jueves, 16 de marzo de 2017

Mis rubias favoritas.



Amiga:
Mi impudenda desnudez la percibes a diario
en mis palabras.
Mi admiración por ti de sobra la conoces
por reiterativo.
A mi no me valen falsas vestimentas literarias
para adornar mis ansias de quererte,
y sólo con ropaje de sincera prosa me presento a ti.
Jamás permitiré que presencies la mustidez
de un hombre adulador y zalamero.
Mi alma, desnuda y nítida, aunque cubierta ya con pliegues
de piel ajada, está siempre abierta para ti..
--Joaquín--


El título que he buscado para este breve artículo no es más que una manera perversa de provocar. Lo que realmente busco es gente, mucha gente que resignada y armada hasta los dientes de paciencia haga un esfuerzo más y complete la lectura de esta simpleza, elaborada, por cierto, a desgana y casi sin razón de ser.
Con el curioso enunciado del artículo aludo a cierto informe que leí no hace mucho y que me sorprendió sobremanera. Decía éste que: “Un grupo de expertos pronostica que la raza nórdica está en vías de extinción.” ¡Así de crudo y así de impactante!. ¡Nos quedamos sin suecas! –exclamé por lo bajines-- Por supuesto, los sujetos del tipo David Beckham o Brad Pitt también desaparecen, pero éstos me importan menos por razones obvias.
Imagino a mis semejantes (los de pelo en pecho) haciendo piña con mi angustia ante tamaña desgracia. No concibo las playas españolas sin esas nórdicas, rubias-platino tostándose al sol que más calienta. Menos mal que siempre nos quedarán en la memoria (también en infinidad de fotos y películas) para recordarlas.
Por si esa desgracia se consumara guardaré a partir de ahora como oro en paño copias de esas películas tan sugestivas como: Picnic, La Dolce Vita, Vértigo, Niágara, etcétera, con sus magníficas y exuberantes rubias protagonistas. Por supuesto mientras aguanten impertérritos mis recuerdos no dejaré nunca de soñar con las: Kim Novak, Anita Ekberg, Grace Kelly o Verónica Lake; incluso con nuestra adorada Marilyn Monroe, por si acaso se cumplen tales maleficios.
A cuento de rubias y de razas, que de eso es lo que quería realmente hablar, os cuento un brevísimo apunte al respecto.
Hace un tiempo leí un interesante libro de un científico y genetista italiano muy famoso en el mundillo de la paleontología y afines, llamado Luigi Luca Cavalli. Éste viejo profesor era (murió el años pasado) una eminencia en lo tocante a razas, procedencia de éstas y su evolución.
Nos advierte el profesor de la diferencia que hay entre especie y raza. En la primera nos detalla lo que es una especie. Se trata --nos dice --de un conjunto de organismos capaces de entrecruzarse y reproducirse entre ellos, pero no con otras especies.
De raza nos cuenta que son grupos que se subdividen de una misma especie. Básicamente se aplica a los seres humanos. El termino raza está cayendo en desuso debido a la función peyorativa que le hemos ido dando. Ahora denominamos para lo mismo, etnia.
Apuesto lo que sea que todos creemos a pies juntillas que la principal diferencia entre nosotros, los humanos, es el color de la piel. ¡Pues no! Según piensa el profesor Cavalli, perderíamos hasta el último céntimo de la apuesta. Y es que, parece ser, otras diferencias son más determinantes que el ser blanco o negro. Por ejemplo, la forma de la cabeza (el tipo de cráneo) es una de ellas, o el tipo de sangre (grupo 0, A, B o AB) es otra, sin olvidar el factor RH, otra gran diferencia entre nosotros.
El primer hombre moderno, como tal, salió de África hace unos cien mil años (no crean que es mucho), y se fue repartiendo por todo el mundo. Entró en Asia por la península arábiga y, divididos en diferentes grupos, se fueron distribuyendo por todo el globo. Al último sitio en llegar (exceptuando la luna ¡claro!) fue a América (pasaron a través del estrecho de Bering en plena época de glaciación). De esto hará unos quince mil años. Para hacernos una idea, Europa la pisaron nuestros ancestros hace tan solo cincuenta mil años. ¡Vamos, antes de ayer, como aquel que dice!.. Y es que en términos evolutivos esa cifra es insignificante.
Por supuesto todos eran individuos de piel negra, que era la mejor manera de adaptarse al medio africano. Fueron estos evolucionando y adaptándose después cada grupo al lugar y clima a donde llegaron.
En Europa gracias a recientes estudios con el ADN sabemos perfectamente que cambiaron su fisionomía y color de piel no hace tanto, según expertos unos quince mil años. Y voy más lejos, está contrastado que los ojos azules y el pelo rubio se deben a una mutación que padecieron un par de individuos instalados a orillas del mar Negro. Luego, al ser éstas particularidades favorables y útiles para la supervivencia en un clima con poca luz y por preferencia sexual (eran más guapos) se hizo gen dominante, con lo que fácilmente lo fueron transmitiendo a sus sucesivos descendientes.
Ahora, con la globalización y mescolanza de razas las herederas de aquellos dos individuos de ojos azules y cabellos rubios se están extinguiendo (mi madre que era rubia y con los ojos azules ya lo hizo) y no alcanzo a imaginar siquiera qué solución buscar. Aunque a mí, ya os digo, siempre me quedará el archivo de Hollywood para recordarlas. Bueno, y las fotos de mi madre.
Aquí lo dejo..
Joaquín Yerga

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