El último jinete del Apocalipsis
El
dolor es el agua que riega los jardines de la poesía y hace crecer
sus árboles más lozanos.
(Blasco
Ibáñez)
Al
final del otoño de 1923, Vicente Blasco Ibáñez se embarcaba en un
viaje alrededor del mundo. Ése viaje le iba a llevar a China o
Japón entre otros países aun exóticos en aquella época Quiso
escribir un libro “La vuelta al mundo de un escritor” y
relatar en él sus peripecias, y así lo hizo. En el prólogo del
librito aparece despidiéndose de su hermoso jardín, que dejaba por
unos meses.
El
libro lo acabo de leer y además de las consabidas experiencias de su
fabuloso viaje nos cuenta esa amarga conversación de despedida antes
de partir. Su jardín y su mansión estaban en la ciudad de Mentón,
en la deliciosa Costa Azul francesa. Aconsejo echar un vistazo a sus
breves apuntes, porque seguro que como a mí le cautivarán la
exuberante prosa de su lenguaje. Lean...
Una
de las primeras mañanas del otoño de 1923. Estoy sentado en un
banco de mi jardín. Árboles, estanques, arbustos floridos, pájaros
y peces, parecen esta mañana completamente distintos a los que veo
diariamente
Algo
sobrenatural anima cuanto me rodea, como si durante la noche se
hubiesen trastornado los ritmos y los valores de la vida. El jardín
me habla. Esto no es extraordinario. También los muebles nos hablan
en las habitaciones cerradas cuando estamos a solas con ellos, en
momentos críticos de nuestra existencia.
Balancean
los túneles de rosales sus flores recién abiertas por la primavera
otoñal. Pájaros de todas clases sostienen una lucha sonora de
gorjeos flautines en las alturas de la arboleda, oasis aéreo que les
sirve de refugio contra los aguiluchos y gavilanes diurnos o las aves
de presa de la noche, ocultas en la vecina muralla, roja y
gigantesca, de los Alpes Marítimos. Los peces colean inquietos en el
agua cargada de sol, como si persiguiesen a sus mismas sombras que se
deslizan por el fondo verdoso de estanques y fuentes.
Cantan
los surtidores al desgranar en el aire sus sartas de blandas perlas.
Los abanicos verdes de plátanos y palmeras dejan caer las últimas
lágrimas del rocío matinal. Y toda esta naturaleza cándida, fresca
y pueril como la luz rosada de la aurora, me pregunta a coro:
-
¿Por qué te vas?.. ¿Es que te encuentras mal entre nosotros?..
Vuelvo
mis ojos por toda respuesta hacia el mar violeta, que tiembla bajo
los flechazos del sol más allá de la columnata de árboles.
Todo
lo que me rodea sigue hablándome con lenguas aéreas, vegetales o
acuáticas. Cada uno dice algo diferente, pero sus voces se confunden
y unifican en la misma dirección, como los diversos temas de una
sinfonía.
-
Quédate -dice la orquesta murmurante del jardín-; vas a perder
nuestras flores y nuestros frutos, los dulces atardeceres del otoño,
la compañía serena y luminosa de los libros. El plátano tropical,
que sólo fructifica en contados lugares de Europa, descuelga para
ti, en este rincón asoleado, entre el mar y la montaña, sus pesados
racimos. Si te alejas, otro comerá los encorvados frutos, ahora
verdes y luego dorados, que lentamente van cociendo bajo el fuego
solar su pulpa de miel.
»Ya
se hinchan los capullos en las filas de camelias, no pudiendo
contener el estallido de sus colores luminosos. Pronto se abrirán,
dando paso a sus flores sin perfume, pero deslumbradoras de bella
majestad, como diosas que nunca sonrieron. Y tú no verás esta
milagrosa floración, preparada durante el resto del año como una
apoteosis teatral.
Alguien
acaba de llegar con silencioso paso, sentándose junto a mí, en el
banco de azulejos que representan antiguas danzas valencianas.
Nadie
más que yo puede verle. Lo conozco. Me ha seguido siempre como un
esclavo, compañero de penas e ilusiones, que llevase el pie metido
en el otro extremo, de mi cadena.
Acabo
de sentir ese desdoblamiento interior que todos conocemos en momentos
difíciles de nuestra vida. Es una mitad de mí mismo lo que acaba de
sentarse a mi lado. Su rostro es agresivo y hablan por su boca la
duda y la ironía.
Sus
primeras palabras son para reproducir la misma pregunta que continúan
repitiendo tenazmente los rumores del jardín. Pero mi otro yo me
habla con menos miramientos.
