Ver en todas las cosas
de un espíritu incógnito las huellas;
contemplar
sin cesar
en las diáfanas noches misteriosas,
la santa desnudez de las estrellas..
¡Esperar!
¡Esperar!
¿Qué? ¡Quién sabe! Tal vez una futura
y no soñada paz.. Sereno y fuerte,
correr esa aventura
sublime y portentosa de la muerte
--Amado Nervo--
Qué coraje debe dar morir de una manera estúpida despues de una vida larga o intensa. O, aunque esa vida haya sido breve e insulsa, da igual. No sé, todos esperamos de nuestra muerte que sea solemne, esperada, digna, colofón y remate final a una vida vivida con conocimiento de causa. En fin
Me acordaba de todo esto por las muertes más ridículas que tuvieron algunos personajes extraordinarios; personajes como:
Isadora
Duncan, la gran bailarina
norteamericana, que murió estrangulada. Su bufanda se le
enganchó en la rueda del coche al subir en él.
O Gaudí,
el famoso arquitecto catalán Gaudí,
que tanto hizo por Barcelona, lo atropelló un tranvía.
A Jean
Baptiste Lully, considerado uno de
los mejores compositores franceses de todos los tiempos, se le
cayó en el pie la batuta de hierro mientras dirigía la orquesta. Ni
que decir tiene, que se le infectó la pequeña herida que se hizo y
murió de gangrena.
Y qué
me decís de la absurda muerte del Premio Nobel de literatura
francés Albert Camus,
que murió atropellado en su bicicleta. El caso es que apenas dos
días antes de su fallecimiento calificó el accidente de trafico del
ciclista Fausto Coppi, como “la manera más idiota de morir”..
Lo dicho, la muerte debería ser plácida, inesperada, enigmática, majestuosa, imponente... pero nunca estúpida..
Joaquín