martes, 21 de marzo de 2017

El último jinete del Apocalipsis





El dolor es el agua que riega los jardines de la poesía y hace crecer sus árboles más lozanos.
(Blasco Ibáñez)

Al final del otoño de 1923, Vicente Blasco Ibáñez se embarcaba en un viaje alrededor del mundo. Ése viaje le iba a llevar a China o Japón entre otros países aun exóticos en aquella época Quiso escribir un libro “La vuelta al mundo de un escritor” y relatar en él sus peripecias, y así lo hizo. En el prólogo del librito aparece despidiéndose de su hermoso jardín, que dejaba por unos meses.
El libro lo acabo de leer y además de las consabidas experiencias de su fabuloso viaje nos cuenta esa amarga conversación de despedida antes de partir. Su jardín y su mansión estaban en la ciudad de Mentón, en la deliciosa Costa Azul francesa. Aconsejo echar un vistazo a sus breves apuntes, porque seguro que como a mí le cautivarán la exuberante prosa de su lenguaje. Lean...

Una de las primeras mañanas del otoño de 1923. Estoy sentado en un banco de mi jardín. Árboles, estanques, arbustos floridos, pájaros y peces, parecen esta mañana completamente distintos a los que veo diariamente
Algo sobrenatural anima cuanto me rodea, como si durante la noche se hubiesen trastornado los ritmos y los valores de la vida. El jardín me habla. Esto no es extraordinario. También los muebles nos hablan en las habitaciones cerradas cuando estamos a solas con ellos, en momentos críticos de nuestra existencia.
Balancean los túneles de rosales sus flores recién abiertas por la primavera otoñal. Pájaros de todas clases sostienen una lucha sonora de gorjeos flautines en las alturas de la arboleda, oasis aéreo que les sirve de refugio contra los aguiluchos y gavilanes diurnos o las aves de presa de la noche, ocultas en la vecina muralla, roja y gigantesca, de los Alpes Marítimos. Los peces colean inquietos en el agua cargada de sol, como si persiguiesen a sus mismas sombras que se deslizan por el fondo verdoso de estanques y fuentes.
Cantan los surtidores al desgranar en el aire sus sartas de blandas perlas. Los abanicos verdes de plátanos y palmeras dejan caer las últimas lágrimas del rocío matinal. Y toda esta naturaleza cándida, fresca y pueril como la luz rosada de la aurora, me pregunta a coro:
- ¿Por qué te vas?.. ¿Es que te encuentras mal entre nosotros?..
Vuelvo mis ojos por toda respuesta hacia el mar violeta, que tiembla bajo los flechazos del sol más allá de la columnata de árboles.
Todo lo que me rodea sigue hablándome con lenguas aéreas, vegetales o acuáticas. Cada uno dice algo diferente, pero sus voces se confunden y unifican en la misma dirección, como los diversos temas de una sinfonía.
- Quédate -dice la orquesta murmurante del jardín-; vas a perder nuestras flores y nuestros frutos, los dulces atardeceres del otoño, la compañía serena y luminosa de los libros. El plátano tropical, que sólo fructifica en contados lugares de Europa, descuelga para ti, en este rincón asoleado, entre el mar y la montaña, sus pesados racimos. Si te alejas, otro comerá los encorvados frutos, ahora verdes y luego dorados, que lentamente van cociendo bajo el fuego solar su pulpa de miel.
»Ya se hinchan los capullos en las filas de camelias, no pudiendo contener el estallido de sus colores luminosos. Pronto se abrirán, dando paso a sus flores sin perfume, pero deslumbradoras de bella majestad, como diosas que nunca sonrieron. Y tú no verás esta milagrosa floración, preparada durante el resto del año como una apoteosis teatral.
Alguien acaba de llegar con silencioso paso, sentándose junto a mí, en el banco de azulejos que representan antiguas danzas valencianas.
Nadie más que yo puede verle. Lo conozco. Me ha seguido siempre como un esclavo, compañero de penas e ilusiones, que llevase el pie metido en el otro extremo, de mi cadena.
Acabo de sentir ese desdoblamiento interior que todos conocemos en momentos difíciles de nuestra vida. Es una mitad de mí mismo lo que acaba de sentarse a mi lado. Su rostro es agresivo y hablan por su boca la duda y la ironía.
Sus primeras palabras son para reproducir la misma pregunta que continúan repitiendo tenazmente los rumores del jardín. Pero mi otro yo me habla con menos miramientos.
- ¿Por qué te vas? ¿Qué puedes conseguir realizando tu infantil deseo de hacer un viaje alrededor del mundo?… »Si sientes curiosidad por conocer los pueblos lejanos, no tienes más que entrar en tu biblioteca, que está a pocos pasos. Allí, entre veinte mil volúmenes, encontrarás muchos que, con la ayuda de la imaginación, te harán ver ciudades y paisajes tal vez más interesantes que cual son en la realidad.

