lunes, 3 de diciembre de 2018

Estas son las mañanitas del rey David.





Dejé por ti...
Dejé un temblor, dejé una sacudida,
un resplandor de fuegos no apagados,
dejé mi sombra en los desesperados
ojos sangrantes de la despedida.
(Alberti) 

Era noche cerrada de aquel abril suave. Todos los comensales estaban ya acomodados en la mesa, incluso David, ese jovenzuelo venido a más y nuevo héroe aclamado por el pueblo lo tenia sentado en un lugar preeminente, justo enfrente suya. Saúl mandó acallar el murmullo generado en la sala, y se produjo un silencio esclarecedor.. Se levantó de sus sillón, se desabrochó la túnica dejando ver una magnifica chaquetilla de seda bordada con hilos de oro y levantando su copa de plata se dirigió a los presentes diciéndoles...
--¡Yo.. Saúl, rey de Israel y de Judá por la gracia de nuestro Dios único, brindo por nuestro joven héroe, capaz él solo con sus manos y una sencilla honda, abatir al mayor peligro que nos atenazaba, al gigantesco soldado filisteo Goliath!.. ¡Gracias a su hazaña el asustado ejercito enemigo se batió en retirada!. --¡Larga vida, pues, a David!...  
Y todos, levantados de sus asientos gritaron... ¡Larga vida!!.. Aunque si alguno se hubiese fijado detenidamente en sus gestos y su cara hubiera comprobado que su sonrisa no era más que una mueca de pura cortesía obligada por las circunstancias...
No tuvo más remedio que brindar por él --pensaba tumbado en su cama sin poder dormir a altas horas de la madruga, aunque con ése gesto lo predispusiera como su sucesor. Maldita gracia le hacía, pero el pueblo para su desgracia estaba con David. No en vano él, Saúl, vio con sus propios ojos cómo le vitoreaban cuando, precedido por un escuadrón de caballos engalanados entró en Jerusalén después de matar a aquel filisteo. Los hombres le envidiaban, las chicas le adoraban, todo el mundo quería tocarle, besarle...
Dando vueltas y más vueltas a ésas pesadillas.Sí, porque para él no eran más que terribles pesadillas, Saúl se rompía la cabeza pensando cómo acabar de una vez con ése zafio embustero. Sabe que Dios está de su parte y eso es lo que más le duele, porque él, Saúl, fue el ungido. Dios quiso que fuera rey de Israel, solo que luego se arrepintió y ahora quiere ungir a David, ése niñato asesino sin escrúpulos, mujeriego y ladrón.
Quizás se equivocó cuando decidió darle en matrimonio a su hija Mical, locamente enamorada de él -–cavilaba mientras intentaba dormir ---porque así creyó ser más fácil asesinarlo después; ya urdiría algún plan adecuado en su momento. Sin embargo la cosa no funcionó puesto que su otro hijo, Johathan, enamorado también de David, le fue con el chivatazo y pudieron huir los tres durante una temporada.
Y el caso es que valor no le faltaba al patán -–Siguió pensando ---porque aun recuerda, cuando le pidió de dote al entregarle a su hija y sabiendo que no tenía dinero ni bienes, los prepucios de doscientos soldados filisteos, ¡Y se los trajo el muy canalla! ¡Y en una bandeja de plata! Cómo negarse después de eso a entregarle a su pequeña; el pueblo, los cortesanos y hasta los sacerdotes se lo hubiesen reprochado de no hacerlo...
Cada vez tiene más claro que Dios quiere volverlo loco, quitárselo de en medio y colocar a David en su lugar. Es verdad que lo ha intentado todo para matarlo ---Medita mientras continuaba dando vueltas en el lecho sin poder conciliar el sueño --Pero, porqué lo hace... ¿Por odio? ¿Por justicia? ¿Por envidia? No lo niega, quizás ésta última sea la razón... 
Envidia, sí, porque es un simple pastor que no tiene dónde caerse muerto. ¿Atrevido? es posible, ¿valiente? tal vez, y bien parecido, y además tienen el favor de Dios, pero si él, Saúl, no defiende su trono, su casa, su familia, su estirpe, no es nadie... Y todo apunta a que ése niñato tiene intenciones de quedarse con todo. Aunque, eso sí, parece que no tiene prisa. Sin ir más lejos el otro día, mientras agachado en cuclillas cagaba en aquella cueva, podía haberle asesinado, y sin embargo se limitó a cortarle un trozo de su manto de rey y decirle luego que no quiso hacerlo y que ahí estaba la prueba... ¡Estaba claro que lo tenía bien cogido por semejantes partes!...
A medida que transcurre la noche, sin dormir, cada vez se va convenciendo más y más de que no tiene salida. Debe ser que Dios lo quiere así. Desde que apareció en su vida David, todo va de mal en peor. Primero se gana, el tío, el favor del pueblo, después enamora hasta las trancas y se casa con su hija, y no solo eso, sino que su propio hijo preferido Jonathan, también está loquito por sus huesos. En fin... algo tiene que hacer para acabar con éste descrédito, con ésta ignominia.. Está ya convencido de que mejor dejarlo todo.. Dejar que él ocupe el trono puesto que así debe estar escrito. ¿Y él? Le pedirá antes del amanecer a su fiel ayudante que le proporcione una espada y así acabar cuanto antes.
Pasan las horas, lo tiene decidido, no volverá a ver la luz del día. Mañana encontrarán su cadáver, sereno, frío, pero con semblante firme y decidido, y el otro, ése usurpador de mi linaje, el ambicioso David, será el nuevo rey de Israel. Así lo ha querido el pueblo, allá ellos. Intuye que pronto se olvidarán de su reinado y ensalzaran la estirpe de David, sino al tiempo. Ya estaba escrito por los profetas...
Dicho queda...
                                                                    Joaquin Yerga
                                                                    03/12/2018


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