Viendo pasar las nubes fue pasando la vida,
y tú, como una noche, pasaste por mi hastío.
Y se unieron entonces tu corazón y el mío,
como se van uniendo los bordes de una herida.
--J. A. Buesa--
Preguntaba Talleyrand, ese desaprensivo ministro de Napoleón, a un amigo suyo:
---¿Sabe usted jugar a las cartas?
---No, por desgracia---respondió el interlocutor
---Amigo mío---replicó el sagaz diplomático---se prepara usted para una vejez desastrosa
A mi me diría lo mismo Talleyrand si pudiera, porque no sé jugar al mus, el juego de cartas más popular entre los viejos. Bueno, el mus y el dominó.
Ayer me pasé con un amigo por un Centro de Día (de gente mayor) con la intención de apuntarnos a un cursillo de informática. Al acabar de inscribirnos, sobre las siete y media de la tarde, quisimos tomarnos unas cervezas en la cafetería. Llena estaba de mujeres jugando al mus y al Rummy. No exagero, diez o doce mesas y en cada mesa cinco o seis damas..
Extrañado le pregunté a la chica (amiga mía) que servía en la barra del porqué que todas mujeres. Leed su respuesta:
---Joaquín, a las cuatro de la tarde, cuando empezamos, se llenan todas las mesas de hombres solos. Se sientan, juegan al mus o al dominó, y sobre las siete o siete y media se van todos..Las mujeres empiezan a llegar más tarde, sobre las seis, y están aquí hasta el cierre. Unas juegan al mus y otras al Rummy.
Me hizo gracia esas discrepancias entre mujeres y hombres. Caí pronto en el quid de la cuestión. Resulta que ellos salen de casa en cuanto acaban de comer. Ellas se quedan a recoger la mesa y limpiar la cocina. De ahí que lleguen tarde al Centro. Así que:
Pregunto: ¿Hemos cambiado en esto de la igualdad de género? Evidentemente si, antaño las mujeres ni por asomo iban a la cafetería a tomar café y jugar al mus. Pero no tanto todavía como para que ellos se queden en casa recogiendo la cocina..
Por cierto, tengo que aprender a jugar al mus como sea. No quiero tener una vejez desastrosa..
Joaquín
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