-
¿Por qué te vas? ¿Qué puedes conseguir realizando tu infantil
deseo de hacer un viaje alrededor del mundo?… »Si sientes
curiosidad por conocer los pueblos lejanos, no tienes más que entrar
en tu biblioteca, que está a pocos pasos. Allí, entre veinte mil
volúmenes, encontrarás muchos que, con la ayuda de la imaginación,
te harán ver ciudades y paisajes tal vez más interesantes que cual
son en la realidad.
Vicente
Blasco Ibáñez es un escritor desconocido en el panorama literario español. No obstante escribió
muchos libros, y ya en vida disfrutó de un éxito enorme. Fortuna
que pocos tuvieron la suerte de compartir.
Si como
escritor de éxito destacó entre sus contemporáneos, y
lo pudiéramos catalogar como extraordinario, pues no se le ha
incluido en ninguna generación conocida, ni en el 98, (junto a
Machado, Unamuno o Azorín) ni en la generación del 27 (Cernuda,
Dámaso Alonso, Aleixandre etc.) como persona su vida fue como poco
asombrosa, por lo excepcional.
Sus
padres procedían de Aragón pero se establecieron en Valencia, por
lo que él nació en la ciudad del Turia. Allí, desde bien
pequeño se interesó por lecturas de cariz político en general y
republicana en particular, que le marcó para siempre; fue hasta su
muerte un furibundo republicano.
Fundó
varias revistas y comenzó a escribir desde muy joven, alternando su
creación literaria con la de político en activo. También creó un
partido político en Valencia de ideas republicanas, como no
podía ser menos. Y fue tanta la pasión que desplegaba en sus
mítines políticos que se granjeó bastantes enemigos. Debido a
eso tuvo que largarse a Madrid para salvaguardar su integridad
física.
Después
de varios libros exitosos de carácter costumbrista como: La
araña negra, Arroz y Tartana, Flor de Mayo, La Barraca o Cañas y
barro, con las que alcanzó un incipiente éxito en España, fue sin
duda alguna Sangre y Arena, la que le catapultó a la
fama, sobre todo en América. Después vino Los
cuatro jinetes del apocalipsis, con lo que éxito fue
sencillamente arrollador. En los Estados Unidos le adoraban. Varios
años fue número uno en ventas y lecturas. Debido a su fama tuvo que
hacer varios viajes allí, desplazándose por todo el país
dando conferencias, y en todas le escuchaban con inusitado interés.
Anteriormente
había hecho un viaje a Argentina, en donde también le
apreciaban mucho. Compró allí varios lotes de tierras
llevándose para cultivarlas arroceros valencianos. En esto no tuvo
el éxito esperado y volvió a España arruinado. Por cierto, los
agricultores valencianos allí se quedaron y allí siguen sus
descendientes. Llegaron incluso a fundar una ciudad, Cervantes,
(Blasco Ibáñez era un apasionado del autor del quijote). Hoy tiene
unos veinte mil habitantes.
Durante
su estancia en Madrid se batió en duelo a muerte con
pistolas con enemigos de partido y creencias; circunstancia que le
provocaron algún que otro rasguño. Sus discursos siempre fueron
incendiarios en contra de la monarquía. Durante el mandato del
general Primo de Rivera (dictadura) se exilió a Francia y se
estableció en la Costa Azul, en la ciudad de Mentón, muy cerquita
de Niza. Allí se compró un palacete muy al estilo de
los que él había conocido y vivido en la playa de la Malvarrosa de
su Valencia natal.
Algunos
de sus más conocidos libros como Sangre y arena o Los cuatro jinetes
del apocalipsis fueron adaptados al cine con enormes éxitos. Los
actores más conocidos del momento se daban de tortas por
protagonizar esas películas, como Rodolfo Valentino, Greta Garbo,
Tyrone Power o Rita Hayworth. Él llegó a ser millonario
teniendo hasta un Rolls Royce de su propiedad, (modelo solo apto para
potentados). En su mansión de Mentón, llamada Fontana Rosa,
murió el 28 de enero de 1928 a los 61 años., después de una
vida ajetreadísima.
En
su testamento quedó dicho de manera tajante que sus restos no
volvieran a España hasta que hubiera instaurada una República. Por
supuesto, nada más proclamada ésta en 1931 se hicieron los trámites
pertinentes para repatriarlos. Cosa que se realizó dos años
después. Hoy en día está enterrado en su querida ciudad de
nacimiento y aventuras.
Joaquín
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