Llamé a mi corazón. Nadie repuso.
Nadie adentro. ¡Qué trance tan amargo!
El bosque era profuso,
negra la noche y el camino largo.
Llamé, llamé. Ninguno respondía.
Y el murmurado castillo taciturno,
único albergue en el horror nocturno,
era mi corazón.. ¡Y no me abría!.
--Rufino Blanco--
¿Habéis visto la película protagonizada por Demi Moore y Robert Redford "Una proposición indecente"? Yo sí, un par de veces,. Ayer volví a verla..
El argumento de ésta peli seguro que lo conocéis: una pareja de jóvenes con pocos recursos económicos y mucho amor entre ellos hacen un viaje a Las Vegas y allí terminan por arruinarse. Mientras apuestan en un casino sus últimos dólares conocen a un millonario (Robert Redford) que le propone a la chica (Demi Moore), muy maja ella, pasar una noche con él a cambio de un millón de dólares. Ella acepta, pero...
El tema de la película, tan particular, ha sido siempre motivo, al menos, de una pensada porque.. No sé vosotros, pero yo haría cualquier cosa por un millón de euros, aunque descarto absolutamente el tema sexual a cambio de pasta; no está uno ya potable para estos menesteres.
Pero, ¿Serian capaces de cometer cualquier obscenidad por mucho dinero? ¿Venderían su alma al Diablo por cosas que les importaran mucho?.. Supongo que esa cantidad desorbitada de dinero la aceptarían a cambio de algo gordo; algo extremadamente valioso para un hombre o una mujer..
¿Os imagináis que, al igual que en la película, un millonario encaprichado de vuestra mujer o vuestro marido os ofreciera esa suma a cambio de sexo con ella? ¿Qué haríais? No me negaréis que no es para pensarlo; tened en cuenta que la vida se os pondría muy muy dulce, ¡oh!..
De todas maneras éste es un tema muy recurrente en el mundo de la ficción. En la literatura tenemos al mito de Fausto, un tipo que vende su alma al diablo a cambio de conocimientos infinitos y placeres mundanos. O al protagonista de “El retrato de Dorian Gray”, que no es otra cosa que el mito de Narciso, que quedó prendado de sí mismo por su belleza.. Dorian pactó con al Diablo a cambio de mantenerse siempre joven..
En la vida real a cambio de asuntos menores como atención, prebendas, trabajo, amistades, poder o dinero continuamente estamos vendiendo nuestra alma, y hasta las vísceras. Algunos ya la tienen hipotecada. Pero la gran diferencia entre la literatura y la vida real es que en la primera el Diablo siempre acaba reclamando su parte del trato, mientras que en la vida real la mayoría se van de rositas después de la felonía cometida. Bueno, o no, no sé..
Joaquín