Estas son las mañanitas del rey David.
Dejé
por ti...
Dejé
un temblor, dejé una sacudida,
un
resplandor de fuegos no apagados,
dejé
mi sombra en los desesperados
ojos
sangrantes de la despedida.
(Alberti)
Era
noche cerrada de aquel abril suave. Todos los comensales estaban ya
acomodados en la mesa, incluso David, ese jovenzuelo venido a más y
nuevo héroe aclamado por el pueblo lo tenia sentado en un lugar
preeminente, justo enfrente suya. Saúl mandó acallar el murmullo
generado en la sala, y se produjo un silencio esclarecedor.. Se
levantó de sus sillón, se desabrochó la túnica dejando ver una
magnifica chaquetilla de seda bordada con hilos de oro y levantando
su copa de plata se dirigió a los presentes diciéndoles...
--¡Yo.. Saúl, rey de Israel y de Judá por la gracia de nuestro Dios único, brindo por nuestro joven héroe, capaz él solo con sus manos y una sencilla honda, abatir al
mayor peligro que nos atenazaba, al gigantesco soldado filisteo
Goliath!.. ¡Gracias a su hazaña el asustado ejercito enemigo se batió
en retirada!. --¡Larga vida, pues, a David!...
Y todos, levantados de sus asientos gritaron... ¡Larga vida!!.. Aunque
si alguno se hubiese fijado detenidamente en sus gestos y su cara
hubiera comprobado que su sonrisa no era más que una mueca de pura
cortesía obligada por las circunstancias...
No
tuvo más remedio que brindar por él --pensaba tumbado en su cama
sin poder dormir a altas horas de la madruga, aunque con ése gesto
lo predispusiera como su sucesor. Maldita gracia le hacía, pero el
pueblo para su desgracia estaba con David. No en vano él, Saúl, vio con sus
propios ojos cómo le vitoreaban cuando, precedido por un escuadrón de caballos engalanados entró en Jerusalén después
de matar a aquel filisteo. Los hombres le envidiaban, las chicas le
adoraban, todo el mundo quería tocarle, besarle...
Dando
vueltas y más vueltas a ésas pesadillas.Sí, porque para él no
eran más que terribles pesadillas, Saúl se rompía la cabeza
pensando cómo acabar de una vez con ése zafio embustero. Sabe que Dios está de su
parte y eso es lo que más le duele, porque él, Saúl, fue el
ungido. Dios quiso que fuera rey de Israel, solo que luego se
arrepintió y ahora quiere ungir a David, ése niñato asesino sin
escrúpulos, mujeriego y ladrón.
Quizás
se equivocó cuando decidió
darle en matrimonio a su hija Mical, locamente enamorada de él -–cavilaba mientras intentaba dormir ---porque así creyó ser más fácil asesinarlo después; ya urdiría
algún plan adecuado en su momento. Sin embargo la cosa no funcionó puesto que su
otro hijo, Johathan, enamorado también de David, le fue con el
chivatazo y pudieron huir los tres durante una temporada.
Y
el caso es que valor no le faltaba al patán -–Siguió pensando ---porque aun recuerda, cuando le pidió de dote al entregarle a su hija
y sabiendo que no tenía dinero ni bienes, los prepucios de
doscientos soldados filisteos, ¡Y se los trajo el muy canalla! ¡Y en una
bandeja de plata! Cómo negarse después de eso a entregarle a su pequeña; el pueblo, los cortesanos y hasta los sacerdotes se lo hubiesen reprochado de no hacerlo...
Cada
vez tiene más claro que Dios quiere volverlo loco, quitárselo
de en medio y colocar a David en su lugar. Es verdad que lo ha intentado todo
para matarlo ---Medita mientras continuaba dando
vueltas en el lecho sin poder conciliar el sueño --Pero, porqué lo hace...
¿Por odio? ¿Por justicia? ¿Por envidia? No lo niega, quizás ésta última sea la razón...
Envidia, sí, porque es un simple
pastor que no tiene dónde caerse muerto. ¿Atrevido? es posible, ¿valiente? tal vez, y bien parecido, y
además tienen el favor de Dios, pero si él, Saúl, no defiende su
trono, su casa, su familia, su estirpe, no es nadie... Y todo apunta a que ése
niñato tiene intenciones de quedarse con todo. Aunque, eso sí,
parece que no tiene prisa. Sin ir más lejos el otro día, mientras agachado en cuclillas cagaba en aquella cueva, podía haberle asesinado, y sin embargo se
limitó a cortarle un trozo de su manto de rey y decirle luego que no quiso
hacerlo y que ahí estaba la prueba... ¡Estaba claro que lo tenía bien cogido por
semejantes partes!...
A
medida que transcurre la noche, sin dormir, cada vez se va
convenciendo más y más de que no tiene salida. Debe ser que Dios lo quiere
así. Desde que apareció en su vida David, todo va de mal en peor.
Primero se gana, el tío, el favor del pueblo, después enamora hasta las trancas y se casa con su hija, y no solo eso, sino que su propio hijo preferido Jonathan, también está loquito por sus huesos. En fin... algo tiene que hacer para
acabar con éste descrédito, con ésta ignominia.. Está ya convencido de que mejor dejarlo todo.. Dejar que él ocupe el trono puesto que así debe estar escrito. ¿Y
él? Le pedirá antes del amanecer a su fiel ayudante que le
proporcione una espada y así acabar cuanto antes.
Pasan
las horas, lo tiene decidido, no volverá a ver la luz del día.
Mañana encontrarán su cadáver, sereno, frío, pero con semblante
firme y decidido, y el otro, ése usurpador de mi linaje, el ambicioso David, será el nuevo rey de Israel. Así lo
ha querido el pueblo, allá ellos. Intuye que pronto se olvidarán de su reinado y
ensalzaran la estirpe de David, sino al tiempo. Ya estaba escrito por
los profetas...
Dicho
queda...
Joaquin
Yerga
03/12/2018
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