Mis rubias favoritas.
Amiga:
Mi
impudenda desnudez la percibes a diario
en
mis palabras.
Mi
admiración por ti de sobra la conoces
por
reiterativo.
A
mi no me valen falsas vestimentas literarias
para
adornar mis ansias de quererte,
y sólo con ropaje de sincera prosa me presento a ti.
Jamás
permitiré que presencies la mustidez
de
un hombre adulador y zalamero.
Mi
alma, desnuda y nítida, aunque cubierta ya con pliegues
de
piel ajada, está siempre abierta para ti..
--Joaquín--
El título que
he buscado para este breve artículo no es más que una manera
perversa de provocar. Lo que realmente busco es gente, mucha gente
que resignada y armada hasta los dientes de paciencia haga un
esfuerzo más y complete la lectura de esta simpleza, elaborada, por
cierto, a desgana y casi sin razón de ser.
Con
el curioso enunciado del artículo aludo a cierto informe que leí no
hace mucho y que me sorprendió sobremanera. Decía éste que: “Un
grupo de expertos pronostica que la raza nórdica está en vías de
extinción.” ¡Así de crudo y así de impactante!. ¡Nos
quedamos sin suecas! –exclamé por lo bajines-- Por supuesto, los
sujetos del tipo David Beckham o Brad Pitt también
desaparecen, pero éstos me importan menos por razones obvias.
Imagino
a mis semejantes (los de pelo en pecho) haciendo
piña con mi angustia ante tamaña desgracia. No concibo las playas
españolas sin esas nórdicas, rubias-platino tostándose al sol
que más calienta. Menos mal que siempre nos quedarán en la memoria
(también en infinidad de fotos y películas) para recordarlas.
Por
si esa desgracia se consumara guardaré a partir de ahora como oro en
paño copias de esas películas tan sugestivas como: Picnic, La
Dolce Vita, Vértigo, Niágara, etcétera, con sus magníficas y
exuberantes rubias protagonistas. Por supuesto mientras aguanten
impertérritos mis recuerdos no dejaré nunca de soñar con las: Kim
Novak, Anita Ekberg, Grace Kelly o Verónica Lake; incluso
con nuestra adorada Marilyn Monroe, por si acaso se
cumplen tales maleficios.
A
cuento de rubias y de razas, que de eso es lo que quería realmente
hablar, os cuento un brevísimo apunte al respecto.
Hace
un tiempo leí un interesante libro de un científico y genetista
italiano muy famoso en el mundillo de la paleontología y afines,
llamado Luigi Luca Cavalli. Éste viejo profesor era (murió el
años pasado) una eminencia en lo tocante a razas, procedencia de
éstas y su evolución.
Nos
advierte el profesor de la diferencia que hay
entre especie y raza. En la primera nos
detalla lo que es una especie. Se trata --nos dice --de un conjunto
de organismos capaces de entrecruzarse y reproducirse entre ellos,
pero no con otras especies.
De raza nos
cuenta que son grupos que se subdividen de una misma especie.
Básicamente se aplica a los seres humanos. El termino raza está
cayendo en desuso debido a la función peyorativa que le hemos ido
dando. Ahora denominamos para lo mismo, etnia.
Apuesto
lo que sea que todos creemos a pies juntillas que la principal
diferencia entre nosotros, los humanos, es el color de la piel. ¡Pues no! Según
piensa el profesor Cavalli, perderíamos hasta el último
céntimo de la apuesta. Y es que, parece ser, otras diferencias son
más determinantes que el ser blanco o negro. Por ejemplo, la forma
de la cabeza (el tipo de cráneo) es una de ellas, o el tipo de
sangre (grupo 0, A, B o AB) es otra, sin
olvidar el factor RH, otra gran diferencia entre nosotros.
El
primer hombre moderno, como tal, salió de África hace
unos cien mil años (no crean que es mucho), y se fue repartiendo por
todo el mundo. Entró en Asia por la península arábiga
y, divididos en diferentes grupos, se fueron distribuyendo por
todo el globo. Al último sitio en llegar (exceptuando la luna
¡claro!) fue a América (pasaron a través del estrecho
de Bering en plena época de glaciación). De esto hará unos
quince mil años. Para hacernos una idea, Europa la pisaron
nuestros ancestros hace tan solo cincuenta mil años. ¡Vamos, antes
de ayer, como aquel que dice!.. Y es que en términos evolutivos esa
cifra es insignificante.
Por
supuesto todos eran individuos de piel negra, que era la mejor
manera de adaptarse al medio africano. Fueron estos evolucionando y
adaptándose después cada grupo al lugar y clima a donde
llegaron.
En
Europa gracias a recientes estudios con el ADN sabemos
perfectamente que cambiaron su fisionomía y color de piel no hace
tanto, según expertos unos quince mil años. Y voy más lejos, está
contrastado que los ojos azules y el pelo rubio se deben a una
mutación que padecieron un par de individuos instalados a orillas
del mar Negro. Luego, al ser éstas particularidades favorables
y útiles para la supervivencia en un clima con poca luz y por
preferencia sexual (eran más guapos) se hizo gen dominante, con
lo que fácilmente lo fueron transmitiendo a sus sucesivos
descendientes.
Ahora,
con la globalización y mescolanza de razas las herederas de
aquellos dos individuos de ojos azules y cabellos rubios se
están extinguiendo (mi madre que era rubia y con los ojos azules ya lo hizo) y no alcanzo a imaginar
siquiera qué solución buscar. Aunque a mí, ya os digo, siempre me
quedará el archivo de Hollywood para recordarlas.
Bueno, y las fotos de mi madre.
Aquí
lo dejo..
Joaquín
Yerga
No hay comentarios:
Publicar un comentario