyo, se lució con otros con más de 320 leones sacrificados, y el gran Julio César costeó unos que duraron semanas y en donde se mataron más de 400 felinos.
Como era de prever, los romanos acabaron todos subvencionados y sibaritas de medio pelo, y ya no estaban dispuestos a sacrificarse por la nación. Esa fue su perdición, Roma sucumbió a manos de los bárbaros del norte, y digo yo: ¿por exceso de éxito?. ¿rotundo fracaso?..
En fin, me da la nariz que estamos viviendo en Europa y en España algo parecido. La única diferencia es que los “barbaros” ahora vienen del sur y lo de las paguillas y subvenciones va a más..
Y es que no aprendemos..
Joaquín
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