martes, 15 de mayo de 2018

Aquel verano, tan azul.






Cuanto más oscura es la noche, más brillantes son las estrellas.


Hace dos días se nos fue el gran Antonio Mercero, director y guionista de cine que fue y de series televisivas inolvidables para todos nosotros. Llevaba enfermo, el hombre, desde hacía unos cuantos años; le habían diagnosticado de esa enfermedad traicionera y denigrante para los que la padecen llamada Alzheimer.
Decía el que fue secretario general del Psoe y jefe de la oposición durante muchos años, Rubalcaba, que en España enterramos muy bien; aludía a que después de muerto cualquier personaje nos cae tan simpático que olvidamos sus momentos débiles y solo nos fijamos en lo positivo, pero me temo que con Antonio Mercero no solo lo hemos enterrado mal, es que ni tan siquiera lo hemos velado antes.
Llevamos (los de aquellas añoradas generaciones de los sesenta y setenta) una temporada “regular” en cuanto a personajes entrañables desaparecidos; lo hizo Forges, el gran humorista; se nos fue, también, el inefable José María Íñigo y ahora le ha tocado el turno a Mercero. Aunque de todos, creo, quizás éste último tuvo peor suerte, su larga y penosa enfermedad le arrebató más de una década de vida personal. Y a nosotros nos privó de un montón de series y películas que a buen seguro hubieran hecho las delicias de todos.
Mercero y algunos otros como él, posiblemente no merezcan el reconocimiento intelectual de autores y artistas como Pablo Neruda, Hitchcock, Einstein o el mismo Cervantes, seguro que no; no sé exactamente dónde tiene que llegar el talento o la sabiduría de una persona para ésa consideración, pero si lo midiéramos por la felicidad dispensada a tantos millones de españoles durante tanto tiempo estoy seguro que merecería más de un premio Nobel.
La noticia de la muerte de Antonio Mercero, un guipuzcoano campechano y gran conocedor de la idiosincrasia española, lamentablemente ha pasado, casi, desapercibida para muchos, tal vez los años que llevaba inactivo ha contribuido a ello; sabido es que los españoles olvidamos pronto y bien. Murió anteayer, en Madrid, a los 82 años, pero sepan las nuevas generaciones que hubo momentos y épocas en las que fue un personaje esencial en la televisión y el cine en España, o lo que es lo mismo, en nuestras vidas.
¿Quién no recuerda con nostalgia las peripecias cotidianas de los vecinos de aquel pueblo de Castilla “Puebla Nueva del Rey Sancho” a principios de los setenta de la serie “Crónicas de un pueblo”? ¡Cuántas horas y cuánta gente frente al televisor!. ¿Y qué me dicen de “Verano Azul”, la serie, posiblemente, más repuesta y querida de la tele, cuando a ésta la seguían, nada menos, que 25 millones de españoles? Sin duda nos marcó a toda una generación. Año tras año la volvemos a ver, y pareciera, salvando las distancias tecnológicas, rodada anteayer por sus frescura y actualidad. ¿O la que hizo para la cadena privada Antena 3, tan seguida y tan apreciada por millones de televidentes “Farmacia de Guardia”? Era tan soberbia la identificación que llegamos a sentir con los diferentes personajes de la serie que entraban en nuestras casas con tal confianza y familiaridad que parecían vecinos nuestros de toda la vida.
Pero no solo series estupendas y entrañables dirigió el gran Antonio Mercero, también películas muy buenas, como la muy premiada “La cabina”, “La guerra de papá” “Espérame en el cielo” o ¿Y tú quién eres? Donde ya presagiaba su incipiente enfermedad. Cuenta José Luis Garci, (era muy amigo suyo) que fue a visitarlo una vez cuando ya la enfermedad había hecho estragos en su mente, y al verlo le dijo: “No sé quien eres pero recuerdo que te he querido mucho”.
Algunos hemos llegado a una edad en la que día si y otro también desaparecen ilustres personajes de nuestras vidas que lo fueron todo en otros tiempos. Tipos entrañables que ya solo existirán en el cada vez más repleto baúl de nuestros recuerdos. Con Antonio Mercero se va, también, un buen trozo de nuestra añorada y dorada juventud. Descansa en paz Antonio, a nosotros nos seguirás fascinando con tus veranos, tan azules.


                                                                   Joaquín Yerga
                                                                  15/05/218



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