martes, 25 de diciembre de 2018

Me sucedió en Navidad...






Tu cabellera es negra como el ala
del misterio; tan negra como un lóbrego
jamás, como un adiós, como un ¡quién sabe!
Pero hay algo más negro aun: ¡tus ojos!

Tos ojos son dos magos pensativos,
dos esfinges que duermen en la sombra,
dos enigmas muy bellos... Pero hay algo,
pero hay algo más bello aún: tu boca.

Tu boca, ¡oh sí!; tu boca, hecha divinamente
para el amor, para la cálida
comunión del amor, tu boca joven;
pero hay algo mejor aún: ¡tu alma!

Tu alma recogida, silenciosa,
de piedades tan honda como el piélago,
de ternuras tan hondas...
Pero hay algo,
pero hay algo más hondo aún: ¡tu ensueño!
(Amado Nervo)

No me negarán que éstas de ahora son fechas, digamos un poco ñoñas. Además creo a todos se nos ha subido a la cabeza, o al corazón, según se mire, un sonado espíritu cursilón, y es algo inexplicable. Entiendo que solo los recuerdos que tenemos cada uno de nosotros de aquellas navidades de antaño nos hacen sentir así, porque...
Si apenas ya nadie vincula el asunto religioso con la Navidad; si las iglesias están vacías en la Misa del Gallo, si ya no suenan las campanas como antaño ni se cantan tiernos y sentidos villancicos... Entonces.. ¿Porqué exhalamos ternura por doquier en estas fechas ? ¿Porqué tan buenos sentimientos? ¿Porque tan gratos deseos?... Ya les digo, inexplicable. El alma humana a pesar de los avances evolutivos y de los asombrosos conocimientos adquiridos aun sigue siendo pura incógnita.
Cada año adelantamos la Navidad unos días; a este paso acabado agosto encenderemos las luces y las alegres guirnaldas señorearan nuestras calles en plena canícula, y nosotros poco a poco nos iremos imbuyendo de ese espíritu de amor y paz un poco antes, pero bien está si la dicha es buena. Si ése duende navideño que nos envuelve hace que, aunque solo sea unos días, todos nos sintamos más cercanos, que enmendemos olvidos e indiferencias, que orgullos estériles se pospongan, o que incluso lleguemos a perdonar esos pecadillos de poca monta acumulados el resto del año, bienvenida sea la navidad y su aureola de paz y bondad.
Dicen algunos aguafiestas que estas fechas son propicias para la hipocresía pues deseamos maravillas a los demás cuando en el fondo es justo lo contrario. Y luego están las consabidas reuniones de familia o de empresa, en donde hacemos verdaderos esfuerzos por confraternizar, cuando realmente echamos pestes de ellos en la intimidad. Aun así y siempre que no llegue “la sangre al río” (que de todo hay en la viña el señor) más vale este tipo de, digamos fariseismo para con los allegados y amigos que la pura indiferencia hacia ellos del resto del calendario; ¡a que sí...!..
De todas maneras y a pesar de los pesares, de la hipocresía, de la hartura de fiestas y comilonas, de los costosos regalos, de la ruina económica etc. merece la pena la Navidad. Además soy de los que piensan que la mayoría de la gente actúa de buena fe y realmente nos desean buena ventura y mejores parabienes; siempre que no nos vaya mejor que a ellos,claro, ¡hasta ahí podíamos llegar..! Debe ser ése tan manoseado espíritu navideño del que hablamos, que haberlo ahylo, y que, parece ser, sólo se manifiesta en éstas fechas..
No obstante les digo una cosa importante; después de todo lo dicho confíen en mí; yo sí les deseo a todos que les vaya bien, pero no sólo estas fiestas con la ternura y el amor subido, sino todo el resto del año. Ahora, eso sí, si les va mejor que a mí o les toca la lotería no me lo digan, así mis deseos serán sinceros de verdad....
Dicho queda...
Joaquín

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