Desespero...
Insisto
y desisto..
A
Dios demando.
al
Cielo invoco,
a la Fortuna clamo,
a los Hados pido,
al
Destino suplico,
a la Suerte ruego,
del
Azar espero
un
soplo de afecto
de
tu corazón.
--Joaquín--
Lo
he visto en Internet; vosotros también, seguro. Se trata de un
concierto dado en alguna ciudad europea del norte, no sé cual. Lo deduzco por el rubicundo semblante de la tez de los
asistentes. El concierto debió ser de música clásica; las gradas
estaban a rebosar...
En
un momento dado el director de la orquesta decide
tocar un pasodoble.
¡Escuchad!..
¡Sí sí, escuchad!.. Se hace en la sala un sepulcral silencio. A lo
lejos una bandera rojigualda ondea al viento. Incluso un “olé”
con acento guiri se oye por alguna parte.
Todo
el mundo ha relacionado esa emotiva melodía con España. De
repente muchos se sienten transportados a una cálida playa de
Benidorm... A la Feria de Sevilla en un coche de caballos.. A
una corrida de toros en las Ventas.. A San Fermín., Y la
escuchan entusiasmados.
Porque,
claro. ¿Quién de esos europeos no ha visitado alguna vez nuestra
tierra? ¡Todos la conocen! ¡A todos le fascina!.. ¡Todos desean
volver!..
Reconozco
que me emocioné al ver el vídeo. Me recordó aquella canción
de Concha Piquer en la que echaba de menos a España
desde Nueva York... Y es que ¡¡Hay cosas: paisajes, canciones,
sabores. olores.. tan nuestros!!, y en Europa lo saben..
¿Alguien
se atreve a relacionar alguna canción con Holanda? ¿Más de dos
comidas con Alemania? ¿Alguna fiesta multitudinaria con Inglaterra?
Me temo que no. Tal vez asociemos estos países con algún tipo de
maquinaria industrial, con un modelo de coche o incluso con su altos
salarios y bienestar económico, pero no otra cosa...
A
nosotros los españoles, o bien se nos admira por nuestra manera
de ser y entender la vida, o se nos odia por indolentes y
trasnochados; tópicos que aún perduran.
En
el resto de Europa han homogeneizado su manera de vivir, de
divertirse, de trabajar; todos hacen lo mismo. Nosotros, no,
aquí aún mantenemos nuestra peculiar idiosincrasia.
Amemos
pues, mantengamos nuestras corridas de toros, nuestra siesta, nuestra
Semana Santa, nuestros escandalosos horarios, nuestro ocio nocturno,
nuestro "trabajar para vivir", y no al revés, nuestras multitudinarias
fiestas etc. etc.
¿Habrá
algo más emocionante, más conmovedor y gozoso que nos reconozcan en
Europa y en el mundo, además de por nuestro idioma y aspecto, por
nuestras costumbres, tan “sui generis”?.. Creo que no.
Dejemos,
pues, que ellos sean iguales; los alemanes, los ingleses, los
holandeses, los austriacos, los daneses, los belgas... sabemos que
son europeos, pero no de qué país.... A nosotros nos reconocen
hasta en Pernambuco, y sin abrir la boca...
En fin.. 😎😎😎
Joaquín