La semilla del diablo
¡Yo
sólo demando amores:
yo
no te pregunto nada!
¿Buscas
reposo y olvido?
Yo
también. El mundo cansa.
Partiremos
lejos, lejos
de
la gente, a tierra extraña;
y
cual las aves que anidan
en
las torres solitarias,
confiaremos
a la sombra
nuestro
amor y nuestras ansias.
(Amado
Nervo)
Tengo
dudas razonables sobre si son falsas percepciones debido al bombardeo
continuo de noticias o es que realmente ocurren más violaciones y crímenes
horrendos últimamente en nuestro país. La paradoja es que si
miramos las estadísticas apenas a cambiado el numero de homicidios y
asesinatos desde hace unos veinte años.
Sea
lo que fuere las violaciones en masa pertrechadas a chicas adolescentes solivianta una vez más a un país impactado por otras cuantas sin
sentido. Que todos nos sintamos horrorizados por estos actos es síntoma de salud mental de una población que se
resiste a contemplar impávidos estas barbaridades.
Tal
vez sea igual el número de abusos y crímenes, aunque apuesto que ha cambiado
el “modus operandi” de los mismos, como dicen los expertos. A mí
que no me digan, pero por más esfuerzo que pongo en recordar nunca
antes había visto ni oído en los medios informativos los casos tan
espeluznantes que vemos hoy en día.
¿Alguien
recuerda en su juventud, allá por los sesenta o setenta, que un
padre asesinara a sus dos pequeños para fastidiar a su madre que
pedía el divorcio? ¿Que padre y madre conspiraran juntos y con
alevosía para acabar con la vida de su hija adoptiva, previa sesión
con tranquilizantes? ¿O incluso que hijos, como los ha habido,
asesinen a sus padres por cuestiones de dinero?. En fin, montones de
casos a cual más horrendo…
Imagino
que de no existir hoy en día ningún periódico que se dedique en
cuerpo y alma a informar sobre estos crímenes, como el
desaparecido “El Caso”, se debe a los muchos
programas televisivos que lo hacen por ellos. No hay más que
quedarse en casa una mañana y sufrir unas cuantas horas de
televisión para percatarse del excesivo tiempo que dedican a estos
desgraciados sucesos.
De
todas maneras y a fuerza de ir coexistiendo durante años con estos
terribles crímenes estamos endureciendo nuestros corazones de tal
forma que, para sobresaltarse de emoción cada vez necesitamos ir más
allá en la crueldad de la fechoría. Hace tan solo unas décadas era
impensable que unos adolescentes asesinaran a sangre fría a una
amiga o compañera y después escondieran su cuerpo sin darle a sus
afligidos padres la oportunidad de, al menos, enterrar su cuerpo y
tener un lugar donde llorarla. Pues me temo que hasta éste cruel
episodio se nos quedará corto en años venideros.
Es
cierto, también, que las circunstancias han cambiado
considerablemente, porque desde hace unos veinte años han entrado en
nuestro país, alegremente y al albur de honrados trabajadores
inmigrantes unos cuantos miles de gentuza provenientes de países
“casi fallidos” que dedican sus vidas y su tiempo a delinquir y
amargarnos la vida al resto. No me negarán que hasta la entrada de
ésta gente la seguridad y tranquilidad era común en nuestros
pueblos y ciudades. Con nada que recordemos cómo era España (en ése
tema) en aquellos años previos a ésa entrada masiva debería
entrarnos un ataque de melancolía.
¿Dónde
quedan aquellos ladrones tradicionales que nos robaban la cartera en
el metro y autobús pero con gracia, y aunque nos hacían la puñeta,
jamás te rozaban siquiera? Me temo que era ese un país de cuento de
hadas, que en estos asuntos, empezamos ya a echar de menos.
Si
miráramos la historia del crimen en España hasta hace treinta años comprobaríamos que cualquier asesinato u homicidio que ocasionara
más de dos victimas, o una pero rodeado de cierto halo de misterio,
se convertía en asunto de portada durante años. No hay más que
acodarse del crimen de la calle Fuencarral, en Madrid, o el
de la calle Bordadores y algunos parecidos, que debido a lo inusual
de estos casos entonces se convertían en comidilla para la
historia, y hasta hacían películas de ellos. Hoy en día crímenes
como esos, aquí en España, no dura como noticia un telediario.
Bien
es verdad que detrás de muchos de estos terribles homicidios está
la droga que antes no existía. Los delitos por estos asuntos supone
ya más del 70% de todos los cometidos. Y no digamos de la población
reclusa; hay hoy en España más de 64.000 presos y 98 cárceles. En
los años sesenta había 25.000 y cuatro presidios mal contados.
Juzguen ustedes…
cosasdeoaquinyerga@blogspot.com
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