domingo, 23 de diciembre de 2018

Lo siento, me gusta ser español

                                                                                      


                                                                                  

Desespero...

Insisto y desisto..

A Dios demando.

al Cielo invoco,

a la Fortuna clamo,

a los Hados pido,

al Destino suplico,

a la Suerte ruego,

del Azar espero

un soplo de afecto

de tu corazón.

--Joaquín--



Lo he visto en Internet; vosotros también, seguro. Se trata de un concierto dado en alguna ciudad europea del norte, no sé cual. Lo deduzco por el rubicundo semblante de la tez de los asistentes. El concierto debió ser de música clásica; las gradas estaban a rebosar...

En un momento dado el director de la orquesta decide tocar un pasodoble.

¡Escuchad!.. ¡Sí sí, escuchad!.. Se hace en la sala un sepulcral silencio. A lo lejos una bandera rojigualda ondea al viento. Incluso un “olé” con acento guiri se oye por alguna parte. 

Todo el mundo ha relacionado esa emotiva melodía con España. De repente muchos se sienten transportados a una cálida playa de Benidorm... A la Feria de Sevilla en un coche de caballos.. A una corrida de toros en las Ventas.. A San Fermín., Y la escuchan entusiasmados. 

Porque, claro. ¿Quién de esos europeos no ha visitado alguna vez nuestra tierra? ¡Todos la conocen! ¡A todos le fascina!.. ¡Todos desean volver!..

Reconozco que me emocioné al ver el vídeo. Me recordó aquella canción de Concha Piquer en la que echaba de menos a España desde Nueva York... Y es que ¡¡Hay cosas: paisajes, canciones, sabores. olores.. tan nuestros!!, y en Europa lo saben..

¿Alguien se atreve a relacionar alguna canción con Holanda? ¿Más de dos comidas con Alemania? ¿Alguna fiesta multitudinaria con Inglaterra? Me temo que no. Tal vez asociemos estos países con algún tipo de maquinaria industrial, con un modelo de coche o incluso con su altos salarios y bienestar económico, pero no otra cosa...

A nosotros los españoles, o bien se nos admira por nuestra manera de ser y entender la vida, o se nos odia por indolentes y trasnochados; tópicos que aún perduran. 

En el resto de Europa han homogeneizado su manera de vivir, de divertirse, de trabajar; todos hacen lo mismo. Nosotros, no,  aquí aún mantenemos nuestra peculiar idiosincrasia. 

Amemos pues, mantengamos nuestras corridas de toros, nuestra siesta, nuestra Semana Santa, nuestros escandalosos horarios, nuestro ocio nocturno, nuestro "trabajar para vivir", y no al revés, nuestras multitudinarias fiestas etc. etc.

¿Habrá algo más emocionante, más conmovedor y gozoso que nos reconozcan en Europa y en el mundo, además de por nuestro idioma y aspecto, por nuestras costumbres, tan “sui generis”?.. Creo que no. 

Dejemos, pues, que ellos sean iguales; los alemanes, los ingleses, los holandeses, los austriacos, los daneses, los belgas... sabemos que son europeos, pero no de qué país.... A nosotros nos reconocen hasta en Pernambuco, y sin abrir la boca...

En fin.. 😎😎😎

Joaquín







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