Vicente Blasco Ibáñez es un escritor desconocido en el panorama literario español. No obstante escribió muchos libros, y ya en vida disfrutó de un éxito enorme. Fortuna que pocos tuvieron la suerte de compartir.
Si como escritor de éxito destacó entre sus contemporáneos, y lo pudiéramos catalogar como extraordinario, pues no se le ha incluido en ninguna generación conocida, ni en el 98, (junto a Machado, Unamuno o Azorín) ni en la generación del 27 (Cernuda, Dámaso Alonso, Aleixandre etc.) como persona su vida fue como poco asombrosa, por lo excepcional.
Sus padres procedían de Aragón pero se establecieron en Valencia, por lo que él nació en la ciudad del Turia. Allí, desde bien pequeño se interesó por lecturas de cariz político en general y republicana en particular, que le marcó para siempre; fue hasta su muerte un furibundo republicano.
Fundó varias revistas y comenzó a escribir desde muy joven, alternando su creación literaria con la de político en activo. También creó un partido político en Valencia de ideas republicanas, como no podía ser menos. Y fue tanta la pasión que desplegaba en sus mítines políticos que se granjeó bastantes enemigos. Debido a eso tuvo que largarse a Madrid para salvaguardar su integridad física.
Después de varios libros exitosos de carácter costumbrista como: La araña negra, Arroz y Tartana, Flor de Mayo, La Barraca o Cañas y barro, con las que alcanzó un incipiente éxito en España, fue sin duda alguna Sangre y Arena, la que le catapultó a la fama, sobre todo en América. Después vino Los cuatro jinetes del apocalipsis, con lo que éxito fue sencillamente arrollador. En los Estados Unidos le adoraban. Varios años fue número uno en ventas y lecturas. Debido a su fama tuvo que hacer varios viajes allí, desplazándose por todo el país dando conferencias, y en todas le escuchaban con inusitado interés.
Anteriormente había hecho un viaje a Argentina, en donde también le apreciaban mucho. Compró allí varios lotes de tierras llevándose para cultivarlas arroceros valencianos. En esto no tuvo el éxito esperado y volvió a España arruinado. Por cierto, los agricultores valencianos allí se quedaron y allí siguen sus descendientes. Llegaron incluso a fundar una ciudad, Cervantes, (Blasco Ibáñez era un apasionado del autor del quijote). Hoy tiene unos veinte mil habitantes.
Durante su estancia en Madrid se batió en duelo a muerte con pistolas con enemigos de partido y creencias; circunstancia que le provocaron algún que otro rasguño. Sus discursos siempre fueron incendiarios en contra de la monarquía. Durante el mandato del general Primo de Rivera (dictadura) se exilió a Francia y se estableció en la Costa Azul, en la ciudad de Mentón, muy cerquita de Niza. Allí se compró un palacete muy al estilo de los que él había conocido y vivido en la playa de la Malvarrosa de su Valencia natal.
Algunos de sus más conocidos libros como Sangre y arena o Los cuatro jinetes del apocalipsis fueron adaptados al cine con enormes éxitos. Los actores más conocidos del momento se daban de tortas por protagonizar esas películas, como Rodolfo Valentino, Greta Garbo, Tyrone  Power o Rita Hayworth. Él llegó a ser millonario teniendo hasta un Rolls Royce de su propiedad, (modelo solo apto para potentados). En su mansión de Mentón, llamada Fontana Rosa, murió el 28 de enero de 1928 a los 61 años., después de una vida ajetreadísima.
En su testamento quedó dicho de manera tajante que sus restos no volvieran a España hasta que hubiera instaurada una República. Por supuesto, nada más proclamada ésta en 1931 se hicieron los trámites pertinentes para repatriarlos. Cosa que se realizó dos años después. Hoy en día está enterrado en su querida ciudad de nacimiento y aventuras.

Joaquín


                                                                                

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