sábado, 15 de diciembre de 2018

El coleccionista de huesos

                                                                                        



Pidió que la llevaran a la fuente,
junto al blanco jazmín de hojas marchitas,
y la envolvieron perfumadamente
las azucenas y las margaritas.
Estaba bella como un taciturno
crepúsculo de sol, de ágata y lila;
con mucho de sonata y de nocturno
en el piano sin voz de su pupila.
Pálida, como un pétalo guardado
en las hojas de un libro de pecado,
a sus últimos pajes sonreía...
Mientras sobre la linfa de la fuente
la anemia sofocada de Poniente
reflejaba su lánguida agonía.
--Agustín Acosta--


Dice la historia que San Lorenzo murió martirizado en Roma en el año 258. Es decir, en plena etapa de persecución contra los cristianos. El motivo o excusa para su terrible muerte fue que se negó a entregar al prefecto de Roma los tesoros que habían acumulado en su iglesia. Imagino que estos tesoros serían los cálices de plata y demás útiles necesarios para la misa...
Con San Lorenzo se cebaron bien los soldados romanos. Al pobre hombre lo quemaron a fuego lento postrado en una parrilla de hierro. Por cierto, si lo más probable es que apenas quedaran ni los huesos, ¿Cómo es posible que unas cuantas iglesias de Roma se disputen poseer gran parte de sus restos como reliquia? Omóplatos, fémur, tibias y hasta la parrilla utilizada para su martirio dicen tener...
Pero no solo en ésas iglesias de Roma estaría casi por completo el esqueleto de San Lorenzo, también en El Escorial aseguraban tener parte de él. Recuerden que el monasterio de El Escorial, futura residencia de Felipe II, se construyó en honor de ése mártir de la Iglesia por celebrarse su santo el día en que los españoles le ganamos a los franceses en la batalla de San Quintín, el 10 de agosto de 1557..
Sepan que toda su arquitectura está diseñada como si fuese una inmensa parrilla, a imitación de la que murió San Lorenzo. Además Felipe II fue un apasionado coleccionista de reliquias de santos, se calcula que pudo reunir más de 50.000 piezas, entre huesos, cabellos... objetos, la mayoría de ellas más falsas que un euro de madera.
Joaquín



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