martes, 8 de mayo de 2018

La semilla del diablo





¡Yo sólo demando amores:
yo no te pregunto nada!
¿Buscas reposo y olvido?
Yo también. El mundo cansa.
Partiremos lejos, lejos
de la gente, a tierra extraña;
y cual las aves que anidan
en las torres solitarias,
confiaremos a la sombra
nuestro amor y nuestras ansias.

(Amado Nervo)

Tengo dudas razonables sobre si son falsas percepciones debido al bombardeo continuo de noticias o es que realmente ocurren más violaciones y crímenes horrendos últimamente en nuestro país. La paradoja es que si miramos las estadísticas apenas a cambiado el numero de homicidios y asesinatos desde hace unos veinte años.
Sea lo que fuere las violaciones en masa pertrechadas a chicas adolescentes solivianta una vez más a un país impactado por otras cuantas sin sentido. Que todos nos sintamos horrorizados por estos actos es síntoma de salud mental de una población que se resiste a contemplar impávidos estas barbaridades.
Tal vez sea igual el número de abusos y crímenes, aunque apuesto que ha cambiado el “modus operandi” de los mismos, como dicen los expertos. A mí que no me digan, pero por más esfuerzo que pongo en recordar nunca antes había visto ni oído en los medios informativos los casos tan espeluznantes que vemos hoy en día.
¿Alguien recuerda en su juventud, allá por los sesenta o setenta, que un padre asesinara a sus dos pequeños para fastidiar a su madre que pedía el divorcio? ¿Que padre y madre conspiraran juntos y con alevosía para acabar con la vida de su hija adoptiva, previa sesión con tranquilizantes? ¿O incluso que hijos, como los ha habido, asesinen a sus padres por cuestiones de dinero?. En fin, montones de casos a cual más horrendo…
Imagino que de no existir hoy en día ningún periódico que se dedique en cuerpo y alma a informar sobre estos crímenes, como el desaparecido “El Caso”, se debe a los muchos programas televisivos que lo hacen por ellos. No hay más que quedarse en casa una mañana y sufrir unas cuantas horas de televisión para percatarse del excesivo tiempo que dedican a estos desgraciados sucesos.
De todas maneras y a fuerza de ir coexistiendo durante años con estos terribles crímenes estamos endureciendo nuestros corazones de tal forma que, para sobresaltarse de emoción cada vez necesitamos ir más allá en la crueldad de la fechoría. Hace tan solo unas décadas era impensable que unos adolescentes asesinaran a sangre fría a una amiga o compañera y después escondieran su cuerpo sin darle a sus afligidos padres la oportunidad de, al menos, enterrar su cuerpo y tener un lugar donde llorarla. Pues me temo que hasta éste cruel episodio se nos quedará corto en años venideros.
Es cierto, también, que las circunstancias han cambiado considerablemente, porque desde hace unos veinte años han entrado en nuestro país, alegremente y al albur de honrados trabajadores inmigrantes unos cuantos miles de gentuza provenientes de países “casi fallidos” que dedican sus vidas y su tiempo a delinquir y amargarnos la vida al resto. No me negarán que hasta la entrada de ésta gente la seguridad y tranquilidad era común en nuestros pueblos y ciudades. Con nada que recordemos cómo era España (en ése tema) en aquellos años previos a ésa entrada masiva debería entrarnos un ataque de melancolía.
¿Dónde quedan aquellos ladrones tradicionales que nos robaban la cartera en el metro y autobús pero con gracia, y aunque nos hacían la puñeta, jamás te rozaban siquiera? Me temo que era ese un país de cuento de hadas, que en estos asuntos, empezamos ya a echar de menos.
Si miráramos la historia del crimen en España hasta hace treinta años comprobaríamos que cualquier asesinato u homicidio que ocasionara más de dos victimas, o una pero rodeado de cierto halo de misterio, se convertía en asunto de portada durante años. No hay más que acodarse del crimen de la calle Fuencarral, en Madrid, o el de la calle Bordadores y algunos parecidos, que debido a lo inusual de estos casos entonces se convertían en comidilla para la historia, y hasta hacían películas de ellos. Hoy en día crímenes como esos, aquí en España, no dura como noticia un telediario.
Bien es verdad que detrás de muchos de estos terribles homicidios está la droga que antes no existía. Los delitos por estos asuntos supone ya más del 70% de todos los cometidos. Y no digamos de la población reclusa; hay hoy en España más de 64.000 presos y 98 cárceles. En los años sesenta había 25.000 y cuatro presidios mal contados. Juzguen ustedes…

cosasdeoaquinyerga@blogspot.com

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