Me sucedió en Navidad...
Tu
cabellera es negra como el ala
del
misterio; tan negra como un lóbrego
jamás,
como un adiós, como un ¡quién sabe!
Pero
hay algo más negro aun: ¡tus ojos!
Tos
ojos son dos magos pensativos,
dos
esfinges que duermen en la sombra,
dos
enigmas muy bellos... Pero hay algo,
pero
hay algo más bello aún: tu boca.
Tu
boca, ¡oh sí!; tu boca, hecha divinamente
para
el amor, para la cálida
comunión
del amor, tu boca joven;
pero
hay algo mejor aún: ¡tu alma!
Tu
alma recogida, silenciosa,
de
piedades tan honda como el piélago,
de
ternuras tan hondas...
Pero
hay algo,
pero
hay algo más hondo aún: ¡tu ensueño!
(Amado
Nervo)
No
me negarán que éstas de ahora son fechas, digamos un poco ñoñas.
Además creo a todos se nos ha subido a la cabeza, o al corazón, según se mire, un sonado espíritu cursilón, y es algo
inexplicable. Entiendo que solo los recuerdos que tenemos cada uno de
nosotros de aquellas navidades de antaño nos hacen sentir así,
porque...
Si
apenas ya nadie vincula el asunto religioso con la Navidad; si las
iglesias están vacías en la Misa del Gallo, si ya no suenan las
campanas como antaño ni se cantan tiernos y sentidos villancicos...
Entonces.. ¿Porqué exhalamos ternura por doquier en estas fechas ?
¿Porqué tan buenos sentimientos? ¿Porque tan gratos deseos?... Ya les digo, inexplicable. El alma humana a pesar
de los avances evolutivos y de los asombrosos conocimientos
adquiridos aun sigue siendo pura incógnita.
Cada
año adelantamos la Navidad unos días; a este paso acabado agosto
encenderemos las luces y las alegres guirnaldas señorearan nuestras
calles en plena canícula, y nosotros poco a poco nos iremos
imbuyendo de ese espíritu de amor y paz un poco antes, pero bien está si la dicha es buena. Si ése
duende navideño que nos envuelve hace que, aunque solo sea unos
días, todos nos sintamos más cercanos, que enmendemos olvidos e
indiferencias, que orgullos estériles se pospongan, o que incluso lleguemos a perdonar esos pecadillos de poca monta acumulados el
resto del año, bienvenida sea la navidad y su aureola de paz y
bondad.
Dicen
algunos aguafiestas que estas fechas son propicias para la hipocresía
pues deseamos maravillas a los demás cuando en el fondo es justo lo
contrario. Y luego están las consabidas reuniones de familia o de empresa, en donde
hacemos verdaderos esfuerzos por confraternizar, cuando realmente
echamos pestes de ellos en la intimidad. Aun así y siempre que no
llegue “la sangre al río” (que de todo hay en la viña el señor)
más vale este tipo de, digamos fariseismo para con los allegados y
amigos que la pura indiferencia hacia ellos del resto del
calendario; ¡a que sí...!..
De
todas maneras y a pesar de los pesares, de la hipocresía, de la
hartura de fiestas y comilonas, de los costosos regalos, de la ruina
económica etc. merece la pena la Navidad. Además soy de los que
piensan que la mayoría de la gente actúa de buena fe y realmente
nos desean buena ventura y mejores parabienes; siempre que no nos
vaya mejor que a ellos,claro, ¡hasta ahí podíamos llegar..!
Debe ser ése tan manoseado espíritu navideño del que hablamos, que haberlo ahylo, y que, parece ser, sólo se manifiesta en éstas fechas..
No
obstante les digo una cosa importante; después de todo lo dicho
confíen en mí; yo sí les deseo a todos que les vaya bien, pero no
sólo estas fiestas con la ternura y el amor subido, sino todo el
resto del año. Ahora, eso sí, si les va mejor que a mí o les toca
la lotería no me lo digan, así mis deseos serán sinceros de
verdad....
Dicho
queda...
Joaquín
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